Había una vez una familia que vivía en una casa grande y bonita, eran respetados por sus vecinos y gozaban de prosperidad. Salían a la calle a sus roles cotidianos con tranquilidad y decidieron con bastante claridad sobre sus negocios y otras ocupaciones. En la casa siempre se oían risas y música.

Pero entonces a la puerta de la casa vino un  duende, quien tocó y le dejaron entrar. El duende dijo; -¿Uds. no sabían que hay enemigos por todas partes? ¡Cierren las ventanas! ¡Pongan cadenas en las puertas!

La familia asustada se preguntaba: -¿Qué haremos ahora? El duende dijo: -Yo les cuidaré, protegeré, veré por ustedes.  La familia al escuchar esto se tranquilizó y  le preguntó al duende; - ¿Ud. nos puede proteger para siempre? El duende les respondió; -Claro que sí. Sólo que de ahora en adelante tienen que confiarme todos sus asuntos. Y decidiré para Ustedes.

La familia estaba aliviada. Se juntaron alrededor de la mesa del comedor y discutieron cómo entregarle todo el poder de decisión de familia de allí en adelante a su protector. Poco después sus ocupaciones diarias iban cambiando.  Se quedaban en casa y no salían mientras el duende se ocupaba de todo. Se volvieron viejos y nunca conocieron su nuevo rol en la vida mientras que  el duende ahora tenía muchas responsabilidades. A nadie se le ocurría ni preguntarle sobre sus actividades.

Las risas en la casa desaparecieron. En su gran seguridad dejaron de elegir su propio destino. Antes eran felices y ahora no lo son. Este cuento increíble puede parecer, pero nada alejado de nuestra realidad.

Con lo ocurrido a lo largo de la historia en el pueblo de México y como respuesta misma del pueblo mexicano, “respuesta” para unos y una señal de aproximamiento de tempestad para otros, el pueblo de México parece que abandona las urnas, parece que ya no quiere votar, no hay credibilidad en los partidos, tampoco en los políticos. Empresarios, trabajadores, amas de casa, jóvenes, todos parecen que han dado la espalda al proceso electoral que vivió nuestro país y nuestra entidad el 7 de julio pasado, menos del 50% de electores en Puebla fueron a votar, en otros estados la votación apenas superó el 30%.

Desde el inicio se veía venir este problema, el Instituto Estatal Electoral y sus problemas de arranque electoral junto con los electores desencantados, tanto el pinto como el colorado hicieron que se abandonaran las urnas, quizá se podrá ver desde la óptica que es el manifiesto de un castigo, que el pueblo está castigando a quien no ha trabajado de la forma adecuada, castigando a quien no cumple sus expectativas, pero otras ópticas apuntan al agotamiento pleno de la vía electoral, a la idea de que algunas instituciones han caducado, ya sea una u otra cosa deben de componerse, reinventarse.

La fractura de la relación del pueblo con los políticos y o gobernantes puede ir más allá del calificativo de un castigo, es de pensar lo que pasa en nuestro país. Es penoso ver tanta publicidad del Instituto Estatal Electoral por toda la ciudad invitando a la gente a ir votar y que aun así la gente no salió. Requerimos más que eso, el presidente Enrique Peña Nieto tiene un gran problema en el país, un país descompuesto, que además de la agenda política que lleva, ahora debe preocuparse  por el futuro electoral en México, podemos ser espectadores y solo sentarnos a quejarnos y a ver qué pasa, si el país seguirá siendo el mismo, peor o mejor que hace 6 años, o bien podemos participar activamente en las decisiones del país, desde nuestra pequeña trinchera nos toca hacer un juicio de lo que pasa en nuestro país, nos toca proponer, motivar, esperanzar, nos toca opinar, y nos toca evaluar. Me despido amable lector, no sin antes invitarte a que evaluemos pues el México que queremos en un futuro haciendo desde hoy participación ciudadana e interesándonos por nuestra sociedad y nuestra política como medios para conseguir el bien común y el bienestar social poblano mexicano.

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