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El exgobernador, cautivo de su círculo más cercano

  • Proceso / Gabriela Hernández
Su administración en Puebla, marcada por su precaria salud
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Una severa diabetes dañó su vista y una sepsis derivó en la amputación de su pie derecho. No podía leer documentos ni diarios, ya no distinguía a las personas y le costaba trabajo movilizarse. Por ello -dicen excolaboradores y allegados- Miguel Barbosa gobernó Puebla siendo un cautivo de su círculo más cercano. Su estado de salud influía en sus reacciones, pues tomaba decisiones precipitadas, tenía exabruptos y se confrontó con muchos actores. De hecho, se peleó con casi todos los que una vez lo apoyaron. David Méndez, quien fue su secretario de Gobernación, sintetiza: Barbosa "no conformó un grupo político, sino una alianza de intereses".

Con una diabetes severa que mermó en gran parte su vista y limitaciones para movilizarse, el deteriorado estado de salud del gobernador Miguel Barbosa Huerta no sólo lo llevó a la muerte este 13 de diciembre, sino que también marcó el devenir de su gobierno.

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Excolaboradores, periodistas y allegados a Barbosa entrevistados por Proceso señalan que, aunque el talante de Barbosa siempre fue de un gobernante autoritario, sus limitaciones físicas lo llevaron realmente a estar cautivo de su círculo más cercano.

Mucho de lo que ocurrió durante los tres años y cuatro meses que duró su administración fue marcado en gran medida por su estado de salud, coinciden.

Desde el arranque de su gobierno, el mandatario, quien tenía 63 años al fallecer ­por un infarto según el reporte oficial- ya no podía leer documentos, periódicos, ni ver presentaciones, por lo cual desde un inicio dependió de su gente más cercana, especialmente de su esposa, Rosario Orozco Caballero, y de su jefa de comunicación, Verónica Vélez Macuil, para informarse y tomar decisiones. Cuando debía firmar algún oficio, alguien le debía colocar su mano en el espacio que correspondía.

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Los testimonios refieren que el gobernador no distinguía a las personas que se le acercaban y eran su asistente, José Luis Nájera, o su esposa quienes estaban a su costado para decirle al oído los nombres.

En 2014, a causa de una sepsis, le amputaron el pie derecho. Esto también le complicaba movilizarse. En los actos, era público que su asistente lo tenía que tomar de la mano para moverlo y, en espacios más largos, como las recientes marchas a favor de la 4T del 27 de noviembre y el 4 de diciembre, tenía que usar silla de ruedas.

De acuerdo con quienes participaron en su primera campaña por la gubernatura en 2018, el esfuerzo físico que le exigió esa contienda -en la cual se enfrentó al morenovallismo, fue constantemente atacado en medios y encabezó la lucha por un supuesto fraude- fue lo que agravó su salud.

"Desde la campaña de 2019 tuvimos conocimiento que Barbosa ya sólo veía sombras, pero él siempre buscaba disimular y negar esta condición porque estaba seguro de que aun así era capaz de gobernar por su experiencia que tenía como político'', relata uno de sus excolaboradores, quien pidió ser entrevistado a condición de anonimato.

En febrero de ese año, el entonces diputado local por Morena, Héctor Alonso Granados, dio una rueda de prensa junto con un grupo de alcaldes que apoyaban al senador Alejandro Armenta, para advertir que la candidatura de Barbosa era un riesgo para Puebla por su condición física.

"Puebla no se merece otros funerales de Estado", dijo, en referencia a la abrupta muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo y de su esposo el senador Rafael Moreno Valle, al desplomarse el helicóptero en el que viajaban.

Igual en abril de ese año se dio a conocer un audio en el que Armenta también hacía referencia a que el ejercicio gubernamental le podía costar la vida a Barbosa Huerta.

"Barbosa ya está incapacitado, ya no ve", dijo en ese momento el senador, quien ahora aspira a ser candidato de Morena en 2024, y en ese entonces vaticinó que el mandatario podía morir sin concluir su mandato.

El ahora fallecido gobernador siempre atajó esos señalamientos: "Tengo salud para competir y salud para gobernar", dijo durante la campaña, al asegurar que era un diabético que podía sobrellevar su enfermedad.

Pero los entrevistados concuerdan en que el poblano no era una persona que se cuidara: "Comía lo que se le antojaba y se echaba sus copas".

