El efecto invernadero consiste en  la acumulación del calor en distintos gases  que se encuentran en la atmósfera de la tierra como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitrógeno, los cuales atrapan la energía del sol concentrándola y generando un ambiente caluroso, denso y peligroso  para la existencia humana, empezando por los problemas de respiración. Algo similar sucede el atmósfera social de México, cuando las riquezas del país se concentran en un reducido grupo de oligarcas políticos y empresarios, que responden una dinámica mundial de calentamiento, es decir, las llamadas reformas estructurales, que no son más que la formalización del abuso, el despojo, la injusticia, la privatización, el clientelismo, la corrupción, el desempleo, la explotación e incremento del costo en la vida diaria de las personas que desde hace ya varios años se ha perpetrado, tan solo ahora se pretende legalizarlo con la justificación de “mejorar”.

A Enrique Peña Nieto, desde su toma de posesión como Presidente de la República el primero de diciembre de 2012, no lo ha dejado en paz la inconformidad  de la población, movilización tras movilización, denuncias tras denuncias se han hecho presentes. Desde el 15 de mayo la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) mantiene ocupado el Zócalo de la Ciudad de México, con miles de maestros que se oponen a la contrarreforma educativa al artículo 3° y 73; el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que cuestiona la contrarreforma energética  se despliega en todo el país, mientras 13 estados y 50 municipios se envuelven en una violencia atroz, donde  las comunidades en medio de las pugnas se defienden con policías comunitarias. En Puebla  las poblaciones  se informan contra las 312 concesiones mineras  y los megaproyectos que terminarán con sus paisajes y sus vidas.  

Es así como sucesivamente la desobediencia civil se desata como nunca, pues todo el territorio mexicano se encuentra en un proceso de resistencia,  es decir, la gente no solo tiene que enfrentarse a la dura tasa de 6.2 % en desempleo, lo que significa casi 3 millones de personas sin trabajo, a los 13,775 ejecutados como resultado de la inseguridad, al aumento de inflación como la tercera tasa más alta de los países miembros  de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y demás problemas que no son números pero que igual laceran al país. Por ejemplo; la irremediable necedad de los United States por  el petróleo mexicano, la manipulación de los medios de comunicación, la falla del modelo económico, la militarización del país, la crisis del modelo educativo etc.

Pero los ciudadanos nos resistimos a algo mucho más difícil, a la desvalorización del sujeto, es decir, las personas hoy en día luchan contra la idea de ser simples objetos de trabajo, como dijo un pensador argentino llamado Ernesto Sábato: “Hoy el hombre no se siente un pecador, se cree un engranaje, lo que es trágicamente peor”. Por ello la resistencia es con uno mismo, es por revalorarnos como sujetos capaces de tener el compromiso de  generar una vida digna. No importa cuánto se movilice la gente en colectivo  si primero no se mueve por dentro.

Siendo que nunca antes el humano había gozado de tantas comodidades, de tantos medios, de tantas maquinas y, sin embargo, la mayoría mantiene esta vida de marginación por culpa de un gobierno que tan solo es marioneta de poderes más abstractos del neoliberalismo.

Es así como nuestra realidad se asemeja a un calentamiento global, pues unos cuantos gases  acumulan las riquezas, de la misma manera en que la producción de cada tres toneladas de combustible consumen ocho toneladas de oxigeno, provocando la asfixia. Sólo espero que los gases no olviden que la consecuencia de calentar la atmósfera es; la  energía cinética, la cual puede originar grandes huracanes.

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