Paradójicamente la infidelidad ha revivido en algunas parejas el deseo de mantener una relación estable, según revela AshleyMadison.com, la primera red social para encuentros extramaritales con más de 22 millones de usuarios inscritos en 32 países del mundo.

Según sus cifras, el 58% de los hombres y 78% de las mujeres han aceptado que una 'aventura' les regresó las 'mariposas en el estómago' y el interés por retomar la relación formal con su cónyuge.

El enamoramiento y la pasión fugaz - casi siempre consecuencia de la monotonía en las relaciones de pareja - encuentran mayor cabida en la tecnología. Esta red mundial refiere que el 75.7% de sus usuarios masculinos y el 71% de las mujeres tienen contacto con sus amantes por medio de computadoras, celulares o tabletas.

Aunque la infidelidad ha crecido escandalosamente, los mexicanos siguen centrando gran parte de su bienestar personal en la familia; el núcleo donde experimentan más emociones positivas.

De acuerdo al ranking de felicidad en México 2012, la familia es el ámbito de la vida de los mexicanos con mayor grado de satisfacción, a pesar de las preocupaciones económicas o la falta de tiempo para convivir con la pareja e hijos.

La encuesta aplicada en 100 municipios reveló que entre mayor sea el nivel de educación de las personas están más satisfechas con sus parejas; por lo tanto no sienten la necesidad de 'sacarse la espinita' con alguien más y poner en riesgo su estabilidad emocional.

Si los mexicanos califican en 8.4 su felicidad - según el INEGI- existen altas posibilidades de fortalecer los lazos familiares para ir construyendo un entorno de plenitud personal y colectivo.

Por ejemplo, el 50.8% de los poblanos identifica su felicidad con la familia, el 51.62 por ciento en la espiritualidad, seguido del 42.39% con la salud, 41.35% al empleo, 23.69 por ciento a la amistad y el 21.45% a la economía.

La familia es nuestro primer contacto con el mundo donde aprendemos la mayoría de las habilidades, adquirimos la seguridad y la confianza interna para enfrentar adversidades y alcanzar sueños personales.

Una familia feliz se construye con amor, disciplina, líneas directas de comunicación entre sus miembros, evita las burlas que merman el autoestima ó las críticas que resultan hirientes.

Muchos psicólogos recomiendan hacer cosas en común, dándole a cada uno de los miembros su independencia pero creando espacios de entretenimiento donde la edad o las diferencias de opiniones no sean aspectos que amenacen la sana convivencia.

No confundamos “familia feliz” con “familia perfecta”, ese concepto es casi inexistente. A un conocido le escuché decir que todas las familias tienen niños malhumorados, casas desordenadas y dificultades económicas. En conclusión, una familia feliz es aquella que tiene un entendimiento claro del significado y el propósito de sus vidas.

Si basáramos la felicidad en situaciones más trascendentales en vez de relaciones efímeras que casi siempre tienen un pésimo desenlace ó en la adquisición de bienes materiales que consume la mayor parte de nuestra energía, quizá viviríamos con menos estrés y frustraciones.

No olvidemos que el deterioro de la base familiar trae consecuencias sociales negativas; caso contrario, si las familias crecen unidas y felices inciden favorablemente en abatir los entornos de violencia y suicidios, que lamentablemente han sido tendencia en los últimos años en el país.

En definitiva, la familia adquiere un amplio significado para una buena parte de las personas; es alimento diario para darle sentido ó perderle respeto a la vida. Cada quien decide.

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