Ideas de democracia

  • Víctor Reynoso

Ahora que se habla de democracias deficitarias y democracias de calidad se ha vuelto a discutir una cuestión: ¿ideas equivocadas de democracia deben considerarse como una de las dimensiones de la democracia deficitaria? Hay una versión más amplia, y dramática, de esta cuestión: una idea equivocada de democracia ¿puede dar lugar a que las democracias se derrumben y den lugar a regímenes autoritarios? Algunas opiniones sobre las elecciones del pasado domingo dan pertinencia a estas preguntas.

Las ideas erróneas sobre democracia pueden ser múltiples, pero limitémonos a dos extremos: uno, esperar demasiado de este sistema político y el otro esperar demasiado poco. En el primer caso se cree que la democracia debe resolver, con cierta rapidez, nuestros problemas públicos fundamentales (pobreza, desigualdad, inseguridad, etcétera). En el segundo, se consideraría que el sistema democrático se limita a elecciones periódicas y razonablemente libres y competidas, sin consideración ninguna de los resultados de gobierno.

En medio hay una franja de diversas posiciones, que pueden acercarse a cualquiera de los dos extremos. Extremos que se tocan en un sentido preciso: ambos amenazan de muerte al sistema democrático. El primero porque le pide lo que no puede dar. El segundo porque le pide tan poco que lo deja sin significado.

No hay ni habrá sistema político que resuelva todos los problemas. Pero si hay sistemas con mayores capacidades para resolverlos. En las sociedades contemporáneas que superan cierto nivel de desarrollo social y económico la democracia ha mostrado sistema más capaz para esa solución.,

Para ello las elecciones libres, periódicas, con condiciones de competencia, son indispensables. Pero insuficientes. Se requiere además de una opinión pública autónoma, de una sociedad civil organizada, de divisiones del poder político que den lugar a un entramado eficaz de rendición de cuentas. Todo esto premiará a los políticos responsables y eficaces (en un sentido preciso: resolver los problemas sociales) y castigará a los que no lo son.

Estamos viviendo todavía el proceso electoral en 14 entidades Ciertamente no se ha tratado de elecciones impolutas o perfectas, pero sí han cumplido su función básica: que la mayoría de los votantes den o quiten el poder a los políticos. Desde la nominación de los mismos se consideró, al menos en los casos más visibles, su aceptación o rechazo en la sociedad vía encuestas de opinión. Los partidos no pueden imponer arbitrariamente.

Pero la historia no termina ahí. La democracia, bien se dice, es más que elecciones. Da una legitimidad de origen (haber ganado una elección) pero requiere también la legitimidad en el ejercicio. Ahí debe seguir la dinámica democrática, evaluando por medio de la opinión pública y de las organizaciones sociales el desempeño de los gobiernos electos.

Pasando a los resultados de la elección, todo indica que hubo de todo para principales contendientes: triunfos y derrotas. Hay sesgos, como el mayor peso que tiene la elección de Baja California, la única en la que se eligió gobernador; o el ver las cosas desde un estado, como Puebla, donde el PRI obtuvo su peor derrota en la historia; o situarse en Hidalgo o Veracruz, donde el PRI predomina con tranquilidad. Considerar que los principales partidos ganaron y perdieron no es decir que todos ganaron y perdieron lo mismo. Pero sí que no hay ganadores ni perdedores absolutos.

No hay grandes novedades. Estamos en el mismo sistema de partidos con el que concluimos el siglo pasado. ¿Hay avances o retrocesos en la democracia? ¿En la idea que tenemos de este sistema? ¿Hay consensos sobre estos temas?

 

Profesor investigador de la UDLAP

victorm.reynoso@udlap.mx

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.