1,2,3 por todas las escuelas

  • Moroni Pineda
La vida, la salud y la educación no pueden ser tomados como un patio de juegos en este retorno

El mismo presidente que ha dicho que en la vida hay que tomar riesgos, es quien se ha negado a cancelar alguna de sus obras faraónicas, para entregar ese dinero a las escuelas procurando un regreso seguro a clases. Juzgue usted.

Las familias mexicanas han sido puestas en la más falsa disyuntiva de todas: perder el año escolar o arriesgar la vida de nuestra niñez. Con esta idea en blanco y negro, tan típica de nuestro tiempo, se pretende ocultar la que es, probablemente, la peor falla de largo plazo del gobierno federal. La falta políticas públicas para una nueva realidad global en la educación. Si al inicio de la pandemia 5 de cada 10 estudiantes de secundaria no alcanzaban los mínimos de aprendizajes esperados para su edad, -algo ya en sí mismo gravísimo y lamentable, aclarando que no es responsabilidad completa del actual gobierno-, la realidad post pandemia amplió ese número a 8 de cada 10, una verdadera tragedia. Con datos certeros y concretos alejados de esa manía presidencial de inventarse los propios, la OCDE y Mexicanos Primero entre otros, están procurando visibilizar la afectación real en el sistema educativo de nuestro México.

Lamentablemente el régimen cuatro/teísta decidió desde el inicio cancelar y trans-formar, o más bien mal-formar, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (IEE) en una especie de escuela de cursos, quitándole su máxima atribución que era precisamente la de medir y evaluar. No puede existir progreso sin evaluación, y haber cambiado la naturaleza del INEE fue muy conveniente y cayó como anillo al dedo ante el desdén que sufren las escuelas de nuestro tiempo. En resumen, los datos confirman que la pandemia no sólo lastimó profundamente la salud pública, sino que de paso arrasó con la educación en un ecosistema maltrecho.

Pero al inicio existía una leve esperanza, y es que López Obrador tenía en Esteban Moctezuma a un secretario de Educación con una clara visión del futuro, conocimiento del sistema e ideas progresistas, pero que, sin embargo, carecía del lenguaje reduccionista de su jefe. El exsecretario organizó grupos de expertos para ayudarse a articular políticas educativas que mejoraran la educación, y una entre ellas clave, el mayor uso de tecnología. Trató de tener acceso a un presupuesto del que no tenía control, pues su oficial mayor siempre respondió a las órdenes de la Señora Buenrostro fincada en la Secretaría de Hacienda y fanática obradorista, responsable de la larga relación de bienes sociales con escasez nacional que ahora tenemos, que van desde las medicinas hasta las obras pública, pasando por subejercicios presupuestales de municipios en todo el país, creando un sequía sistémica con el único objetivo de asegurarle a su adorado jefe los recursos suficientes para sus ocurrencias como el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería, estadios de beisbol, maquetas de pirámide, dinero para la guardia militar nacional, bancos fallidos, universidades sin calidad, gas bienestar, etc., etc. Una larga lista como de útiles que son inútiles.

Dice una máxima que secretario sin presupuesto no es secretario, y en medio de este escenario, Moctezuma propuso proyecto tras proyecto para dotar de tecnología y acceso a internet a los estudiantes de México pero que fueron bateados uno a uno (como el hobby carito que tiene su jefe), enfrentado a la realidad de que esta podría ser la única manera de mantener el ritmo de aprendizaje y aún mejorar el acceso al sistema educativo nacional. Lo más que le pudo sacar a su presidencial tlatoani fueron 500 millones para una barra televisiva educativa, que, por cierto, fue un rotundo fracaso a la vista de los resultados. Se le metió más dinero a la consulta inútil y compra de estadios de béisbol, pues.

Dicho lo anterior, la educación mexicana no tenía que enfrentarse a esta disyuntiva. Tuvimos un año completo para prepararnos, para ampliar presupuestos y visión de lo que es y será la nueva realidad global. Un año para tener una plataforma digital nacional lista (que hasta el día de hoy no existe, aunque usted no lo crea) con todos los contenidos y salones de clase virtuales, así como una aplicación de acompañamiento parental. Un año para capacitar y, de ser necesario, jubilar a los docentes que no tuvieran las habilidades de enseñanza que esta nueva era digital demanda. Que los profes aprendieran desde convertir un archivo en pdf y enviarlo, hasta enseñar utilizando una cámara, rompiendo los soliloquios a los que muchos se han acostumbrado en las aulas. Un año para darle a cada niña o niño en condición de vulnerabilidad una laptop o dispositivo, con conectividad a internet, para qué, en caso de no poder asistir presencialmente, pudieran hacerlo vía remota.

Un año para adecuar las escuelas y salones de clase convirtiendo a cada edificio en uno de modalidad híbrida, ajustando los parámetros y aumentando la capacidad de matrícula por la vía digital, dejando atrás la cultura de los turnos matutino y vespertino. Un año para alinear a todas las secretarías de Educación estatales y evitar, a toda costa, que surja nuevamente esa enorme diferencia entre las escuelas de un lado y de otro del país. Si usted no ha escuchado de algún presupuesto extraordinario para contar con limpieza y medidores de CO2 en las aulas oficiales es porque no existe. Cómodamente, Andrés Manuel ha salido a decirle a todos que hay que arriesgarse a salir y entender que la vida es como un carnaval, y todavía de refilón pedir cartas responsivas -que un día aceptó y otro negó-, cuando en su inmensa egolatría y ambición fue incapaz de cancelar ninguno de sus caprichos presupuestales para darle esos recursos a las escuelas y así proteger mejor a nuestras niñas y niños.  Cinismo poner a todos en la falsa disyuntiva, sabiendo que su propia parentela asiste a una escuela particular muy muy muy privada y fifí que cuenta con todos los recursos, cuando miles de escuelas públicas, NO.  Abramos de una vez por todas los ojos por favor.

Un año tuvieron para prepararse, ¿y qué fue lo que se hizo? Nombrar a una nueva secretaria de Educación para enfilarla a la próxima elección de gobierno del Estado de México, -que ya perdió en una ocasión- y que, con esta agenda en la mira, buscará ajustar sus compromisos y pasos, evitando en todo momento contrariar a su jefe, como el lapsus de la famosa carta responsiva. La educación y la salud al final de la tabla, pues.

1, 2, 3 para que las escuelas no se vuelvan invisibles, para no perderlas escondidas en el alud de ambiciones y corretizas que poco o nada tienen que ver con su propósito. Hacer responsables a las familias o docentes de una preocupación genuina por la enfermedad y contagio, es tratar de esconder debajo de un tapete que este gobierno prefirió tirar a la basura 190,000 millones de pesos en un aeropuerto cancelado por presunta corrupción, pero del que hasta hoy, no existe ninguna denuncia de por medio. Preferible lo antes dicho a invertir 20,000 millones, -un diez por ciento de lo tirado a la basura-, a salvar la educación de millones de mexicanas y mexicanos.

1,2,3 para encontrar el camino del futuro adecuado para nuestras niñas y niños. La vida, la salud y la educación no pueden ser tomados como un patio de juegos.

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social