¿Intentan un poder paralelo atrás de Sheinbaum?

  • Xavier Gutiérrez
Hay descuidos en el flanco interno que pueden ser muy peligrosos para la presidenta

La presidenta Claudia Sheinbaum sostiene una guerra en dos frentes. En uno despliega habilidades que sorprenden. En el frente externo no exhibe un papel protagónico con un lenguaje grandilocuente o acciones espectaculares. Al contrario, precisamente brilla por la discreción, pero al mismo tiempo el tino de su presencia pública y la retórica, la mesura y el activismo con sectores que son claves para su imagen pública.

Para decirlo claro: frente a los embates del trumpismo, camina con pies de plomo, va por la ladera del conflicto y con fina inteligencia no deja pasar una.

Negocia, cede, reclama, dialoga. No se esconde ni elude los dardos envenenados que casi a diario lanza Washington. Hasta hoy su posición frente a los Estados Unidos es firme, digna y constructiva. No pasiva, entreguista ni de confrontación.

En donde no se puede decir lo mismo es en el otro flanco, el interno. En la política interna han surgido escollos que envían señales de falta de un control pleno de los actores por debajo de ella.

La atención de los medios en torno a movimientos de políticos de segundo y tercer nivel representa imprudencias, errores graves y hasta pareciera que brotan raíces de contrapesos que no debieran existir en lo absoluto.

Nos referimos a la llegada en alfombra roja a las filas de Morena de políticos con una pésima imagen ante la opinión pública, que arrastran un escandaloso cargamento de abusos, latrocinios e impunidad. Los abanderados son los exgobernadores de Veracruz, Oaxaca y Morelos, Yunes, Murat y Blanco.

Y los integrantes del séquito de recepción no son mejores: Adán Augusto López y Ricardo Monreal. Pero tras de todos ellos, hay todo un listado de impresentables que se han trepado a puestos claves del poder federal o que de ayer a hoy medran en sitios estratégicos protegidos por otros igualmente advenedizos y de quienes los medios casi todos los días dan cuenta de abusos o antecedentes punibles.

Todo esto, es un contrapeso en imagen y hechos brutal para el acertado desempeño de la presidenta.

Diera la impresión que mientras ella cuida la frontera norte, una pandilla de conspiradores ocupa terreno mediante posiciones importantes donde hay presupuesto y poder, y ello permite ir colocando piezas y peldaños para la construcción de un contrapoder. Pensando probablemente en el sexenio siguiente.

Y lo más grave, este escenario parece gozar del visto bueno de la cúpula de Morena. Los movimientos de credencialización de estos personajes, más las atenciones, protección y señales de impunidad que les brindan los dirigentes, que no líderes de Morena, parece que construyen su propio pedestal o escenario para competir con el poder presidencial.

Y a todo esto, agréguele las señales evidentes de cobijo, apoyo y solidaridad de quienes dirigen a Morena, con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, cuyos vínculos con la delincuencia organizada de su estado son ruidosamente insostenibles en el plano interno y en la mira del propio Trump.

Y pasan los días y en el imaginario social del país se ve un escenario en dos planos: por un lado, el discurso del compromiso de la señora Sheinbaum con el destino del país en estas horas cruciales, y por el otro sus adversarios de ayer socavando el terreno del poder con piezas absolutamente repudiadas por la opinión pública.

Francamente, por momentos no se entiende esta clase de operaciones que van en línea frontal contra lo que pretende construir la presidenta.

Una de las interpretaciones más simplonas es que la brújula y dirección de Morena no está plenamente en manos de la presidenta. O que a sus espaldas o, lo más grave, con su anuencia transitoria, en ese espacio que debiera ser fundamental para construir el andamiaje político de su partido, no ha querido o no ha podido marcar el rumbo y dirección con firmeza.

Y esto es de primerísima importancia.

Sencillamente, el poder no se comparte.

Si por condescendencia, exceso de confianza o descuido, desde el poder presidencial se dejan pasar movimientos, colocaciones, avances o estrategias que golpean de frente a la imagen que construye a diario la presidenta, después el costo puede ser muy elevado.

No actuar con la diligencia, firmeza y determinación que requiere el dominio pleno del poder presidencial, es abrir una puerta lateral por la que se puede ir construyendo peligrosamente un poder paralelo.

Mucho cuidado.

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.