Maduro ganó las elecciones; la mayoría votó por él
- Juan Manuel Celis Aguirre
El domingo 28 de julio, en Venezuela hubo elecciones presidenciales en las que ganó Nicolás Maduro, con el 51 por ciento del total de los votos contra un 44 por ciento logrado por el grupo opositor, mismo que ahora busca dar un golpe de Estado y que ha promovido la violencia en las calles con las guarimbas.
El lunes 29 de julio, el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó a Maduro como jefe de Estado reelecto, luego de ganar las presidenciales con 5 millones 150 mil 092 sufragios, mientras que la oposición logró 4 millones 445 mil 978 sufragios; es decir, el chavismo ganó las elecciones con una diferencia clara de más de medio millón de votos. Se trató, pues, de un triunfo contundente.
Hace una semana o poco más, todos los analistas serios afirmaban que, si la participación electoral era del 60 por ciento, el presidente Nicolás Maduro ganaría sin problemas, porque el chavismo tenía un voto consolidado de 5 millones de personas. Y de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral votó el 59 por ciento del padrón. Y por el chavismo votaron 5 millones 150 personas. Con esos números no se puede perder una elección en aquel país.
Sin embargo, tras su derrota, la derecha venezolana y mundial han lanzado una serie de ataques al gobierno de Nicolás Maduro con toda la fuerza mediática que tienen: en la prensa, los diarios digitales, la radio, la televisión, así como las redes sociales. A esa campaña de lodo se han sumado, con gran gusto, los presidentes de varios países de América Latina y de Europa, todos ellos seguidores obedientes del imperio burgués de Estados Unidos, que es quien les dice qué deben decir, cómo deben comportarse, qué deben hacer o no hacer y a quién deben criticar.
Por otro lado, esa misma derecha desde el lunes ha comenzado a sembrar el odio en las calles de Venezuela, con las guarimbas, que son grupos radicales de la derecha entrenados para generar violencia extrema.
La oposición no tiene datos que comprueben que hubo fraude o que las elecciones no fueron limpias. En primer lugar, porque la jornada electoral del domingo fue muy pacífica, no hubo problemas en Venezuela. Además, porque el Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela, su sistema de votación, su recuento de votos y la comprobación de actas, no puede albergar dudas sobre los resultados emitidos.
Un análisis de prensa dice: “Desde la Constitución de 1998, tiene el rango de quinto poder del Estado, junto al Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Moral. Su actuación es fiscalizada por los partidos políticos que participan de la vida política del país. Más allá de exabruptos, es una de las instituciones que gozan de mayor prestigio internacional, tanto por su tecnología como los mecanismos para tabular los datos. El CNE es salvaguarda de los derechos democráticos de los ciudadanos venezolanos cuando se trata de ejercer su derecho a voto. Tan fiable como el francés, español o italiano. Han sido muchas las elecciones celebradas en la República Bolivariana de Venezuela, donde el CNE ha sido garante de los resultados. Sean regionales, parlamentarias, presidenciales o plebiscitarias, siempre han actuado con rigor. En ocasiones han ganado los partidos opositores, en otras la coalición de gobierno. Pero siempre han respetado escrupulosamente la voluntad expresada en las urnas”.
La derecha busca desconocer la labor del Consejo Nacional Electoral, desde el triunfo de Hugo Chávez Frías en 1998. Pero ahora tienen un problema grave: la composición del actual Consejo Nacional Electoral es resultado de los acuerdos previos entre oficialismo y derecha, y en consecuencia allí hay representantes de la derecha que, hasta ahora, no han salido a decir que hubo fraude ni nada por el estilo.
La derecha mundial ha lanzado una serie de ataques contra los chavistas y el gobierno de Nicolás Maduro, pero se trata de crear una imagen distorsionada, bajo el argumento falso de ser un país sometido por una cruel tiranía. Pero qué tiranía es aquella donde los candidatos opositores se mueven libremente por el país, controlan la televisión por cable, hacen uso indiscriminado de las redes sociales y en sus arengas piden la intervención extranjera, alientan un golpe de Estado, llaman a las fuerzas armadas a romper el orden constitucional y se vanaglorian de tener amigos poderosos que les financian y apoyan en sus demandas. Eso es libertad de expresión y prensa. Así que en Venezuela no hay tiranía, de ninguna manera.
Lo que sí hay, y eso lo debe admitir la derecha nacional que encabeza María Corina Machado y la mundial, que encabeza Estados Unidos, es que la mayoría del pueblo de Venezuela apoya a los chavistas y a su gobierno. Por eso, una vez más, les dan el triunfo en las elecciones.
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Es líder del Movimiento Antorchista en Puebla, cuya membresía suma a 300 mil poblanos. Es ingeniero de profesión, líder social durante 50 años, fue diputado federal y es un gran promotor del arte y, sobre todo, de la música. Es un excelente guitarrista y pianista.