Ya en el poder, el mandatario poblano tuvo que lidiar todo el tiempo con los rumores sobre su condición física. Y aunque sus incapacidades visuales eran de dominio público, se convirtieron en un tema tabú en Puebla, pues se sabía que era un asunto de suma sensibilidad para Barbosa, sobre el cual reaccionaba con cólera.

No obstante, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, el 21 de septiembre de 2020, habló sobre esos informes en un acto en Cholula.

"Celebro que esté muy bien de salud el gobernador Miguel Barbosa. Hace unos días me informaron que estaba mal, me preocupé, ya luego tuve un reporte de que gozaba de cabal salud el gobernador y ahora lo veo muy bien de salud, de ánimo, de semblante, pero sobre todo, muy lúcido", dijo.

Pero una fuente del gobierno federal relata a Proceso que apenas el 23 de octubre, en el acto para una entrega de obras en Ayoxuxtla que fue encabezado por el presidente, se había emitido un reporte sobre las dificultades para movilizarse que ya presentaba el mandatario.

"Lo bajaron del vehículo casi cargando", relata el informante, quien asegura tener conocimiento de que otro funcionario federal ya antes había hablado con Barbosa para sugerirle que, para cuidar su salud, podría ser necesario que se retirara, lo cual obtuvo un rotundo "no" por respuesta.

Complicaciones

En entrevista, el periodista Rodolfo Ruiz confirma que desde 2019 era evidente que Barbosa ya no veía.

El director del portal de noticias e-consulta cuenta que una ocasión en que fue a su oficina de campaña, el entonces candidato tenía una paleta de dulce pegada al frente de su chaleco, pero no se percataba de ello.

Agrega que ya en el poder, esta debilidad visual lo convirtió en un gobernante que se informaba de oídas porque alguien le leía, pero también de chismes, porque sus colaboradores aprovecharon esto para interpretarle o esconderle informes de acuerdo con intereses de grupos.

Una muestra de eso es el conflicto electoral de Coyomeapan, ocurrido tras los comicios de 2021, cuando el mandatario fue evidentemente mal informado, pues ante los medios de comunicación aseguró que los pobladores habían quemado la presidencia, instalaciones electorales y patrullas, cosa que nunca pasó. Después reviró.

El propio gobernador reconoció que por más de dos años sus exsecretarios de Seguridad lo engañaron, pues le reportaron que habían destruido el llamado "pueblito", en donde rentaban celdas de lujo del penal de San Miguel, pero los funcionarios siguieron haciendo negocios con ello.

Algo similar ocurrió con el transporte público, pues al inicio de su gobierno autorizó aumento de tarifas, pero luego reconoció que la modernización que ofreció no se cumplió.

Durante los primeros dos años de su gobierno, el mandatario prácticamente no hizo giras por la situación de la pandemia y fue hasta en los últimos meses que empezó a tener una mayor actividad.

Ruiz dice que, si bien había actos de corrupción de sus colaboradores que el mandatario ignoraba, hay otros de los que no era ajeno, como el arrendamiento de mil patrullas o el contrato de fotomultas, que generaron un daño patrimonial al estado.

El periodista añade que también el estado de salud de Barbosa influía en sus reacciones, pues tomaba decisiones precipitadas, tenía exabruptos, se confrontaba con muchos actores, regañaba en público a reporteros y muchas veces a sus colaboradores.

De manera innecesaria, expone, se enfrentó en público a empresarios, a rectores de universidades, a activistas, grupos sociales y a funcionarios del gobierno federal.

Alianzas y rupturas

Fueron célebres las frases acuñadas por Miguel Barbosa durante su desempeño, como que "nosotros los pobres somos inmunes" al covid-19, o que el contagio de ese mal se curaba con un "mole de guajolote", también que las jóvenes desaparecidas "se iban con el novio" o que en Puebla no había desapariciones "sino ausencias voluntarias".

A su muerte abundaron los memes donde recordaron lo dicho por el mandatario en torno a que la muerte de Martha Erika y Moreno Valle fue un castigo divino porque le hicieron fraude en 2018.

"Si algo generó esta administración fue una gran polarización, que derivó en estancamiento, en pobreza, falta de crecimiento", resume Ruiz.

De ser un parlamentario destacado a nivel nacional, como jefe del Ejecutivo de Puebla, Barbosa se distinguió por sus "vendettas" personales.

