El dilema de los programas educativos
- Lorenzo Diaz Cruz
Los problemas de la educación constituyen un asunto de suma importancia para el futuro de México, en parte porque el bienestar de sus habitantes depende en buena medida de la solución a los mismos. En las definiciones y propuestas educativas deberían participar todas las instancias gubernamentales pertinentes (SEP federal y estatales), los sindicatos de maestros, los padres de familia, los agentes económicos y por supuesto los diversos sectores de la academia y las universidades.
De acuerdo con la Constitución Política de nuestro país, la rectoría de la educación corresponde al estado, quien debe coordinar a todos los agentes involucrados para contar con un sistema educativo que ofrezca una educación de calidad, una educación que promueva los valores humanistas y científicos. Sería de esperarse que todos los gobiernos tuvieran la altura de miras para actuar más allá de su propia agenda política, respetando y promoviendo la diversidad de ideas y personas.
Sin embargo, en la actividad educativa cotidiana observamos que surgen presiones, intereses, conflictos, de modo tal que para muchos de esos actores pareciera que la educación es lo menos prioritario, y más bien tratan de librar la problemática que se les presenta día a día. Así, para el Gobierno Federal parece más importante que no haya manifestaciones, toma de casetas, zafarranchos y tantos problemas que son utilizados por diversos movimientos como medida de presión para conseguir sus fines, legítimos o no tanto. Por parte de los maestros, es su derecho buscar que su salario sea decoroso, que no sea necesario tener dos plazas para sobrevivir o completar sus ingresos con otras actividades extra-escolares. Los gobernadores a veces se quedan entre esos dos fuegos, entre las protestas en sus estados y la insuficiencia de recursos para atender las demandas, o bien les nace actuar con la mayor indiferencia hacia la problemática de la educación.
Con tantos problemas es de esperarse que la calidad de los programas educativos sea lo último que les preocupa a todos los actores que participan en el proceso educativo. Así, para los padres de familia es más preocupante conseguir un ingreso digno y que la escuela sea un lugar seguro para sus hijos, sin detenerse a pensar en los contenidos de los programas, que son quizás lo último de sus preocupaciones. Puede ser que al final del año se conformen con lo que sus hijos aprendieron o tal vez se preocupen si sus niños de segundo o tercero de primaria no saben leer, ni realizar las operaciones básicas de aritmética. Por el lado de las y los maestros que deben lidiar con dos trabajos, se conforman con dominar lo que están enseñando por un buen tiempo, o incluso les preocupa que haya cambios que los obliguen a estudiar o trabajar más.
Bien podríamos argumentar que la calidad de la educación está directamente relacionada con el nivel de vida de los maestros. Mirando los ejemplos de aquellos países con los mejores sistemas educativos, deberíamos exigir que un maestro gane lo mismo que cualquier profesionista de clase media.
Por otro lado, en cada sexenio el gobierno federal se encuentra ante el dilema de mantener unos programas educativos que no ofrecen resultados o que no representan sus ideales. Así llega a plantearse el diseño de nuevos planes de estudio, aunque en la manera de acercarse al problema actué según su conveniencia. Así, para un gobierno cercano a los empresarios le resulta natural recurrir a alguna consultoría para que se haga cargo del problema, y en el camino suele ocurrir que le de preferencia a sus empresarios más cercanos. Otro gobierno preferirá confiar esa labor en algún militante de su causa, alguien que les sea fiel y comprometido con sus ideas de gobierno, aunque tenga una idea muy limitada sobre la problemática asociada con la educación.
En el caso de este gobierno de la 4T, ha circulado en meses recientes una propuesta para cambios en los programas de estudio de primaria a secundaria. A reserva de que se hagan públicas las conclusiones, podemos dar una primera mirada a sus contenidos. De entrada se habla de los llamados “Campos Formativos”, cuyos contenidos no consideran la especialización por disciplinas. En su lugar se busca que esos contenidos respondan a situaciones que sean relevantes para el individuo y la comunidad, y que sirvan para encontrar soluciones a los problemas de la misma.
Para los grados de secundaria, esa propuesta contempla los siguientes campos: a) Lenguaje, b) De lo Humano y lo Cotidiano, c) Ética, Naturaleza y Sociedad y d) Saberes y Pensamiento Científico. Dado lo que se conoce, se puede decir que este planteamiento queda muy abierto, y sería necesario contar con elementos adicionales para pronosticar si pueden funcionar o no. Hay muchos aspectos de pedagogía, psicología, ciencias del aprendizaje, que deberían contemplarse de una manera integral para plantear una reforma educativa.
En estos planteamientos se asume que hay muchas formas de conocimiento y saberes, incluidos los de los pueblos indígenas, lo cual es válido por supuesto, pero habría de precisar un poco más su contexto. Por ejemplo, hay toda una tradición de parteras que funcionan en las comunidades, cuyo conocimiento se puede aprovechar, compartir o enriquecer. Sin embargo, si queremos saber cómo funciona un celular tendríamos que recurrir a la ciencia universal disciplinaria, y lo mismo vale para responder ante retos como el COVID, la producción de vacunas, etc.
