¿Está el árbol volviéndose loco?
- Alejandra Fonseca
En el mundo del liderazgo, algunos se encuentran atrapados en una farsa, rodeados por personajes que parecen sacados de una novela absurda. La historia de “El gran árbol frondoso” es el ejemplo perfecto de cómo las apariencias pueden engañar, y cómo los peores enemigos a veces vienen disfrazados de aliados.
Este árbol, que en realidad nunca fue tan fuerte como se decía, se mantenía en pie más por inercia que por convicción. A su alrededor rondaban “el Patrón” y “la Mermelada”, dos figuras que más que apoyarlo, se dedicaban a socavar lo poco que tenía.
El Patrón, un alcohólico crónico con aspiraciones de espía y padrote, pasaba sus días vigilando los movimientos del árbol, no porque le importara, sino porque el alcohol le daba la certeza de que solo él podía salvar el bosque de un desastre inminente. Armado con una botella en una mano y un par de binoculares en la otra, cortaba las ramas del árbol con el pretexto de que así lo fortalecía. Claro, lo hacía mientras murmuraba conspiraciones sobre lo que los otros árboles podrían estar tramando.
Y luego estaba la Mermelada, un supuesto gurú cuya mayor habilidad era envolver sus mediocridades en un lenguaje tan enrevesado que nadie se atrevía a cuestionarlo por ser inteligible. Se presentaba como un operador experto, siempre con una nueva “estrategia infalible” que, en realidad, consistía en arrancar las hojas más frescas del árbol para venderlas al mejor postor. Mientras el árbol se debilitaba, la Mermelada seguía predicando sobre la importancia de “renovarse” y “desprenderse de lo viejo”, como si no se viera en un espejo y sus acciones fueran un favor en lugar de un saqueo.
Con el tiempo el árbol comenzó a desmoronarse, y lo que alguna vez fue una sombra protectora, se convirtió en un triste fantasma de lo que pudo haber sido y no fue. Los murmullos en el bosque empezaron a crecer: "¿Estaría el árbol volviéndose loco?" Algunos insinuaban que sufría de “bipolaridad”, mientras otros se preguntaban si simplemente había perdido el rumbo bajo la influencia de un alcohólico delirante y un falso profeta.
Al final el gran árbol cayó, no por una gran tormenta ni por un golpe certero, sino por el desgaste permanente de las expectativas irreales y las manipulaciones de aquellos que nunca fueron verdaderos aliados. Y mientras caía, el Patrón y la Mermelada ya estaban planeando su siguiente “misión”, sin mirar atrás.
La lección para quienes son hombres y mujeres de principios, es clara: "Aprended a entender de qué madera estáis hechos". No todos somos bulokes australianos, -árbol de palo fierro, la madera más fuerte del mundo-, y eso está bien, pero rodearse de quienes solo buscan su propio beneficio sin importarles el daño que causan, es una receta para el desastre.
Este mensaje, aunque no te mencione, es para ti. Si el liderazgo te pesa, quizás es hora de reconsiderar con quién compartes la sombra. Al final del día, no es suficiente parecer fuerte, hay que serlo, especialmente cuando no te das cuenta -por distracción o incapacidad-, que los que te rodean están más interesados en verte caer porque desean ver su reflejo en el espejo del poder.
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