La batalla que Puebla no ganará

  • Juan Manuel Aguilar

La intención de comunicar en este espacio algunas opiniones de actualidad sobre aspectos ambientales que puedan resultar de interés para la comunidad poblana, me ha permitido a lo largo de varios años señalar con mayor o menor nivel de certeza, tanto los efectos como las causas del avance en el deterioro de la calidad ambiental y el agotamiento de los recursos naturales poblanos, así como la respuesta que debiera esperarse en la generación de políticas públicas para corregir esta desviación que se traduce en serias limitaciones a la calidad de vida de los poblanos.

Analizar con seriedad las repercusiones del problema ambiental poblano, necesariamente implica la observación de todos los elementos que hacen posible la preocupante situación de rezago que abarca a la mayor parte de la ruralidad poblana, sin excluir al gran conglomerado de pobres urbanos, principalmente en la capital del estado.

Para buena parte de la gente podría ser difícil encontrar las vinculaciones entre el deterioro ambiental y la pobreza, sin embargo es precisamente la relación entre los recursos naturales, las formas de su aprovechamiento y la distribución social de los beneficios de estos procesos de intercambio, lo que históricamente ha acumulado el estado de crisis que la humanidad experimenta actualmente.

La demanda voraz (e inducida en mentes masivamente cautivas) de mayores volúmenes cada vez de recursos naturales para producir bienes no necesarios, acumula utilidades de capital que no son distribuidas o revertidas en satisfactores reales de la sociedad consumista. Los diferentes estratos de desigualdad social ubicados entre los extremos del pauperismo y la opulencia, son indicadores de injusta distribución de la riqueza.

A escala  mundial pueden advertirse diferencias en las condiciones de bienestar entre comunidades del hemisferio norte y las del hemisferio sur, tanto como las diferencias y desigualdades existentes entre las condiciones en que viven las comunidades metropolitanas, con las del medio rural, donde se resienten con mayor severidad las consecuencias negativas de los efectos no planeados del modelo económico capitalista, generadas por las interacciones sociales, económicas y tecnológicas precursoras de severos impactos ambientales que más afectan a la productividad primaria, tales como aumento de la frontera urbana, degradación de suelos, escasez de agua limpia  y hasta la seguridad a la integridad física de las personas por la contaminación de suelo, agua y  aire, además de aumento en la vulnerabilidad ante riesgos naturales.

La ampliación en la brecha entre los países desarrollados y subdesarrollados en el mundo se ha agudizado en los últimos años. Los indicadores de pobreza resultan dramáticos cuando se comparan los más recientes datos del Informe sobre Desarrollo Humano. Por ejemplo, Noruega que se ubica en la posición más alta en el Índice de Desarrollo Humano en el mundo al año 2013, según el reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, registra un ingreso bruto promedio per cápita anual de US$ 48,688.00 con una esperanza de vida al nacer de 81.3 años. En el otro extremo, los habitantes de la República del Congo en el lugar número 186 de la lista de naciones, registran un ingreso bruto promedio anual de US$ 329.00 y una esperanza de vida de 48.7 años. México se encuentra ubicado en el lugar general número 61 por debajo de Chile, Argentina, Uruguay, Cuba y Panamá respecto de los países latinoamericanos.

Dentro del territorio mexicano que está integrado políticamente por 32 entidades federativas, el Estado de Puebla ocupa al año 2010 el lugar número 25 en términos de su IDH, sólo por arriba de los estados de Guanajuato, Zacatecas, Veracruz, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. En el estado de Puebla según la Coneval  en el reporte de 2010 atribuye la existencia en todo su territorio, de más de 3.5 millones de poblanos en condiciones de pobreza multidimensional, de los cuales 864 mil guardan condiciones extremas y sólo 657 mil, es decir sólo el 11.3% de los 5.6 millones de poblanos, no se encuentran en condiciones de vulnerabilidad o pobreza. A esta fecha el Estado de Puebla ocupaba el cuarto lugar en rezago social en el contexto nacional, sólo por debajo de los estado de Oaxaca, Guerrero y Chiapas.

Los comentarios expresados contextualizan la necesidad imperiosa de que cada entidad federativa en nuestro país conozca los efectos del modelo económico (que por cierto ya agotó su discurso de beneficio social) en su territorio, en cada uno de sus municipios y cada una de sus localidades. Resulta en mi opinión, hasta enfermizo y alarmantemente riesgoso intentar conducir la política económica estatal hacia los campos de batalla de la competitividad mundial, cuando ni siquiera hemos hecho el recuento de las bajas que nos han causado las batallas en la historia capitalista.

El valle de Puebla se ha quedado sin agua limpia superficial, la calidad del aire es precursora de enfermedades, la disposición inadecuada de todo tipo de residuos provoca daños directos e indirectos a la salud y la productividad, las pérdidas humanas y económicas por riesgos naturales son anualmente cíclicas, así como la pérdida de superficie boscosa, además que somos vulnerables a los efectos del cambio climático. Los presupuestos públicos y privados estatales no alcanzarían hoy a resolver las condiciones adversas que nos ha dejado nuestra participación en las escaramuzas de la competencia mundial, que cada día nos incorpora más gente en pobreza y a pesar de ello se insiste en continuar en una batalla económica  injusta, por desigual ya que sólo tiene ventajas para los que detentan el capital.

Por eso opino que deben replantearse las políticas públicas estatales hacia unas que favorezcan el rescate, integración y fortalecimiento de nuestras capacidades internas, para que cada comunidad en cada localidad de cada municipio del estado, re-descubra su identidad y señale su propio camino de desarrollo. Desde esta perspectiva, la administración actual en Puebla se conduce en sentido contrario.

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Juan Manuel Aguilar

Consultor independiente e Ingeniero en Ecología. Cuenta con una maestría en Estudios Regionales de Medio Ambiente y Desarrollo, y es Doctor en Medio Ambiente y Territorio. Ha sido Presidente del Colegio de Profesionales en Medio Ambiente y Desarrollo, A.C., Secretario Ejecutivo del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Puebla e integrante del Consejo Ciudadano de Ecología del Municipio de Puebla.