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Papa Francisco preside misa de Nochebuena; este fue su mensaje
El Papa Francisco presidió este domingo la misa de Nochebuena desde la Basílica de San Pedro, ubicada en El Vaticano, donde invitó a los fieles a redescubrir la adoración a Dios para que interceda en su vida y la historia de la humanidad que está asolada por la guerra.
De acuerdo con la religión católica, el 24 de diciembre se recuerda el nacimiento de Jesús, por lo que el Papa a través de su homilía recordó la llegada de ‘El Salvador’ al mundo, la cual calificó como humilde:
“Mientras el emperador contabiliza los habitantes del mundo, Dios entra en él casi a escondidas; mientras el que manda intenta convertirse en uno de los grandes de la historia, el Rey de la historia elige el camino de la pequeñez. Ninguno de los poderosos se percata de Él, sólo algunos pastores, relegados a los márgenes de la vida social”.
A pesar de los años, el Pontífice señaló ante miles de creyentes que acudieron al templo y siguieron la transmisión por redes sociales que el rechazo a Dios no ha cambiado y una muestra de ello es la guerra que impide a muchos vivir en paz y bajo un techo con alimento.
“En esta noche, en cambio, después de nueve meses en el vientre de María nace Jesús, el ‘Hijo de David’, en Belén, la ciudad de David, y no castiga por el censo, sino que se deja contabilizar humildemente. No vemos un dios iracundo que castiga, sino al Dios misericordioso que se encarna, que entra débil en el mundo, precedido del anuncio: «en la tierra, paz a los hombres». Y nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo”.
Señaló que la importancia de la Navidad es la compasión y la misericordia, pues ese fue el propósito por el que Jesús fue enviado al mundo terrenal para perdonar los pecados de todos.
“Este es el asombro de la Navidad: no una mezcla de afectos melosos y de consuelos mundanos, sino la inaudita ternura de Dios que salva el mundo encarnándose. Miremos al Niño, miremos su cuna, contemplemos el pesebre, que los ángeles llaman la «señal». Es, en efecto, el signo que revela el rostro de Dios, que es compasión y misericordia, omnipotente siempre y sólo en el amor”.
Finalmente, invitó a los fieles a redescubrir la adoración a Dios de una manera en que pueda entrar a nuestro cuerpo y vida y así logre interceder por nosotros y la historia.
“Redescubramos la adoración, porque adorar no es perder el tiempo, sino permitirle a Dios que habite en nuestro tiempo. Es hacer que florezca en nosotros la semilla de la encarnación, es colaborar con la obra del Señor, que como fermento cambia el mundo. Es interceder, reparar, permitirle a Dios que enderece la historia”, expreso el Papa Francisco en misa de Nochebuena.