COVID-19, 20, 21… 35

  • Moroni Pineda
A partir de la pandemia, nuestras sociedades deben ser más resilientes e incluyentes

Hasta veinte años puede durar el ciclo actual de vacunación y cuarentenas, haciendo indispensable la construcción de sociedades que funcionen integradas a lo digital y con economías orientadas en esa dirección.  La CFE podría convertirse en la Comisión Federal de Conectividad, ya que la nueva frontera y desafío del estado mexicano será proveer internet para todos.

El 2020 estuvo marcado por la pandemia y la cuarentena decretada en la mayoría de los países que convivimos en esta gota azul que llamamos tierra. Muchas personas se preguntaron cuánto tiempo duraría. Poco acostumbrada a situaciones de esta magnitud. La opinión general daba por sentado que solo serían unos cuantos meses y entonces volveríamos a la que conocíamos como normalidad. La realidad rebasó por mucho estas expectativas. La cuarentena pasó inicialmente de una reclusión de tres meses, a una que ha durado más de un año y que parece no terminar. Las nuevas cepas del COVID-19, como la Delta que actualmente nos aqueja, son la terrible memorabilia que reposa en esta actualidad alterna, que yace sobre la certeza de que nada será como antes. Por lo menos, en el futuro próximo.

Científicos de todo el mundo y de las más prestigiadas instituciones coinciden en algo: el Covid es una enfermedad como ninguna otra. Cada cepa nueva que aparece es más letal e infecciosa que la anterior. El virus tiene a su disposición a millones de seres humanos que están siendo utilizados como laboratorios andantes, aprovechando las leyes evolutivas, creando en su interior versiones de sí mismos más fuertes y avanzadas que las anteriores. Si en la primera fase este coronavirus era una amenaza para los adultos mayores, en esta nueva etapa se enfila hacia la juventud y la niñez, con un aumento de mortandad creciente. Pensar que esto terminará en los próximos meses no es solamente un engaño, sino una amenaza a la vida y continuidad de nuestra civilización.

Las leyes que creamos fueron para sociedades que se movían de la agricultura a la industrialización. Las comunidades digitales no vivían ni siquiera en las mentes más febriles como la de Julio Verne. Conviene tanto a gobiernos, empresas, organizaciones y núcleos familiares empezar a tomar decisiones de largo plazo, orientadas hacia la nueva realidad; decisiones que pasan por lo financiero, estructural y nuestro modo de vida. De entrada, cada uno de estos entes deberá asignar presupuestos más grandes a los sistemas de salud. Los países que aspiren a que su población esté mejor protegida tendrán que añadir por lo menos 1 punto porcentual del PIB a la inversión en hospitales, vacunas y campañas de prevención. También será importante entender que los sistemas educativos requieren ser flexibles y adaptables a una nueva realidad virtual. En México, hasta este momento, ningún estado ni la federación han anunciado inversiones extraordinarias (pero de verdad, extraordinarias) para dotar de tecnología a las escuelas y al sistema en general. Cada niña o niño, sin importar su condición económica, deberían tener acceso a una computadora personal y a conectividad para su formación.

La economía sigue el mismo camino. En varios estados de la República se rechazaron en el pasado el uso de plataformas para transporte público, un muy mal precedente y un pobre reflejo del entendimiento de los cambios que existen en nuestro mundo. Hoy más que nunca se deberán provocar, y aún pensar, en ciudades digitales como el nuevo modelo económico emergente, ciudades en donde todos los trámites desde obtener una licencia hasta el recibir un apoyo, se pueda gestionar en línea y recibir en casa. La creación de Secretarías de lo Digital debería ser una enorme oportunidad y opción.

No podemos seguir interrumpiendo o ralentizando la vida de los ciudadanos, como lo hicimos en la pasada cuarentena. Los impuestos e incentivos deberán estar centrados en eso, pensando que si lo hacemos bien, las perspectivas económicas podrían potencializarse a partir de mediados de la presente década. El acceso a internet universal debe ser considerado como un derecho humano y social, y el Estado mexicano debería abocarse a eso. Es mucho más efectivo y de bienestar social subsidiar el pago de datos e internet para las familias, que el uso de gasolina, por dar un ejemplo. La Comisión Federal de Electricidad debería reconvertirse en la Comisión Federal de Conectividad. Si bien, en el siglo pasado uno de los grandes hitos y necesidades sociales fue el del acceso a la luz, hoy ese gran reto es el acceso con calidad y velocidad en cada rincón del país a la gran red mundial. Telmex es el mejor ejemplo de lo que no debemos hacer. Una economía integrada digitalmente tiene el potencial de incrementar hasta en 2 por ciento el crecimiento anual del PIB per cápita nacional. Nada mal.

Vendrán épocas en que la pandemia se irá y regresará. En las que tal vez tendremos que ser vacunados cada cuatro o cinco años, conforme la efectividad de las vacunas disminuya y la agresividad de las nuevas cepas del virus aumente. Entre quince y veinte años es el cálculo de lo que este ciclo durará. Para muchos, parecerá una eternidad, pero no lo es. Nuestros antepasados convivieron con situaciones similares por décadas, pero sin contar con las ventajas que hoy tenemos gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esta pandemia podría ayudarnos a establecer las bases de los modelos sociales y económicos de los próximos años, ya que se desarrolla en un escenario mucho más parecido al futurismo esperado, que al pasado desalentado.

Fuimos lanzados a la alberca para obligarnos a cambiar. El 2020 será recordado como el año de la pandemia, pero también podría ser recordado como el año en que inició todo. Una economía con beneficios para todos, sistemas educativos totalmente incluyentes y sociedades con creciente resiliencia, podrían ser su gran resultado. Una muestra es la falta de cupo físico que sufrieron instituciones como lo son las universidades durante años y que podría ser cosa del pasado. La matrícula internacional en línea ha sumado a millones de estudiantes en los últimos tiempos, brindando oportunidades que los ancestros de estos alumnos sólo podrían haber soñado entre humo de hachís.  

Aún estamos a tiempo de que el dolor por todos aquellos que han partido y sufrido por la enfermedad pandémica, se convierta en la fuerza incipiente que nos obligue a construir una sociedad más generosa de la que a ellos tocó vivir.

La mejor manera de predecir el futuro es creándolo, decía Peter Drucker. Sin duda es nuestro momento.

19, 20, 21, 35… al infinito y más allá.

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social