Una historia sobre Coronango

  • Mauricio Saldaña
Ha ido aumentando el entramado operativo de lo criminal que pasa por Coronango, oliendo a bidón

En 2019, Jalil tenía su lugar de residencia en el barrio de San Miguel en Acatzingo. En aquella vivienda, nuestro hombre estableció su nodo central de operaciones en el estado de Puebla, tras haber enfrentado severos encontronazos en Martínez de la Torre, de donde terminó por alejarse, considerando que tirios y troyanos le habían puesto precio a su cabeza.

Previsor, Jalil había establecido el organigrama que daría vida a sus operaciones como amo y señor de todos los giros criminales habidos y por haber en la zona, así como en Huejotzingo y San Martín Texmelucan. Le acompañaban en su aventura dos personajes, determinantes en el éxito de su actividad: Cándido y Antonio.

Los caballeros que acompañaban a Jalil eran temidos y temibles: a dedos y soplones los decapitaban o si era el caso, primero les cortaban la lengua y después los ejecutaban. Los amigos comentan que algo parecido hacía un asociado suyo en el barrio de San Diego, “Guille”, quien también se las gastaba como sus homólogos. Ni qué decir del mismísimo “Gato”.

Con el paso del tiempo, Jalil fue incrementando sus actividades en los estados de Campeche, Estado de México, Guanajuato, Tlaxcala y Veracruz, pero fue haciéndose radioactivo y se hizo imposible que pudiera moverse con libertad hasta que finalmente fue detenido en enero de 2021, junto a Antonio, Erick “El Chaneque”, Eduardo “El R” y Rubén, “El Rubén”.

En ese año, la subasta de la plaza hizo que hasta Ismael Zambada enviara células de narcomenudeo y distintas células de la organización Beltrán Leyva andaban en lo suyo, particularmente en la zona de los bares de Cholula.

No piense usted que Jalil y sus colegas fueron capturados tras feroces y arriesgadas labores de inteligencia o tumultos de drones vigilando sus pasos… en realidad fueron detenidos por la infalible denuncia anónima, que en español significa que un adversario criminal los “puso”.

Tras la oportuna acción de la Puerta Giratoria, algunos de sus personeros dejaron la prisión y siguieron la odisea, pero tuvieron que conceder reacomodos y hacer alianzas que hasta hace poco eran impensables, pero la sobrevivencia sabe de beber vinagre y no hacer gestos.

Paralelamente, “El Choco” pactó una alianza con CJNG y las cosas comenzaron a complicarse, dado que Jalil originalmente se asoció con Los Zetas. El tiempo terminaría por consolidar un régimen en el que CJNG permitió que cualquier grupo podía trabajar, siempre y cuando pagara su cuota. En distintos medios poblanos he narrado las andanzas de “El Choco” y “El Malverde”, cuyas historias son demasiado extensas como para mencionarlas aquí.

Justamente en 2019, sonaba con intensidad el nombre de Óscar “El Loco”, un personaje al que, como diría mi abuela en estos casos, lo miraban menos en las oficinas en las que decían que tomaban las decisiones para perseguir a delincuentes de alto impacto en Puebla.

Tarde me di cuenta de que sus perseguidores lo miraban siempre de lado y como diría Julio Scherer, si no miraban, su alma de nada se enteraba. Yo gritaba mientras el hombrecillo, ahora muerto, seguía desvariando entre su diabetes y sus ansias locas de sacar la mayor cantidad de dinero posible por la plaza vendida.

El caso es que “El Loco” finalmente cayó en junio de 2020, pero su monumental organización criminal siguió y sigue funcionando, tanto que le alcanzó para hacer una alianza con los representantes de Jalil. Y de ahí se dio un reparto territorial que se mantiene vigente hasta la fecha.

Pues, uno de los homólogos de Jalil siguió en lo suyo y entre esos afanes se encuentra el robo de combustible. Antonio ha ido aumentando sus responsabilidades y una de ellas es el entramado operativo de lo criminal que pasa por Coronango, oliendo a bidón.

Una madrugada con un frío que espantaba, Eseliem, mitómano de tiempo completo, supo que habría movimiento por aquellas viviendas que dicen haber sido construidas por Pablo Picasso en Coronango. Hombre de una sola religión, el dinero en efectivo, decidió chivatear hacia ambos lados y generó una situación de riesgo en la que podría caer algo más que su pestilente oficio.

Unos policías toparon a una pipa abastecida y se aprestaron a detenerla, en el pleno entendido que sabían que aquello que cargaba el tanque no era agua mineral. El chofer bajó, pero activó las señales de alarma y en minutos, llegó la caballería.

Un grupo de hombres bien armados arribó al lugar y en un pestañeo tomó el control de la situación. Al final no corrió la sangre al río y se dispusieron a retirarse cuando el desastre por el chivateo hizo que llegaran más policías a, según ellos, apoyar a sus compañeros.

Los delincuentes decidieron marcar terreno y entonces sí, inició un intercambio de disparos y las granadas hablaron, al tiempo que una más se cebó. Lo interesante del caso es que los delincuentes pudieron hacer pudín a los policías pero alguien decidió que no lo hicieran.

Esa madrugada, un hombre perdonó la vida de aquellos gendarmes que quedaron atrapados entre su deber, los delincuentes y la venta de la plaza pactada no en Coronango sino en Cuautlancingo, en una morada de cristal en la que siempre hace frío y cuesta trabajo conseguir fotocopias en la madrugada.

Dicen los amigos que Antonio tomó la decisión correcta y le evitó problemas a “El Loco”, sin meterle más presión a sus asociados de Nativitas, que ya tienen suficiente con el desastre de Tlaxcala, desde que Lorena Cuéllar asumió el poder, aunque no se sabe muy bien para qué.

Mientras tanto, en la Región IV, los iniciados ni preguntan por qué sucede lo que ocurre. Y con esos ridículos como telón de fondo, Rosa Icela Rodríguez anduvo tirando rostro el 14 de diciembre del año pasado, en un teatro de guerra estatal que ya acumulaba 600 ejecutados.

En el reino de las traiciones y la sangre, a veces otea la sensatez. Y otros caerán por apostar vidas que no les pertenecen. Que entienda quien sepa entender.

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Mauricio Saldaña

Doctor en Administración Pública con estudios de doctorado en Ciencias Penales. Especialista en inteligencia y cotrainteligencia con más de 30 libros publicados. Ha diseñado un mapeo sobre la feudalización de la delincuencia organizada en México.