Podemos respetar cada una de las diferentes cosmovisiones de todos los pueblos, como una manera de explicarse el mundo y organizar la convivencia o el sentido de pertenencia al mismo. Sin embargo, debería darse su lugar a cada forma de conocimiento. Así, si queremos saber la edad de la tierra, alguien que prefiera consultar la Biblia nos dirá que la tierra tiene unos cuantos miles de años. Por otra parte, si vemos un tratado de Geología aprendemos que la edad de la tierra es de varios miles de millones de años. Desde el punto de vista de la ciencia pensamos que la Biblia está equivocada, pero según esta visión de la educación, pareciera que ambas respuestas son correctas. A favor del conocimiento científico, podemos argumentar que además de la edad de la tierra, podemos predecir el movimiento del planeta, el clima, el calentamiento global, etc.
En el caso de los “Saberes y Pensamiento Científico”, el programa plantea discutir temas de i) Salud, ii) Degradación ambiental, contaminación y cambio climático, iii) Procesos históricos de generación del conocimientos científicos y tecnológicos, iv) Procesos y fenómenos naturales. Para cubrir esos temas se plantean diversos “Diálogos”, con los cuales se espera cubrir ciertos temas, con orientaciones que incluyen conocimientos de Biología, Química, Física y Matemáticas. De entrada nos podemos preguntar cómo será posible que los alumnos usen los conocimientos de esas disciplinas si no las han visto antes.
Peor aún, al evitar las disciplinas, se llegan a plantear algunos temas cuyos antecedentes son desconocidos por los alumnos, temas que son necesarios para saber de qué se está hablando. Por ejemplo, en la parte de Biología de Primer grado de secundaria se propone que los alumnos que “investiguen el comportamiento que han tenido los principales contaminantes del aire, como el SO_2 …”. Aquí cabe preguntarse si los alumnos saben que significa el símbolo “SO_2”, o si ya leyeron algo de la tabla periódica, el concepto de átomo y molécula, ya que sin esos conocimientos la instrucción carece de sentido. Otro planteamiento que parece poco realista, por la misma razón, es este: “Promueva que las y los estudiantes identifiquen la composición química del alcohol, así como sus propiedades”. En otro de los puntos a discutir, resulta curioso que las medidas de seguridad industrial se asocien con la física, es algo nunca visto.
De la misma manera, es válido preguntarnos si puede hablarse sobre el tema de las formas de producción de energía eléctrica, sin antes haber estudiado el concepto de energía en física. Otro punto que parece inadecuado es una pregunta planteada en los temas de física, que dice: “¿En qué se parecen las ondas electromagnéticas a un triángulo rectángulo?”, la respuesta sugerida es que las ondas electromagnéticas son descritas por las funciones trigonométricas seno y coseno. Me parece que ni siquiera un alumno de prepa tienen los conocimientos para que hagan sentido la pregunta y la respuesta.
Esa manera de presentar los temas debiera discutirse con los especialistas en cada tema. Se supone que los científicos sabemos sobre nuestra disciplina. Una práctica científica de muchos años nos lleva a ver diferentes maneras de presentar un problema, formas equivalentes de enunciar un principio, o incluso reconocer cuando un planteamiento popular de una ley física pueda ser válida sólo de forma parcial o aproximada, o incluso estar completamente equivocada.
En el caso de la física me parece que es una propuesta arriesgada suponer que se puede llegar a un conocimiento válido a partir de las experiencias comunitarias. Por ejemplo, si nos atenemos a los puros sentidos y cierta lógica, se puede creer que una pluma cae más lento que un esfera de plomo. Es justo ahí donde se aprovecha la experiencia de los grandes científicos, como Galileo, que realizaron experimentos y razonaron para llegar a la conclusión de que el aire juega un papel relevante en la caída de los cuerpos. Si no hubiera aire, se encontraría que ambos objetos, la pluma y la esfera, caen con la misma aceleración. El fenómeno de la caída libre se explica con las leyes de Newton. ¿Pero cómo llegar a ese conocimiento a partir de la pura experiencia local? No me parece adecuado deshacerse por completo de una enseñanza que presente los conceptos centrales de cada disciplina.
Un método de enseñanza de la ciencia bien planteado, debería presentar los experimentos relevantes y a partir de ahí discutir las implicaciones, hasta llegar a las leyes que se conocen, con una profundidad adecuada para los estudiantes de cada nivel. Eso sería lo ideal para este tiempo que vivimos, con tantos recursos tecnológicos al alcance de cualquiera, pero cuya explicación desconoce la mayoría.
Cuando una propuesta docente es dominada por una ideología, se puede llegar a absurdos, como los que he mencionado. Los planes de estudio no pueden hacerse de forma improvisada, debe plantearse un mejor método para discutir la pertinencia de un programa o la forma de presentar un tema. Sería un grave error que no se amplíe la discusión, para permitir que expertos se involucren en la discusión de los diferentes temas, desde diferentes ángulos, para concluir entre todos sobre las virtudes y defectos de una propuesta de planes de estudio, lo que tanta falta hace a la escuela en México.
Opinion para Interiores:
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Doctor en Física (Universidad de Michigan). Premio Estatal Puebla de Ciencia y Tecnología (2009); ganador de la Medalla de la DPyC-SMF en 2023 por su trayectoria en Física de Altas Energías. Miembro del SNI, Nivel lll. Estudios en temas de educación en el Seminario CIDE-Yale de Alto Nivel (2016).