La Nao de China

  • Juan Carlos Lastiri
.

El inicio de las relaciones comerciales entre México y China se remonta a muchos siglos atrás. Cuando nuestro país era un virreinato y China un imperio ancestral. Es parte de los libros de historia mexicana esa famosa nave llamada la nao de China, que traía muy diversos y apreciados productos del Oriente: té y especias, seda, porcelana entre los más recordados; llegaba periódicamente a la bahía de Acapulco, para de ahí ser trasladados a la capital de la Nueva España, para terminar en la Madre Patria. Vasto acervo nos dejo esa relación entre nuestras  naciones.

De ahí, como todo, cada país fue tomando su  camino en busca de su propia identidad. Muchas guerras, conflictos, invasiones y luchas fratricidas pasamos como pueblos,  tanto los mexicanos  como los chinos. Diversas coincidencias a lo largo de la historia nos acercan. Pero también ha habido diferencias que nos han alejado. La última y más importante, fue en el anterior sexenio cuando el Presidente Calderón se reunió con el Dalai-Lama, lo cual ocasionó la molestia del régimen de Beijing. Tema que ha sido motivo de un tratamiento especial,  para ir cerrando esa herida y poder replantear la relación chino-mexicana a futuro.

Y no es para menos, la importancia actual de China y su economía es vital en el nuevo orden mundial, resultante de la post-guerra fría. China siempre fue una nación enigmática para la cultura occidental. Por muchos siglos, su filosofía, arte y ciencia estuvieron envueltas en la bruma de la intriga, lo que siempre la hizo muy atractiva para los comerciantes y los conquistadores. Pasada la era maoísta, los nuevos dirigentes comunistas aprendieron de las lecciones de la extinta Unión Soviética; sabían que tenían que implementar reformas económicas tendientes a darle viabilidad a su régimen y que permitiera la subsistencia de millones de habitantes, pero, al mismo tiempo, limitar la apertura a la libre expresión y en general a los derechos humanos. A diferencia de los soviéticos de Gorbachov, que al implementar conjuntamente la perestroika y el glasnost, solo ocasionaron la desaparición del estado comunista de la URSS. Hoy los chinos presentan una liberación económica y un régimen político restringido a la democracia plena; pero  presumen una economía pujante y , que tal vez por eso,  los individuos se resignan a su poca participación política,  a cambio de una bonanza individual.

La visita del Presidente chino Xi -Jinping a nuestro país se da en el marco de unos de los 5 ejes del Gobierno del  Presidente Peña Nieto –México como actor con responsabilidad global- pero tendrá como meta ulterior, incidir en el México próspero, también propuesto, ya que la apertura comercial que se pretende expandir entre ambas naciones, al alcanzar acuerdos entre los empresarios de nuestros países, deberá concretarse en fortalecer el mercado interior; de igual forma será deseable a que los chinos efectúen inversiones importantes en nuestro país, para estimular la creación de empleos. Y también debería figurar en la agenda bilateral, el establecer reglas claras para las importaciones, con las  que se abatan la competencia desleal contra los productos mexicanos. La diplomacia mexicana tiene enfrente su gran reto, domar al gigante asiático para convencerlo de que México es su mejor aliado en este Hemisferio y que los errores políticos que le ofendieron,  ya quedaron atrás.

Tal parece, al revisar la agenda del mandatario chino en nuestro país, que hay un escenario favorable para lograr los acuerdos definitivos, que permitan trabajar de cerca con esa gran nación, en un lógica de ganar para todos. La juventud del Presidente chino y el que recién arribara al poder, han permitido encontrar coincidencias de origen con Enrique Peña Nieto, lo que avizora que podremos  pronto tener buenas noticias de Oriente. Bienvenido señor Xi-Jinping