Reflexiones de fin de año, de un pasado reciente
- Luis Soriano Peregrina
En este último mes me han llamado periodista insistentemente, lo cual es un honor que me nombren así, aunque no lo sea. Respeto demasiado esta profesión y me queda claro que para serlo no solo es un tema de estudio y/o experiencia, sino de amor y pasión para quienes son periodistas y fotoperiodistas.
Ellos los verdaderos periodistas me han permitido ocupar un espacio a su lado, en la calle, en las ruedas de prensa, pero yo estoy muy lejos de poder decirme periodista, tal vez comunicador y en ocasiones entrevistador, pero esta tarea la asumí por necesidad de visibilizar nuestras acciones, pues la lucha social invariablemente tienen cerrados los espacios tradicionales y se ha visto obligado a construir medios alternativos de comunicación que nos permitieran expresarnos y hacer resonancia pública de lo que estaba sucediendo.
En lo particular observo que esos espacios los vi cerrados desde que inicié la lucha social y es desde el gobierno de Moreno Valle hasta el gobierno que recientemente terminó, donde la constante fue el cierre absoluto de los medios tradicionales a las voces disonantes. Por lo mismo es importante aclarar que el medio para nosotros fue, es y seguirá siendo, una herramienta de divulgación de la dignidad de los derechos humanos y no propiamente un instrumento de comercio. Gracias a la constancia y a que llevamos más de diez años con estos medios alternativos, de manera natural y por la suma de seguidores del mismo medio, dejó de ser una herramienta y ahora también es un instrumento que tiene alcance en el estado, a nivel nacional y afortunadamente somos observados en América Latina. Por lo mismo hoy por hoy el medio se vuelve un instrumento formidable de viralización.
Para precisar quién es el que escribe, corresponde a un abogado que ha transitado de trabajar en la cosa pública, desde pegando propaganda en la calle, acomodando sillas, tocando puerta por puerta, a ser empleado general, cargándole el portafolio al jefe, notificando, aprendiendo en teoría y en la práctica de administración pública municipal, estatal y federal, a ser abogado operativo consultivo y contencioso, a ser jefe de departamento, director, magistrado, comisionado de búsqueda, subsecretario y ahora visitador general con especialidad en defensores de derechos humanos y periodistas en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDHP), pero para todo esto, la vida me llevó también por la ruta de buscar dignificar los derechos humanos, y lo acentúo más porque la vida me forzó a caminar una ruta que yo desconocía.
El gobierno de Rafael Moreno Valle es el que me ubicó en una ruta que no busqué y que desconocía que existía, pase de ser en los años 2011 y 2012 empleado de dicho gobierno, donde tenía entre mis funciones la de ser el apoderado legal del Gobierno del Estado y con especial énfasis en materia laboral a ser luchador social, manifestante, gritón, opositor y defensor de la dignidad humana en Puebla y por consiguiente uno de los cientos de perseguidos de aquel gobierno, el cual se amplió con la gestión de Tony Gali y arreció en el breve gobierno de Martha Erika Alonso, hoy que me han dado la oportunidad de ya no incidir sino de operar acciones para dignificar los derechos humanos en Puebla.
Importante frase es la de “origen es destino” y mi origen fue que, siendo viejo con una vida resuelta, inicié en el 2013/2014 a ser un muy novato luchador social que aprendió en la calle, en las marchas, en los discursos callejeros, donde las arengas surgen desde lo más profundo del alma y con la misma fuerza que se nos pretende someter. Así es como conocí nuevos y muchos maestros, líderes sociales, activistas, periodistas, gente buena que los llevaron a malas situaciones, donde la lucha social es lo último que nos quedaba por hacer, pues algo que nos unía es que éramos los nadies, los nada, los que no existíamos, los que no nos escuchábamos, los invisibilizados, los silenciados.
Y esos gritos en la calle del luchador social, te erizan la piel, te llenan de energía, te atrae, se vuelve un grito en un desierto de personas que no te ven, por eso son gritos fuertes, contundentes y asertivos, porque la lucha social es la lucha por la dignidad más pura del reconocimiento de las personas y ahí mi vida también cambió.
