“Creer en la democracia es respetar las reglas de la competencia, es alentar el debate, es alentar la deliberación y es aceptar los resultados de la voluntad popular. Mi compromiso con la democracia es irrenunciable.” Luis Donaldo Colosio, 28 de noviembre de 1993.

Recuerdo muy bien aquel 23 de marzo de 1994. En las noticias anunciaban el atentado contra la vida de quien fuera candidato a presidente de la república del Partido Revolucionario Institucional. Posteriormente confirmaban su muerte.

Como si no hubieran sido ya suficientes malas las noticias recibidas en los últimos meses. Los mexicanos habíamos iniciado el año con la aparición pública de un movimiento armado en Chiapas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional que declaró la guerra al Estado Mexicano y el secuestro del presidente del consejo de administración de Banamex, Alfredo Harp Helú.

Eran momentos difíciles en la república.

La incertidumbre que provocó la muerte del candidato presidencial fue de proporciones  enormes,  y si se suman las altas expectativas que se habían generado con su campaña, el grado de frustración era altísimo.

La intención de estas líneas no es recordar episodios tristes en la vida del país. Lo que me motivó a escribir sobre Colosio es una encuesta publicada por Consulta Mitofsky que se puede consultar aquí.

Muchas ocasiones me he preguntado qué tanto se acuerda la gente de Luis Donaldo Colosio, sobre todo como Secretario General de una Fundación, que como organismo especializado del PRI, lleva su nombre.

Resultó una agradable sorpresa que 7 de cada 10 mexicanos lo recuerdan. Igualmente que más de 3 de cada 10 personas menores de 30 años (aquellos que tenían menos de 10 años de edad cuando murió o quienes no habían nacido en ese momento), lo recuerdan o saben quien fue.

Prácticamente ninguna de las personas que se acuerda de él tienen una opinión desfavorable, y más del 66% de ellas estima que hubiera sido un buen presidente, y solo un 2% cree lo contrario, mientras que el resto no sabe o no opinó. 

Colosio se distinguió como un priista reformador, que buscaba el cambio que requería el país, desde dentro del propio partido que hasta ese momento era hegemónico.

De ideales verdaderamente democráticos creía en la apertura política. Hijo de la cultura del esfuerzo se decía convencido de alentar el debate entre fuerzas políticas, la deliberación y siempre respetar las reglas de la competencia y aceptar los resultados de la voluntad popular.

Desafortunadamente por un cobarde homicidio fuimos privados de la oportunidad de conocer el gobierno de Luis Donaldo Colosio, sin embargo sus ideales y discurso permearon en la política mexicana.

Seis años más tarde el PRI aceptó una derrota electoral, y durante 12 años diputados y senadores  de ese partido se mostraron como una oposición seria.

Bajo el liderazgo de Enrique Peña Nieto, el PRI, el PRI de Luis Donaldo Colosio, volvió a ser la primera opción para los mexicanos y recuperó la presidencia de la República y espacios importantes en el Congreso de la Unión.

El próximo sábado se cumplen 20 años del homicidio de aquel hombre quien fuera, diputado, senador, secretario de Desarrollo Social, presidente y candidato a presidente de la República del Partido Revolucionario Institucional.

Quizás tantas personas se acuerden de él por la situación actual del país, en la que se han aprobado reformas estructurales tan necesarias para el desarrollo democrático de esta gran Nación, que sin duda coinciden con su visión y de las que probablemente sirvió como inspiración.