La hora del PAN
- René Sánchez Juárez
Después de lograr la alternancia política en el año 2000, el Partido Acción Nacional había logrado uno de sus mayores propósitos, arribar al poder ejecutivo federal y con ello también tener una gran presencia en ambas cámaras del Congreso de la Unión, 47 senadores y 207 diputados federales. Sin embargo, hoy este partido se encuentra en una gran crisis al interior del mismo.
En tiempos del PRI como partido hegemónico el PAN fue una incansable oposición, posición que desempeñaba con orgullo y sin recelo, sabía cual era su papel como contrapeso en el sistema político mexicano y también conocía sus limitaciones.
Fue a partir de la reforma política de 1977 que Acción Nacional comenzó a ganar cargos de elección popular de importancia como la gubernatura de Baja California, así los panistas se iniciaban en el difícil arte de gobernar dejando de ser sólo la oposición al gobierno priísta durante algunas décadas.
Doce años fueron los que tuvo como oportunidad Acción Nacional para demostrar que serían capaces de poder gobernar, lo que significaría elevar la calidad de vida de los mexicanos, disminuir la inseguridad, mejorar las condiciones económicas de los trabajadores, es decir atender y resolver los temas más sensibles para cualquier ciudadano.
En la elección de 2006, después de un controvertido proceso electoral y con una mínima ventaja Acción Nacional apenas pudo mantener el poder presidencial, enfrentando en su segundo y último sexenio una crisis de legitimidad, lo cual quiso contrarrestar con una guerra frontal en contra del narcotráfico. Al final del periodo de Calderon la realidad del país era de mayor inseguridad y crisis económica.
Con estos antecedentes y sin haber cumplido promesas como aquella del “presidente del empleo” y las “manos limpias”, el PRI regreso al gobierno federal, dejando al PAN en un deshonroso tercer lugar, después de una campaña de tropiezos y sin originalidad.
Con esta crisis llega la convocatoria para renovar la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional; sin embargo, liderar un partido con más de 289 mil militantes, a nivel nacional es una tarea que se presenta más compleja de lo que parece.
En un principio parecía que se presentarían tres opciones para dirigir este instituto político; sin embargo, la ex-candidata a la presidencia de la república Josefina Vazquez Mota declinó su participación cediendo el paso a la formula Cordero-Oliva con el afán de relevar a Gustavo Madero de la dirigencia nacional.
Aun con esto la primera opción la encabeza el actual presidente del partido, Gustavo Madero quien se presenta ante la militancia como el dirigente que logró a través del pacto por Mexico las reformas históricas que el panismo aspiró a concretar desde su fundación y durante su gestión de doce años y al no poder hacerlo desde el gobierno paradójicamente, hoy lo logra desde la oposición.
Mientras que la otra opción es el senador Ernesto Cordero, quien aliado con el ex-gobernador de Guanajuato Juan Manuel Oliva pretenden conformar un bloque unitario que logre rescatar al panismo de su crisis de identidad y de representavidad como consecuencia de la pérdida de la elección presidencial y de los casos de corrupción que efectuados desde el poder político hoy salen a la luz pública, involucrando a personajes del PAN incluidos la familia Fox-Sahagun y el actual presidente Madero.
El panismo se enfrenta a una coyuntura que no sólo definirá a su dirigencia nacional sino también será la que marque su futuro inmediato, pues debe dejar atrás su pasado reciente como un gobierno que no cumplió con las expectativas de la transición democrática del país en la época moderna y una vez más desde la oposición convertirse en el contrapeso necesario para el país, dado que desde la izquierda las diferencias y rupturas que vive ese sector del sistema de partidos en Mexico el panorama no es nada alentador.
El cambio de la dirigencia panista es sólo el primer paso, si eso no sucede entonces preparémonos a ver un PRIAN fortalecido lo que no augura nada bueno para la vida democrática del país.
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Politólogo y Maestro en Ciencias Políticas. Académico de la BUAP. Sindicalista y dirigente FROC-Puebla. CONLABOR. Ex Diputado Local y Federal