Jóvenes: miedo, esperanza y abandono

  • Lilia Vásquez Calderón
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Miedo a la multitud, miedo a la soledad

Miedo a lo que fue, y a lo que puede ser,

Miedo de morir y miedo de vivir

Eduardo Galeano.  Patas arriba. Pág. 83

Hablar  dé y sobre los jóvenes en México se torna complejo, las preguntas que surgen  son: ¿Qué piensan los jóvenes? ¿Cuáles son sus aspiraciones? ¿Qué los motiva? ¿Qué opinan de nuestro país?  ¿Cómo viven y sienten la violencia? Las respuestas son múltiples y la dinámica de nuestra sociedad los orientará por 3 emociones: el miedo, la esperanza y el abandono.

Ante el miedo surge la posibilidad de conocerlo, de aprender a vivir y de tratar de justificarlo como un mal necesario, un castigo, una expresión de la fragilidad de la propia  personalidad,  tratar de  entenderlo implica preguntas que requieren respuesta, buscar su origen y justificación, quizás descubrir nuestros miedos y los miedos de los otros, de la sociedad,  de lo creados para vivir precisamente sintiendo miedo,  enfrentarlo es la transición de los dos procesos anteriores y la posibilidad de controlarlo y superarlo; el miedo se aprehende, es una experiencia humana que se justifica a través del pensamiento, no es el miedo lo que nos da miedo, son las ideas, los argumentos y las explicaciones las que nos asustan, limita, bloquean y aniquilan. Lo importante es no rendirse, tomarlo en serio,  enfrentarlo y superarlo.

Por ello ante el miedo queda la esperanza como una alternativa ética de vivir en una sociedad donde sea posible vivir con dignidad en paz a gusto. Por ello a los jóvenes les caracteriza una actitud solidaria, tolerante, autónoma, rebelde, honesta, el reclamo se traduce en resquicios, ventanas, horizontes que hacen posible lo imposible ante la barbarie del poder político, económico, cultural que los persigue, estigmatiza, amenaza,  acorrala, oprime y en caso necesario devora.

Tratar de anular su capacidad de sentir y pensar es lo prioritario por ello surge el abandono, esa sensación de vacío, minusvalía que los coloca como disidentes, revoltosos, a los que hay que castigar, perseguir, encerrar,  en caso necesario aniquilar.  Pero si algo caracteriza a nuestros jóvenes es su rebeldía, sus sueños, utopías,  libertad, su lucha pacífica y creativa. La violencia conviene, genera ganancias, se vende como espectáculo y se convierte en objeto de consumo.  Escuchar, entender, reconocer y sumarnos a los jóvenes se vuelve prioritario, en este siglo XXI, la pregunta sería ¿Qué le queda a nuestros jóvenes en esta época de vacío, banalidad, frustración, desinterés e indiferencia? Escucharlos, aceptarlos sumarse a su reclamo, solidarizarse en sus peticiones, ser cómplices, darles un voto de confianza y respeto es lo mínimo que podemos hacer ya sea en calidad de padres,  maestros, amigos, es el gran reto para las  instituciones educativas de nivel medio  y superior, a los partidos políticos y gobernantes no les interesa, así que no los ignoremos, no olvidemos que nos siguen faltando los 43 jóvenes de Ayotzinapa y los que diariamente desaparecen.

liliasilvia@yahoo.com

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Lilia Vásquez Calderón

Lilia Silvia Vásquez Calderón, Licenciada en psicología, maestra en derecho.

Coordinadora Académica del posgrado del  Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla (CCJP)

Docente jubilada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, BUAP.