Así, lo mismo lanzó amenazas públicas a periodistas, como Francisco Zea, que contra activistas, como Saskia Niño de Rivera.

Socorro Quezada Tiempo, quien fue compañera del fallecido político en el PRD, cuenta que rompió con él en 2019 por diferencias de proyecto y que a partir de eso fue vetada en Puebla. "Me cerró todas las puertas y me persiguió, hasta me quiso armar un litigio", relata.

El único cuadro que le sobrevivió a Barbosa de su grupo perredista fue Juan Pablo Cortés, actual director de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento del Estado. En junio de este año, se distanció también de Eric Cotoñeto, quien era su principal operador político.

Olivia Carrera, quien es prima del fallecido gobernador, también acusa que el mandatario le armó una campaña que derivó en el cierre de un colegio particular que ella tenía en Tehuacán.

David Méndez, quien fue coordinador en la campaña de Barbosa en 2019 y luego formó parte de su gabinete hasta febrero de 2021, refiere que muchos de los 21 cambios de secretarios que ocurrieron en su periodo se explican por las dinámicas de gobierno que llegó a tener.

Por una parte, señala que el mandatario se fue cerrando cada vez más con un grupo cercano que se dedicaba a "grillar" (a lo que era muy afecto) y eso generó que el gobernador "se peleara" con todos los que una vez lo apoyaron y formaron parte de un proyecto de izquierda.

De los que estuvieron con Barbosa en la campaña de 2018 y que formaron parte del proyecto de izquierda, recuerda, prácticamente no quedó nadie al final de su gobierno, con todos rompió.

Hasta la semana de su muerte, el único que quedaba de los que participaron en la campaña de 2018 era Gabriel Biestro Medinilla, secretario del Trabajo, pero en las últimas horas se rumoraba sobre su posible salida.

La más reciente confrontación la tuvo con Melitón Lozano, quien fue su secretario de Educación y era uno de los pocos funcionarios militantes de Morena que quedaban en su administración.

A mediados de año, Lozano fue incluido entre las "corcholatas" de Barbosa para sucederlo en 2024. Luego, en la prensa afín a la coordinadora de Comunicación y Agenda Digital, Verónica Vélez, fue acusado de promover el abucheo de maestros que se registró contra el mandatario poblano durante un acto en el que estuvo López Obrador.

Aunque previo a esto había denuncias de malos manejos en la SEP, lo que marcó la salida de Lozano de la dependencia fueron estos señalamientos, que el funcionario calificó de "perversos y de mala fe".

Igual un caso emblemático de todas estas prácticas que se daban en el gobierno de Barbosa es el de Héctor Sánchez Sánchez, quien era titular del Poder Judicial del Estado y también estaba incluido entre los cercanos al mandatario que aspiraban a la candidatura a gobernador.

De la misma forma, medios de comunicación locales aseguraron que Sánchez se había reunido con el hijo del exgobernador Antonio Gali Fayad; del supuesto encuentro se publicó una fotografía.

Después se comprobó que quien aparecía en la foto no era el hijo de Gali, pero el magistrado ya había "caído de la gracia" del mandatario. El 17 de noviembre, Sánchez anunció que se retiraba de la vida pública, ante "la narrativa creada por más de cuatro meses seguidos para atacar a mi persona, familia y seres queridos".

En los últimos meses la burbuja de Barbosa estaba formada por su esposa, por Verónica Vélez Macuil y por el director de Gobierno, Julio Huerta Gómez, quien era su primo-hermano y realmente hacía funciones de secretario de Gobernación.

También, en su entorno estaban el entonces líder del Congreso, Salomón Céspedes Peregrina, hoy gobernador sustituto; Agustín Guerrero, secretario general de Morena y el diputado priista, Jorge Stefan Chidiac.

David Méndez, quien fue secretario de Gobernación, hace ver que la administración de Barbosa se "vació" de la gente de izquierda, para conservar a funcionarios y operadores que nada tenían que ver con el proyecto que se propuso en campaña. "No conformó un grupo político, sino una alianza de intereses", puntualizó.

"No se trata de hacer leña del árbol caído -dice-, sino que se ponga atención en Puebla para que se construya una alternativa que realmente proceda de la 4T y que tenga un compromiso social y de un auténtico cambio de régimen".

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