El viernes 10 de abril del 2015 desperté sin imaginar que pudo haber sido el último día de vida o mi primer día como desaparecido o volverme un reo más en San Miguel. Recuerdo que aproximadamente a las 4 de la tarde sonó por primera vez el timbre de la casa, y ese fue el banderazo de salida del gobierno de Moreno Valle para finalmente deshacerse de uno más de los indisciplinados e incómodos; el pretexto fue el adeudo de tenencia vehicular, un mega operativo para cobrar la tenencia vehicular, con policías de un lado y del otro lado de la calle, claro era el motivo del acto de molestia. En esa época Moreno Valle había detenido a varios antes del 10 de abril y detuvo a otros más después de esa fecha; eso tenía en alerta a los activistas y luchadores del estado.
En mi inexperiencia pensé que a mi nada me sucedería, pero sí sucedió y me fui de Puebla, mi destino era Cherán, Michoacán, municipio que en esos años estaba en boga internacional por volverse un municipio autónomo de usos y costumbres que logró sacar tanto a los talamontes, a los partidos políticos y a toda delincuencia del municipio, constituyéndose como un gobierno comunitario y con quienes entablamos una formidable alianza, así que ese era el camino para resguardarme, pues al ser capaces de no permitir el paso de la delincuencia, sería viable contener los ataques morenovallistas; sin embargo, el destino me tenía otra ruta y fue no llegar en ese momento a Cherán, sino a ser adoptado por muchos integrantes de la Red de Todas y Todos por los Derechos Humanos y ser beneficiario del mecanismo de protección de periodistas y defensores en riesgo, donde tuve oportunidad de deconstruirme de luchador social o activista ciudadano a defensor de derechos humanos desde una muy particular visión que hoy afortunadamente comparto con otras y otros compas que nos permiten caminar juntos.
El año 2015 fue un año que selló mi destino. Pasé de ser funcionario público, a luchador social o activista ciudadano, a defensor de la dignidad de las personas, teniendo la oportunidad en mi autoexilio de ser parte de un espacio que me permitió deconstruirme y aprender de muchísima gente local, nacional e internacional, espacios donde transitaban desde familiares de desaparecidos, defensores de defensores, periodistas desplazados, defensores históricos. Tuve la oportunidad también de compartir espacio con las fuerzas de izquierda de México, las eternas, pero también las nuevas visiones.
Todo eso me hizo cambiar radicalmente de quién era a quien hoy soy, y eso también me tiene en la complicación de asumir esta identidad con lo que es el ejercicio público, pues como veía las cosas antes, hoy las veo diferentes y eso es un constante y diario ejercicio de aprendizaje, tolerancia, asimilación y aceptación, incluso la de priorizar qué procesos impulsar, pues el defensor de derechos humanos lo lleve en la Subsecretario de Derechos Humanos del gobierno interino de seis meses, motivando positivos y negativos.
Innegable será aunque pretendan ocultarlo, la existencia hoy de dos comisiones fundamentales para Puebla: la de Búsqueda y la de Víctimas; pero también el costo personal fue enorme en el gobierno que siguió, el de Barbosa Huerta, pues la consecuencia de hacer de esa subsecretaría la unidad administrativa de los defensores y periodistas me llevó a ser despedido, difamado y perseguido por el que fuese gobernador de Puebla.
Que este relato sirva para quienes pretenden ser o entrar a la lucha social, que se preparen, porque nadie te avisa o te platica o te prepara para enfrentar lo que nunca más podrán recuperar y se trata de lo más íntimo de mi vida: la destrucción total de toda la red de seguridad, entornos familiares y amistad, pues nada será como lo era antes, y si me preguntan si vale la pena esto que hacemos por convicción, les digo que lo vale, porque no hay nada más valioso que aspirar a ver un mundo donde la dignidad sea motor que logre la felicidad de todas las personas.
Esta es nuestra reflexión de fin de año, y que esta temporada nos ayude a recordar las convicciones que nos unen como pueblo y que nos inspire a seguir trabajando con honestidad y amor para construir un país con derechos humanos, igualdad y prosperidad.
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Abogado, defensor de derechos humanos. Fue subsecretario de Derechos Humanos y primer encargado de la Comisión de Búsqueda en Puebla. Actualmente es director para América Latina de la Organización Mundial de DH y Paz y presidente de Voz Ciudadana por los Derechos Humanos