100 millones de vacunas, 30 millones de votos

  • Moroni Pineda
30 millones de votos de castigo parecen no haber dado la lección correcta

            Cuando Sir Winston Churchill pronunció su famoso discurso en 1946 sobre la cortina de hierro, la división principal que existía en este mundo era la política y económica. Un lado de este mundote bello se inclinaba por la democracia y el otro, por el mandato de las masas en voz de un solo partido. Unos propugnaban por los medios de producción con exclusividad para el pueblo como un colectivo y, los otros, en la libre empresa individual. Gran parte de los que fue el siglo pasado se debatió entre estas dos cosmovisiones, generando guerras, tensiones, cambios y transformaciones sociales acompañadas de fuertes dosis de bilirrubina cubana.

En este año nobilis que vivimos, 3 sistemas-modelo-polítieconómicos parecen destinados a darle forma a lo que será esta centuria sin fanfarrias.

El populismo-democrático con su principal eje en el control de la narrativa social. La autocracia-liberal, transformadora económica de las sociedades con un eje dominante en la tecnología, y centrada en un partido, persona o grupo social. Y finalmente, el republicanismo-puro, ese sueño del siglo XVIII, XIX y XX en donde las libertades, tanto económicas como políticas, estaban construidas en el replicado, copiado y clonado diseño republicano francés.

 El ensayo del primero ha tenido como sus principales escenarios los Estados Unidos de Trump, Brasil, México, Bolivia y otras naciones europeas. Inglaterra con todo y brexit son un síntoma contagioso de esta curiosa práctica. Su poder y crecimiento se encuentra enraizados en lo sentimientos más íntimos y pecaminosos de las sociedades. Racismos, clasismos, elitismos y todos los ismos caen perfectamente en esta descripción, explotados hasta el hartazgo, y construidos en las mentes de quienes desean una explicación para la decepcionante democracia y su lentitud. Los resultados no son el objetivo, sino el aplacamiento mental y el adormilamiento social, en espera de un brinco olímpico que permita alcanzar lo tan largamente deseado. Justicia y riqueza como elementos indigentes y de aparición espontanea que se anhelan en un horizonte prometido.

El segundo posa sus reales en las antiguas naciones comunistas y sistemas sociales como son los de medio oriente, con sus castas y elites monárquicas reinantes ejemplificados en los Emiratos Árabes. Estas economías antes cerradas y centralistas, representan la adaptación cuasi perfecta entre el hambre consumista acumulada por décadas en el seno de las sociedades, y el sentido de nación que converge en un partido, casta o elite social. El impulso tecnológico y la diseminación de los beneficios, son el motor que conduce este modelo. No es de extrañar que tanto china como algunas naciones arabescas y asiáticas incluida Rusia, se encuentran inmersas en la exploración espacial. El prestigio nacional junto con el abatimiento de la pobreza y el acceso a los comodities occidentales, brindan legitimidad al abismo dictatorial que las conduce. Ceder la libertad individual por tener un pedacito de este cielo, no parece algo descabellado, por lo menos para estos amigos.

Y finalmente, esa dama aburrida y de rostro cansado que llamamos Doña Pureza Republicana. Políticos en mentira constante, yuxtaposiciones mentales de los principales grupos económicos y, sobre todo, una muy lenta y paulatina destrucción de los ideales e instituciones democráticas, parecen tender su piso en estos países. Alemania, Francia, Chile, Uruguay, Canadá y una que otra nación oriental como Japón forman parte de este club selecto y en peligro de extinción. Sus sociedades hastiadas de las nunca-llegan-a-cumplirse-promesas de paraísos sociales, qué, en limitados casos como los escandinavos, lo han alcanzado, se convierte en la eterna persecución de la cola por el mismo perro. Estados Unidos de Biden es lo que podría ser un último grito moribundo de este modelo. Las formas ya no son fondo y, lo que hay no es lo que es. Los resultados lentos, que en ocasiones retroceden y en otras aceleran, no parecen ser suficientes. Una sociedad cansada, es el principal espectador de esta gran tragedia occidental. Su rescate y revitalización descansan, dolorosamente, en las mismas instituciones, entre ellas los partidos políticos, que han sido sus principales verdugos.    

***

Hablando de partidos e ilusiones, -por no decir mujeres y traiciones como esa canción del inquieto mano larga de Don Chente-, dos imágenes del 11 de marzo del corrientazo vienen a la mente. La primera, el evento en la lejana Baja California para el lanzamiento de la empresaria Lupita Jones con bombo y platillo, a la gubernatura de su estado por los 3 partidos de la coalición opositora, llámense PRI, PAN y PRD, acompañados como seguramente adivinó usted, por la sociedad civil.

En otra imagen, el lanzamiento en Puebla de los candidatos a diputados federales, por esa misma coalición, PAN, PRD y PRI, acompañados de… ellos mismos. El orden de los partidos no altera el producto, pero la sociedad definitivamente, Sí.

100 millones de vacunas prometidas por el demócrata Biden pueden salvar a la antigua república americana.

30 millones de votos de castigo en la última elección federal, parecen no haber dado la lección correcta a los actores incorrectos en esta, nuestra república mexicana, en proceso de difuminado.

Quien tenga oídos para oír, que oiga.

 

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social