No tan directa
- Alejandra Fonseca
“No puedes ser tan directa”, le dijo Lucía a Juanita quien confesó que le gustaba el carnicero: “Es guapo el hombre. Maduro. Siempre llega bien acicalado, muy limpio. Sus uñas, sus manos… llega bien vestido y arreglado. Con sombrero y chaleco de cuero. ¡No puedes creer que trabaje con carne. Ni se ensucia al cortarla!” dijo Juanita muy entusiasmada y soñadora.
Su amiga rió de buena gana y Juanita continuó en su monólogo quimérico: “¡Con un hombre así sería feliz! Pero no sé cómo iniciar la plática. Es muy penoso. Sólo sonríe cuando le digo cualquier cosa. Y las únicas palabras que se le escuchan son: ‘qué le damos’. Y trae a sus ‘achichintles’ bien movidos y cuando quiero sacarles plática a ellos no se dejan… los chamacos se prestan para hablar con ellos.”
--¿Es casado?, preguntó Lucía.
--No sé, --respondió Juanita--.
--Habría que investigar, continúo Lucía.
--Sí, pero cómo le pregunto. Ni modo que le pregunte si es casado.
Y ahí fue cuando Lucía le dijo que no podía ser tan directa.
--¿Entonces cómo supones que pueda saber, si no me llevo con ninguno de sus chalanes?
--Pues no sé, hay que pensar… ¿Usa anillo de casado?
--No. Se lo he buscado y no. A no ser que se lo quite para cortar la carne. Pero me ha tocado llegar cuando recién abre la carnicería y no. No veo que se quite nada. De todas maneras cuando te quitas un anillo que has llevado por mucho tiempo, pues se ve blanco en ese lugar. Y no se ve nada.
--A lo mejor es ‘gey’, dijo Lucía.
--No lo creo, en un pueblo tan chico, se sabría ‘luegoluego’.
--Ya sé, gritó emocionada Lucía. La próxima vez que vayas a traer tu carne, ya que te esté atendiendo, dile: ‘Qué bonito le planchan sus camisas.’
--¡Eres una pendeja!
--¿Por qué? Ahí debe decirte, a fuerzas, si se las plancha él o su esposa...