Sí inédita y hasta insólita, alguien más diría impensable, pero ya sucedió.  La coalición electoral de Acción Nacional y del PRD que hoy incluye al Revolucionario Institucional.

La decisión ha sido aprobada por el Consejo Nacional del PAN después de un largo y enriquecedor debate, pero la deliberación tiene meses. Consultas a dirigentes, a gobernadores y exgobernadores, a militantes y simpatizantes.

El acuerdo aprobado no tiene desperdicio y me voy a permitir resumirlo:

Se acuerda “autorizar al Comité Ejecutivo Nacional para explorar y en su caso suscribir convenios de coalición flexible o parcial con otros partidos políticos, a excepción de Morena, para la conformación de una mayoría que suscriba una agenda democrática mínima común,  comprometida con el federalismo, el combate a la corrupción y el fortalecimiento democrático, firmada por partidos y candidatos, poniendo siempre al ciudadano como el principal beneficiario y postulando candidaturas con solvencia moral y buena fama pública para la elección de Diputados Federales de mayoría relativa en el proceso electoral de junio de 2021, exceptuando a los distritos federales correspondientes a Jalisco, Morelos, Querétaro y Tamaulipas”.  Distritos de otros estados donde el PRI o el PAN puedan ganar por sí solos quedan excluidos del acuerdo.

En el debate se expusieron los argumentos en contra que conocemos y son muchos, estos son algunos: que se entienda la alianza como oportunista, que simpatizantes de los partidos no se sumen totalmente, que la abstención aumente, etc.  Se esgrimieron también razonamientos a favor, entre los que predominaron están: el de poner a México por encima de los intereses de los partidos, el que Acción Nacional no es un fin en sí mismo y por lo tanto de nada serviría ponerlo en un capelo si se pierde la república, con lo que también se perdería el partido, que está el país en una verdadera emergencia y que la generosidad debe impregnar cada una de nuestras decisiones.

De inmediato la noticia levantó una andanada de críticas por parte del mismísimo presidente López Obrador (que de hecho no debería ni siquiera opinar del tema pues lo tiene prohibido por ley) y de sus incondicionales que se han pasado horas tratando de demeritar a la coalición opositora. Esto por sí solo habla del gran temor que provoca en el partido gobernante un frente sólido como el que se empieza a conformar para rescatar el Congreso Federal. 

Que es una apuesta  audaz, estamos de acuerdo.  Aceptando sin conceder que los riesgos que se corren son muchos, no se puede negar que lo único seguro que pasaría en caso de que cada uno de estos partidos contendiera por su lado, sería que Morena garantizaría el control absoluto de la Cámara de Diputados y con ello la destrucción institucional y la ruina económica terminarían por aniquilar el presente y el futuro de México.

Apenas se empieza a escribir esta nueva página de la historia electoral del país, hacemos votos para que los partidos que conformarán esta coalición estén a la altura del deber.  La ciudadanía estará exigiendo congruencia y compromiso.  No tenemos derecho a fallarles.

¡Es por México!

Ana Teresa Aranda Orozco