482 Años como Mexicanos

  • Horacio Cano Vargas


“La Virgen fue el estandarte de los indios y mestizos que combatieron en 1810 contra los españoles y volvió a ser la bandera de los ejércitos campesinos de Zapata un siglo después. Su culto es íntimo y público, regional y nacional. La fiesta de Guadalupe, el 12 de Diciembre, es todavía la fiesta por excelencia, la fecha central del calendario emocional del pueblo mexicano.

Octavio Paz

Eran las aproximadamente las nueve de la noche de un once de diciembre, un grupo de estudiantes de diferentes universidades públicas y privadas salimos de Avenida de los Insurgentes a la altura de Mixcoac, con dirección al Tepeyac. Eran las vísperas de un doce de diciembre, a pesar de haber ido en otras ocasiones a la Villa de Guadalupe, era la primera vez que peregrinaba para visitar a la Virgen en su día, nunca me imaginé que en el camino me encontraría con mucha de la esencia de nuestra nación.

Cuando inició nuestro camino por Insurgentes, poca era la gente que compartía nuestro destino, pero poco a poco nos encontrábamos con más peregrinos. Al llegar a Reforma, ya eran muchas las personas que nos dirigíamos a la Villa de Guadalupe. Las muestras de fe propias del pueblo mexicano se hacían presentes. Recuerdo ver a gente que ofrecía a los peregrinos: tortas, aguas, dulces e incluso cigarros, todo con el propósito de apoyar a los que íbamos caminando hacia la villa. La solidaridad, valor característico del mexicano, se respiraba en las calles de la capital de la república.

En esta experiencia, querido lector, además de llevar a cabo un acto eminentemente religioso, como lo es una peregrinación a un templo mariano, pude, como nunca antes, sentirme mexicano. Ni en la celebración del “grito de independencia”, ni con un desfile militar, ni en un partido de la selección mexicana de futbol, había experimentado tal sentimiento patriótico.

Pero no sólo es un sentimiento, el acontecimiento guadalupano que tuvo lugar del sábado 9 al martes 12 de diciembre de 1531, marca en la historia de nuestra nación un antes y un después. Si recordamos la situación que prevalecía en este territorio durante esas fechas, era bastante difícil debido a la división que existía entre indígenas y españoles. Lo anterior está sustentado con la carta que Fray Juan de Zumarraga, obispo de la Ciudad de México, dirigió al rey de España, Carlos V, donde menciona que “si Dios no provee con remedio de su mano está la tierra (refiriéndose a los territorios que hoy conforman nuestro país) en punto de perderse totalmente.”

Como ya lo he expresado en este espacio, nuestra nación está conformada por dos elementos: las tradiciones de los pueblos que habitaron en Mesoamérica y la cultura hispánica. Pero, si en 1531, existía un gran choque entre los españoles y los diferentes pueblos de la América Septentrional, ¿Cómo lograron vivir en paz y dar paso a una nueva cultura? ni españoles ni indígenas: mexicanos.

Fue a partir del acontecimiento guadalupano que la evangelización fue verdadera, que surgieron nuevas tradiciones, que hubo paz en estos territorios y se dio inicio a esta nueva nación. La afirmación de la trascendencia del acontecimiento guadalupano, también la consideró el papa Benedicto XIV, cuando refiriéndose al hecho citó el salmo 147: “Non fecit taliter omni nationi” Con ningún otro pueblo ha actuado así.

Prominentes personajes del liberalismo mexicano han aceptado la trascendencia que la Virgen de Guadalupe tuvo para la conformación de nuestra nación. Don Benito Juárez, en el decreto del 11 de agosto de 1859, que prohibía a los funcionarios asistir a actos religiosos, acepta el 12 de diciembre como día festivo. El propio José María Morelos en “Sentimientos de la Nación” decreta en su artículo 19, que: “…se establezca por Ley Constitucional, la celebración del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la Patrona de nuestra Libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando a todos los pueblos, la devoción mensual.”

 Para poder ver al futuro, debemos ser congruentes con nuestro pasado. Reconocer y observar nuestras ricas tradiciones sin prejuicio alguno, es esencial para poder construir el mañana. Es momento de dejar atrás obstáculos decimonónicos que tienden a ocultar la gran tradición religiosa de nuestro país. Dejando claro que estoy a favor de una auténtica libertad religiosa, misma que está consagrada en nuestra Constitución y en Tratados Internacionales, así como de la laicidad del estado mexicano, creo que esto no es óbice para que se reconozca al acontecimiento guadalupano como el momento en que dos culturas se fusionaron para dar pie a la gran nación mexicana.

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Horacio Cano Vargas

Licenciado en Derecho por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, cuenta con estudios de Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Se ha desempeñado en el campo profesional como abogado postulante, docente, funcionario público en el Municipio de Puebla y Director del Comité Pro-Construcción del Santuario Diocesano Guadalupano de la Arquidiócesis de Puebla.