La democracia en Acción Nacional

  • Marcelino León Ochoa
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Cuando se afirma que el PAN es el partido político más democrático en México, se está en lo correcto. Es democrático desde su origen, aunque en los últimos meses se piense o se diga que ahora sí hay democracia interna porque la militancia elegirá de manera directa al Presidente y demás integrantes del Comité Ejecutivo Nacional y ya no a través de “delegados”. Bajo cualquiera de sus modalidades, la democracia al interior del partido es una realidad y se vive intensamente, yo diría, tan apasionadamente que se desborda.

El próximo 18 de mayo, el PAN afrontará nuevamente una disyuntiva en su vida interna, con nuevos elementos pero más experiencia, sobre todo después de haber gobernado por doce años a nivel federal. La disyuntiva es: seguir por el camino de los acuerdos y la colaboración con el Ejecutivo Federal, -entendiendo que por esa vía se consiguen espacios políticos, se co-gobierna y se impulsan cambios que el país requiere con urgencia, pero se corre el riesgo de perder identidad, dignidad y posición crítica- o renovar a la institución, haciendo eficaces y observables los principios, valores y reglas del partido, para hacerlo responsable, crítico y constructivo –mas no sumiso- en favor de México.

Ambas posiciones hoy están representadas por Gustavo Madero –que busca la reelección- y la alianza Cordero-Oliva, que apuestan por un cambio en la conducción del partido.

Independientemente de quien resulte ganador, en verdad deseo que la institución salga fortalecida, la militancia renovada, los valores refrendados y la identidad clarificada. Deseo que tantos días de campaña interna y externa le hayan servido a los panistas para reflexionar sobre el presente y futuro del partido, para comparar propuestas, trayectorias, mensajes claros y velados, actitudes y aptitudes, promesas y resultados.

Aunque se espera un nivel de participación mayor al 70% del padrón de miembros activos, he escuchado con preocupación que varios miembros no participarán, argumentando que ningún candidato vale la pena o que el partido ya no es como antes o que para no quedar mal con nadie, mejor se abstendrán o más aún, algunos esperan que Gómez Morin, Efraín González Luna, Castillo Peraza o Clouthier reencarnen en algún personaje reciente, para participar.

El reto mayor consiste –entonces- en convencernos que si no apostamos por nosotros mismos, es decir, por el partido y la vigencia de sus ideales, principios y normas y si no exigimos mediante el voto a quien resulte electo que cumpla lo prometido, le damos seguimiento y nos involucramos en las tareas de la institución desde nuestra comunidad, no esperemos mejores momentos, porque el momento es ahora.

Sin embargo, hay quienes viendo lo difíciles que somos los panistas para procesar las distintas visiones internas, afirmarán que el PAN ya no debe jugar a la democracia sino aprender a pactar, así como lo ha hecho recientemente con otros partidos y el gobierno federal; pactar hacia adentro y llegar a un acuerdo en la mesa, aunque la militancia sea hecha a un lado.

Sé que no soy el único y más bien, coincido con muchos que prefieren mil veces el complicado proceso democrático a la imposición directa y cupular; prefiero y aplaudo la confrontación de ideas mediante un debate abierto y equitativo, a la imposición unilateral y la visión unipersonal de las cosas; prefiero que el militante se exprese en las urnas de manera libre y secreta y no abiertamente condicionado; prefiero escuchar propuestas y programas de acción que descalificaciones y encuestas que se utilizan por quienes no conocen al PAN y compiten como si se tratara de una contienda entre partidos distintos.

Quiero seguir pensando en un PAN para muchos años más, distinto y distinguible del resto de las ofertas políticas actuales, participativo y crítico hacia el interior pero firme y convincente de cara a los ciudadanos, que sin perder su vocación democrática sabe reconocer los resultados de una contienda interna y no fracturarse sino unificarse en torno a los principios y valores esenciales que nos hacen ser, a casi 75 años de distancia, Acción Nacional.

Invito por este medio a todos los panistas activos, de ayer y de hoy, a que analicen los dos proyectos para la institución, a que se involucren, a que vivan la democracia interna, -últimamente sustituida por la sumisión, designaciones o unanimidad- para que en la pluralidad de ideas y acciones, se enriquezca el partido y resurja ese ánimo por hacer una mejor y más humana organización de los asuntos públicos y construir una vida mejor y más digna por todos los mexicanos.

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Marcelino León Ochoa

Politólogo. Maestro en Gestión Pública. Coordinador de asesores del grupo de regidores PAN.

Catedrático en UPAEP. Ex regidor del Ayuntamiento de Puebla 2011-2014