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IBERO atiende prevención y sanción de las violencias universitarias

La Universidad Iberoamericana Puebla busca promover la formación ética para resolver los conflictos a través de la mediación y el diálogo.
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La construcción de paz en las escuelas emana de la Declaración y el Programa de Acción para una Cultura de Paz (1999) de la Asamblea General de la ONU, donde se promueven comportamientos y condiciones para salvaguardar derechos específicos. De igual manera, en la Ley de Educación de Puebla se plantea una perspectiva de entornos educativos libres de violencia.

Con el fin de explorar las claves éticas para el cuidado personal y comunitario, la IBERO Puebla continuó con sus jornadas de formación en línea Claves para la prevención, atención y sanción de las violencias en el ámbito universitario, iniciativa que surge desde la Comisión para la Prevención de Violencias y del área de Mediación Universitaria, ambas instancias de la institución jesuita.

El modo de proceder de las personas se da por la vía pacífica o por el camino violento; en tiempos recientes, la humanidad transita más por la segunda opción. “Parece que está naturalizado que las cosas se alcanzan más fácilmente a través de las violencias”, advirtió el Mtro. Juan Luis Hernández Avendaño, director general del Medio Universitario. El rol de las universidades jesuitas es, por tanto, rechazar esta postura.

Vivimos la hegemonía de las ideologías capitalistas neoliberales a través del consumo voraz, el cual se nutre del egoísmo radical y la negación de los otros como posibilidades de solidaridad. La ética del cuidado tiene que ver con el cuestionamiento de los hábitos de consumo.

Del mismo modo, el dominio de la era del racismo se ha exacerbado: 250 millones de personas en el mundo han salido de sus lugares de origen para alcanzar las posibilidades económicas, ambientales y de seguridad de los países del hemisferio norte. Estos migrantes suponen amenazas para las naciones receptoras, como evidencian las políticas de los países de derecha.

México no está exento de la idiosincrasia racista: “En nuestro país hay muchas personas que, teniendo familiares en EE.UU., son críticas de los migrantes que atraviesan nuestro territorio”, como es el caso de los grupos de migrantes centroamericanos, caribeños y africanos. La respuesta, propuso Hernández Avendaño, sería educarnos en la interculturalidad para enfrentar el racismo.

De las hegemonías existentes, la que más ha sido desafiada ha sido la patriarcal, lo cual se ha reflejado al interior de las instituciones educativas, incluida la IBERO Puebla. “Toda hegemonía implica una resistencia, aunque sea desorganizada. La construcción de paz sería un eje para enfrentar al patriarcado y al racismo”.

En la IBERO Puebla existen espacios internos y externos para atender las violencias, con el objetivo de que los conflictos puedan resolverse a través de la mediación, sin necesidad de llegar a las resoluciones jurídicas. “Queremos avanzar caminos de perdón y reconciliación entre personas que se hayan conflictuado”. El objetivo último es que las violencias puedan procesarse, contenerse y resolverse a través del diálogo.

Uno de los rubros centrales de la búsqueda ética centrada en el cuidado personal y comunitario es el pensamiento crítico. La diferencia sustancial entre la moral y la ética es que la primera constituye un conjunto fijo y acabado de normas, mientras que la segunda es una reflexión de dichas reglas. Así lo abordó el Mtro. Óscar Gallardo Frías, académico de la IBERO Puebla.

Las tradiciones morales suelen ser azarosas, pues surgen como respuesta a un momento específico. Cuando la coyuntura cambia, las reglas permanecen, pero carecen de fundamento. “La moral nos da cierta orientación hacia la vida, pues permite un orden personal y social”, explicó.

 

En cambio, la ética sirve para comprender en qué consiste la moral, cuáles son sus referentes y poder fundamentar los mismos. El ejercicio del pensamiento crítico sobre la moral es la ética. “Al ser una reflexión ética sobre la moral, esta puede encontrar un fundamento o cambiar”. Indicó que incluso los derechos humanos fueron, en su tiempo, producto de una reflexión ética (tras la Segunda Guerra Mundial) que se convirtió en moral.

La contraposición de diferentes morales lleva a las personas a cuestionar sus referencias más allá de los intereses propios. En esos casos actúan los marcos amplios conocidos como “valores universales”, como el encuentro con el otro o la otra, la solidaridad, el proceso de escucha-diálogo, la generosidad y la no violencia. Gallardo Frías concluyó que las referencias básicas de la ética también tienen que ser problematizadas y cuestionadas.

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