Atención en salud, ¿a través de una pantalla?
- Leticia López Posada
Si bien es cierto que la tecnología llegó para quedarse, transformar y facilitar nuestras vidas, y que la pandemia vivida en 2020 fue detonadora para que nuestra creatividad rompiera barreras y muchas profesiones trasladaran sus servicios a la virtualidad, en el área de la salud siempre caben muchas dudas sobre la forma de proceder en la atención clínica a distancia y todavía hay cosas por decirse. En este tema, no hay nada que sustituya al contacto humano, sobre todo cuando hay un familiar o ser querido enfermo y debe ser atendido.
Evidentemente hay muchos tipos de atención que requieren la presencialidad, pero hay otros que sí pueden hacerse, y en ese sentido implican la mayor parte de las veces una mayor accesibilidad para que pacientes que por cuestiones de movilidad o dependencia puedan ser atendidos a la distancia. En este artículo, quisiera comentar algunos pros y contras de la atención en salud a través de una pantalla, bien conocida como “Telesalud” (telemedicina, telenutrición, telepsicología, entre otros) y algunos lineamientos que los profesionales de la salud debemos cumplir en fortalecimiento de una práctica ética que siga poniendo en el centro a la persona y no a la enfermedad, y en la que la tecnología sea un medio y no el fin último.
La Telesalud implica el uso de tecnologías de la información y de la comunicación para dar atención clínica y seguimiento de la misma a larga distancia, y de igual manera se puede utilizar para la educación relacionada de la salud, ya sea del paciente o del profesionista (Baladia, E. et al, 2020). Gracias a ella se pueden ofrecer servicios de salud básicos en cuestiones de emergencia y puede garantizar el seguimiento del tratamiento (médico, nutricio, psicológico, etc.) a grupos vulnerables, como lo son aquellas personas que padecen enfermedades crónicas no transmisibles.
Se considera un servicio de Telesalud a todo aquel que es remunerado, que se otorga a petición de un interesado, que se realiza por vía electrónica y a distancia. No es Telesalud, la venta de medicamentos o suplementos on line, tampoco las recomendaciones que se dan a través de redes sociales como TikTok o Instagram, los portales de información en salud o el envío electrónico de recetas médicas.
La Telesalud implica un proceso de comunicación entre un profesional debidamente acreditado y el paciente, usuario o cliente; siempre debe aplicarse en apego al proceder ético de cada profesión y debe prever estricta confidencialidad y uso adecuado de los datos clínicos para otorgar en corto tiempo un diagnóstico preciso.
Aunque poco se sabe de las regulaciones de este tipo de servicios en nuestro país, pues las modalidades y técnicas han sido diversas, el gobierno de México a través de la Dirección de Telesalud del Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (CENETEC) se encarga de coordinar junto con los Servicios de Salud Estatales, programas de Telesalud de calidad y oportunos; también se encarga de construir modelos integrales y promover el uso de dispositivos, equipos móviles y plataformas para proveer estos servicios a la población. Toda la información al respecto se aloja en el siguiente sitio:
https://www.gob.mx/salud/cenetec/acciones-y-programas/direccion-de-telesalud
En él se pueden encontrar lineamientos de práctica pública sobre atención, seguimiento y monitoreo a distancia o canalización para interconsulta entre otros; pero incluso para la práctica privada hay algunas guías que sugieren aspectos técnicos para la implementación e instalación de un teleconsultorio.
Hasta ahora se han mencionado ya algunos beneficios de la Telesalud, como la accesibilidad o la agilidad de la atención; sin embargo, la sustitución del trato humano a través de una pantalla, es un tema para analizar. Por tanto, el profesional que oferta este tipo de servicios debe poseer habilidades blandas como comunicación asertiva, adaptabilidad, tolerancia, pensamiento crítico, desarrollo de empatía entre otros. La pantalla o bien las llamadas telefónicas para la atención en salud son un medio para comunicarse que deben usarse con profesionalismo y respeto.
Debemos ser conscientes de que la distancia imposibilita la exploración física, la observación de signos clínicos o cosas sencillas como la toma de peso, y por lo tanto, el profesionista debe valorar con toda su experiencia cuáles son los servicios que puede y no puede otorgar a distancia. Lo que es cierto, es que la educación en salud y los cambios permanentes en el estilo de vida, el apego al tratamiento y la autogestión de la salud, son procesos que han demostrado ser útiles y de gran valor para los pacientes.
La teleconsulta debe tomarse en serio: no relaja la seriedad del proceso y el profesionista debe proveer las herramientas y el ambiente adecuado para que la información fluya, se registre adecuadamente y se construya y se dé seguimiento a los datos del historial clínico, además de asegurar la privacidad completa de los datos al ser información sensible. Se debe contar con los avisos de privacidad correspondientes y por lo tanto se sugiere el uso de herramientas como Skype, Video chat de WhatsApp, Zoom o Facebook. Después de lo expuesto, la práctica de la Telesalud no es para cualquier profesionista, y tampoco lo es para todos los pacientes.
Cierro con una frase del Premio Nobel Muhammad Yunus: “La tecnología es importante, pero lo único que realmente importa es qué hacemos con ella”.
Referencias
Baladia, E., Camacho-López, S., Marqués, M. y Benítez Brito, N. (2020). Telenutrición y teledietética: guía de buenas prácticas. Academia Española de Nutrición y Dietética.
Opinion para Interiores:
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Licenciada en Nutrición y Alimentos. Maestra en Nutrición Clínica por la Ibero Puebla. Diplomada en Nutrición y Alimentación. Certificada como educadora en obesidad del adolescente. Actualmente coordina la Licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos