Big Pharma

  • Rafael Alfaro Izarraraz
Hay vacunas porque varias empresas ya tenían experiencia en el combate a otros virus

El júbilo estalló en el mundo cuando las imágenes de las primeras personas que fueron vacunadas circularon en el mundo. Y no es para menos, como expertos en el tema de pandemias lo han expuesto por fin se puede mirar una luz al final del túnel. Prácticamente a un año de iniciada la pandemia, la ciencia se ha erigido en la gran figura al lograr convertir una tendencia desoladora en un punto de esperanza y tranquilidad.

Pero también han empezado a surgir puntos de vista que empiezan a sospechar del innegable éxito de la ciencia. Bueno, más que de la ciencia de quienes son los encargados de controlar la industria que producen las vacunas contra el COVID-19 y que lo hacen sobre la base de principios científicos. Bueno, sectores se preguntan: por qué si en un año se ha logrado crear una vacuna contra el letal virus SARS-CoV2, en tantos años no tenemos una vacuna contra el cáncer o el VIH, la hipertensión o la diabetes.

La respuesta que se ha dado a esta duda que ha surgido en algunos segmentos de la población, ha sido respondida con cierta lógica al explicar que estas empresas ya contaban con una experiencia previa precisamente en el combate a otros virus. Ese antecedente sirvió para dar un salto de calidad y crear la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, al adentrarse en este tipo de industria empiezan a surgir varios aspectos que no cuadran con la respuesta anterior o que por lo menos no deja de sembrar dudas.

La industria farmacéutica ha cambiado en las últimas décadas, y ha pasado de una industria preocupada por los derechos de la salud de mujeres y hombres a un modelo hospitalcéntrico, individualista y curativista surgido en Estados Unidos (ver: Allan Rodríguez Artavia: La realidad detrás de las farmacéuticas. Sendas de una posmodernidad que no perdona: en: file:///C:/Users/Agueda/Downloads/Dialnet-LaRealidadDetrasDeLasFarmaceuticas-4895855.pdf). La antigua creencia romántica de que las empresas de este sector trabajan para mejorar la salud de mujeres y hombres, es cada vez más un buen principio que le dio origen, pero que ahora sus prácticas nada tienen que ver con ello. Un primer aspecto a considerar es que solamente una veintena de empresas controlan el mundo la producción fármacos.

Para esta industria el punto clave es que la salud como fenómeno ha ingresado al ámbito de la economía. Por lo que la salud se mide en función de criterios de ganancia y no de la salud en sí misma como ocurría en el pasado. Las empresas fijan sus criterios en torno a la ganancia y aquello que les puede redituar márgenes extraordinarios como toda empresa. El tema de la salud es un tema sujeto al mercado. Y, bajo esa lógica, la salud de las personas siempre serán valoradas en torno a si sus padecimientos son susceptibles de dejar buenos rendimientos (ver: Allan Rodríguez Artavia: La realidad detrás de las farmacéuticas. Sendas de una posmodernidad que no perdona: en: file:///C:/Users/Agueda/Downloads/Dialnet-LaRealidadDetrasDeLasFarmaceuticas-4895855.pdf).

La clave de todo ello es que la producción indiscriminada de medicamentos ya no tiene como objetivo el derecho a la salud sino la obtención de ganancias, lo que ha implicado que cada vez más el cuerpo sea sometido a procesos de medicalización para algunos síntomas que en el pasado no era necesario.  Por lo que existe un sector de la población que consume medicamentos para supuestas enfermedades que son inventadas. Bajo la nueva lógica de la producción de medicamentos y bajo una estrategia de marketing la población finalmente consume. Se trata de un cuerpo medicalizado artificialmente.

Por ejemplo: el percibir problemas propios del organismo humano como si fuesen enfermedades, como la calvicie, el embarazo, las canas. Reacciones humanas como timidez, incredulidad, desconfianza. “Cambiar los parámetros normales fisiológicos del cuerpo humano: tensión arterial, nivel de glicemia, de colesterolemia, peso corporal, tamaño del cuerpo” (ver: Pérez Peña, Julián Lázaro, & Jiménez Rodríguez, Daise. (2014). El discreto encanto de los medicamentos. Revista Cubana de Salud Pública40(4), 349-360. Recuperado en 31 de enero de 2021, de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662014000400010&lng=es&tlng=es.).

Esta industria, igual cuenta con investigadores de cierto prestigio a los que les paga para que firmen documentos en revistas especializadas y que son preparados por agentes del big pharma sin ninguna preparación o con intereses al servicio de las farmacéuticas, pero que logran presentar un medicamento con virtudes que no tiene pero que es consumido gracias a promociones falsas y el uso de revistas científicas que lo permiten. Y es que la asociación entre universidades en EU e inversiones privadas es muy grande. La industria farmacéutica es menos innovadora (ver: Pérez Peña, Julián Lázaro, & Jiménez Rodríguez, Daise. (2014). El discreto encanto de los medicamentos. Revista Cubana de Salud Pública40(4), 349-360. Recuperado en 31 de enero de 2021, de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662014000400010&lng=es&tlng=es.).

El Big Pharma es el segundo o tercer segmento de la economía mundial que más ingresos obtiene y de seguro con la pandemia tal vez ocupe el primer lugar. Tiene estrategias para influir en los gobiernos y gasta cuantiosas fortunas en incidir en las políticas de los Estados. “En los EE.UU., en 2004 la industria farmacéutica empleaba a 1.219 cabilderos con un costo de u$s 123 millones, un gasto muy superior al de cualquier otra industria; entre 1998 y 2004 cabildeó para influenciar más de 1.600 proyectos de ley”. Además, hace donaciones a los partidos políticos y contrata abogados para litigar a su favor cualquier controversia que se presente (Antonio Ugalde y Nuria Homedes: Medicamentos para lucrar. La transformación de la industria farmacéutica. En: https://www.scielosp.org/article/scol/2009.v5n3/305-322/es/)

Pues es precisamente el Big Pharma, esas 20 empresas que controlan el mercado de medicamentos en el mundo las productoras de las vacunas que actualmente se aplican en algunas naciones para combatir la pandemia. Así como la vacuna fue preparada en un año, aproximadamente, podrían haber hecho lo mismo con otras enfermedades o ¿cuidar la salud no es negocio?

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Rafael Alfaro Izarraraz

Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.