Qué bueno sería quemar a Puebla

  • Juan Manuel Aguilar

Leyendo el compendio de telegramas oficiales relativo a la batalla del 5 de mayo de 1862, realizado por el Coronel Rafael Echenique en 1893, llamó mi atención que el General Ignacio Zaragoza, en dos de las comunicaciones que sostuvo con la capital del país durante la batalla, se refirió a la indiferencia de la sociedad poblana que poco lo apoyó en los preparativos y desarrollo del combate.

El 7 de mayo aludía a los poblanos de la capital de esta forma en un telegrama. “. . . yo tendré cuidado de participar cuanto ocurra de interés para evitar noticias falsas y alarmas que en la traidora cuanto egoísta Puebla circulan. Esta ciudad no tiene remedio.” Días después, el 9 del mismo mes en otro telegrama, directamente se quejó: “. . .En cuanto al dinero nada se puede hacer aquí porque esta gente es mala en lo general y sobre todo muy indolente y egoísta... ¡Qué bueno sería quemar a Puebla! Está de luto por el acontecimiento del día 5. Esto es triste decirlo. Pero es una realidad.”

Me llamó pues la atención que ya desde entonces los poblanos de la capital se mostraran indiferentes ante un problema social que demandaba su solidaridad y acción; aunque si se pudiera configurar una plataforma de comparación con los poblanos de la actualidad, creo que muy pocas diferencias se encontrarían.

Hoy, a pesar de tener conocimiento claro de iniciativas y decisiones políticas lesivas para los intereses de los poblanos vivos y los de sus descendientes aún por nacer, en el territorio estatal no surge una figura ciudadana que pueda excitar el sentido de identidad, el valor del derecho y la voz de los ciudadanos. La realidad lo amerita, pues el grueso de la población está siendo afectada por un gobierno que no se ajusta a las expectativas que él mismo ofreció.

Me gustaría equivocarme, pero en el tiempo que lleva la actual administración estatal ya puede documentarse por ejemplo, el alto endeudamiento público; el aumento constante de poblanos en situación de pobreza, el privilegio del interés económico de terceros no poblanos; el desarrollo económico estancado en municipios rurales; la ineficiencia administrativa; la actividad delincuencial generalizada; el deterioro ambiental incontrolable; la opacidad en la información; la comunicación sesgada hacia la sociedad; y la carencia de planeación en la aplicación del gasto público, entre otras que se le puedan ocurrir a usted, respetable lector.

Ahora bien, se supone que en una organización política democrática e institucional, los ciudadanos tenemos representantes en el congreso de los diputados que, siendo ellos de extracción popular, tendrían en mente todo el tiempo, los problemas e intereses de la mayoría y también de las minorías, asegurándose que el modelo e instrumentos de gobierno y se ajustan a la atención de esas necesidades.

Pero no, no es así. El congreso de los diputados locales es el signo vivo de la conveniencia personal y de grupo, que lo último que tienen en mente es a los ciudadanos que votaron por ellos. De esta manera han venido aprobando por instrucciones del poder ejecutivo, - vergonzosamente hasta sin leer-, cuanta iniciativa llega de allá, con la idea de que así aseguran prebendas inmediatas en lo económico y futuras en lo político. Están confiados; no hay quien les reclame su penosa actitud de complicidad con los intereses del poder ejecutivo. No hay ley que les imponga condena alguna por ser corresponsables de las condiciones atraso que vive la mayor parte de la población estatal al avalar históricamente y por consigna, las iniciativas del poder ejecutivo carentes de justificación social.

Quizá valga la pena, para orientación de nuestros diputados, recordar la frase del General Miguel Negrete, poblano él, que a pesar de militar en las filas del partido conservador y vista la presencia de las tropas francesas en 1862, se habría presentado ante el General Zaragoza para ofrecerse a luchar bajo sus órdenes justificándolo con la frase: “Yo tengo patria antes que partido”. Está por demás citar la relevancia de su heroico desempeño en la batalla.

Entonces, si hoy el poder ejecutivo en el estado marcha en dirección distinta a la eficiencia social de lo administrable sin interés en enmendar el rumbo; si los representantes populares ante el congreso no cumplen con su función fundamental de representar a quienes votaron por ellos; y si la sociedad ve reducidas sus expectativas en la mejora de su bienestar; opino que para los poblanos es la hora de reclamar cívica, pero seriamente lo que en justo derecho les asiste de tener el gobierno que necesitan.

Me hago la siguiente pregunta: ¿Seguirá siendo Puebla indolente y egoísta como lo fue ante los ojos del General Zaragoza en 1862? Pues creo que a menos que surja por ahí un partido político incorrupto; una universidad socialmente comprometida; una iniciativa privada menos cortoplacista; o emerja un líder valiente, enterado, visionario y con respaldo popular, seguiremos siendo testigos de la quema a fuego lento de Puebla, por los mismos poblanos.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Juan Manuel Aguilar

Consultor independiente e Ingeniero en Ecología. Cuenta con una maestría en Estudios Regionales de Medio Ambiente y Desarrollo, y es Doctor en Medio Ambiente y Territorio. Ha sido Presidente del Colegio de Profesionales en Medio Ambiente y Desarrollo, A.C., Secretario Ejecutivo del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Puebla e integrante del Consejo Ciudadano de Ecología del Municipio de Puebla.