10%

  • Alejandra Fonseca

Es un mago de los negocios. Donde apenas se insinúa una oportunidad de tener una ganancia, la percibe, la toma y triunfa. Genial. Es mi amigo y además soy amigo de su familia, y en la actualidad somos socios.

El ‘puberto’ de 12 años estudia y a la vez hace sus ‘negocitos’. En una ocasión me preguntó: “Oye Ale, ¿está mal que compre barato y venda al precio que está? ¡Hay quien dice que estoy tranzando!” Le respondí que a eso se le llamaba hacer negocios, y que todos quienes los hacemos buscamos tener una ganancia. Que no es común que un chavo de 12 años sea tan abusado para ver las oportunidades de negocios y que obtenga ganancias, pero que eso no es tranzar.

Su madre es divorciada y es una mujer que se parte el lomo para sostener a su familia. Es decir, él no viene de una familia que por tradición se hable de negocios, costo-beneficio, pérdida-ganancia, oferta-demanda en su casa, por lo que es más sorprendente aún que él sea tan abusado para el dinero. También tengo que decir entiende muy bien el mercado, a pesar de que cuando menciono la palabra ‘mercado’, dice que es donde su mamá va a comprar frutas y verduras, donde están las marchantas.

Hace unos días me llamó para pedirme un favor: que fuera a una tienda a cambiar un juguete por otros pequeños del mismo valor y después que lo acompañara los recién adquiridos a donde ya los tenía vendidos. El problema era que sólo un adulto podía ir a la tienda y su mamá andaba pedaleándole al bolillo. Acepté de buena gana y fielmente seguí sus instrucciones.

Había que contar una historia en la devolución del artículo porque no había ticket de compra y ahí fue donde pensó en mí: “¡Tú eres la mejor para contar historias y que te las crean!”

Total que fuimos y en mi papel de tía compungida y apurada, conté al gerente una historia, y éste, con gran compasión, aceptó cambiarnos el juguete y elegimos otros que en total dieran el mismo precio.

Al salir de la tienda, le entregué la mercancía y le dije: “Ya estuvo, ahora dame mi parte”, considerando una nieve de premio, pero él, sin chistar, aseveró con gran emoción, profesionalismo y asertividad: “Te doy el 10%”.

Reí de muy buena gana. Nadie le gana a este cabrón. Es asombroso. Respondí en el mismo tono de trato hecho: “¡Va!” y nos encaminamos al lugar donde se encontraba la persona a quien tenía ya vendidos los juguetitos. Saliendo, sacó un billete de cien pesos, y me dijo muy seguro de sí: “Confórmate con eso. Me estoy pasando. Yo invertí en el primer juguete. De las ganancias, el 10%”.

Después fuimos por una nieve que él, espléndido, disparó. En la plática, sentados en una banquita de un parque, entre lengüeteo y lengüeteo, le dije: “Estos cien pesos los voy a guardar en mi cajita de la suerte. Son los más importantes de mi vida, ¡mi 10%!”

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes