¿Quién puede con el paquete de la Cuarta Transformación?

  • Samuel Tovar Ruiz
¿qué le espera? ¿a dónde va a llegar?

Los movimientos en cualquiera de sus manifestaciones o formas no se explican por sí mismos, sino, más bien responden siempre a una causa o sujeto que les inhiere y detona. Esta explicación es cierta en la naturaleza, pero también no deja de tener validez en los fenómenos sociales.  Entonces si se trata de explicar un movimiento es necesario explorar lo relativo a su causa o al sujeto que le detona.   En este sentido, una persona puede arrojar con sus manos una bola de plomo y no pasara de unos cuantos metros cuando la fuerza que le imprimió el impulso que la arrojó ya habría expirado.  Si luego una hormiga, por ejemplo de las llamadas arrieras, se propusiera arrojar esa misma bola del lugar en que se encuentra, veríamos que muy probablemente ni siquiera la movería un milímetro.  Pero si luego esa bola es colocada como munición en un cañón de la armada, cuando éste sea detonado no sólo saldría disparado con gran fuerza sino la distancia que alcanzaría sería muchas decenas de metros, quizá kilómetros más que en los casos anteriores.  En todos estos casos, vemos que el movimiento de la bola de plomo, en efecto, depende de la fuerza del detonante que le sirve de causa eficiente.  En la hormiga su fuerza es casi nula al igual que la distancia de su desplazamiento. En el caso de la persona, su distancia está en proporción directa con una mayor fuerza que la hormiga, y es mayor, claro. Pero, en el caso del cañón de la armada, al ser la fuerza mucho mayor la distancia de desplazamiento es mucho mayor que en los dos casos precedentes, como ya hemos indicado.     

El anterior ejemplo sirva de criterio para entender qué es y qué pasa con un movimiento social, aun de esos que se llaman de “transición”.   Los movimientos sociales pueden ser de varios tipos: transformadores o revolucionarios, reformistas o incluso regresivos, hacía atrás.  De modo muy similar que en el ejemplo que aquí sirve de modelo, es de gran importancia la naturaleza o  carácter del detonante; pues a partir de su consistencia; es decir, de lo que “trae dentro”,  podría percibirse o hacerse un probable cálculo de sus posibilidades o resultados sociales, transformadoras, reformistas o incluso regresivas.  En México en el curso de su devenir histórico-social, tenemos ejemplos más o menos disponibles para ilustrar esos tres aspectos. Por ejemplo, el movimiento de independencia encabezado por el cura Don Miguel Hidalgo requirió gente (sujetos sociales) de gran coraje, de gran valentía y dignidad, para lograr la proeza independentista de 1910.  El movimiento reformista o de la república restaurada de Juárez, requirió gente igualmente valiente, digna, pero también de gran talento intelectual para diagnosticar lo malo del mal gobierno conservador, y hacer ´propuestas lúcidas, brillantes, de cara al futuro, a tono con las necesidades del país.  Ya en la época del movimiento revolucionario de 1910, no sólo se requirió gente valiente, con coraje agraviado, sino igualmente gente con vocación critica, de enorme talento emancipatorio, para recuperar y proponer soluciones a las demandas sociales que revolucionarían las condiciones de existencia de las masas sobre todo campesinas y obreras.  Ese talento, empero, se vio empañado por el conservadurismo contra-revolucionario, que aprovechándose de la ignorancia del pueblo sólo alcanzó hacer la transformación en el “plano legal”, mientras las condiciones sociales reales concretas que oprimían a los sectores populares, quedaron más o menos subsistentes, transformadas sólo en el “más allá” de la constitución de 1917, que a pesar de sus adelantos formales, todavía  sujetaba a trámites y más trámites la transformación exigida y reclamada popularmente en el 10-17; es decir, el conservadurismo la redujo a sólo una demagógica “solución burocrática”

Lo anterior viene al caso, porque con la sunción al poder del Movimiento de Regeneración Nacional, se ha puesto, de nuevo,  en una especie de moda, la necesidad de transformar a México.  Pero luego vemos que más allá del Presidente AMLO, y muy pocos representantes verdaderamente populares, quienes ocupan los puestos institucionales más gravitantes no sólo adolecen de experiencia transformadora, por lo menos reformista en un sentido popular, sino son gente cuyo pasado político fue de gran complicidad con el ancien regimen  conservador u oligárquico que sometió a los mexicanos de manera oprobiosa por casi cien años de tiranía Prianista.   Lo que se quiere dejar claro aquí es que los perfiles de la actual administración Publica en su gran mayoría no son equivalentes con la 4ta. Transformación anunciada. La experiencia que llevan a cuestas es más bien regresiva, sólo aplastantemente burocrática, impopular. Con “semejantes detonantes” ¿qué le espera a la Cuarta Transformación?, ¿a dónde va a llegar?, de transformadores, se ve que no traen nada.  Por lo que si no se trata de más de lo mismo, ya en el horizonte se vislumbra la urgencia de cambios. La camiseta de la <<Cuarta Transformación>> les ha quedado muy grande.   Se creyeron, lamentablemente, que con sólo ponerse la camiseta ya eran consumados “transformadores”, la realidad es que ni siquiera en ese plano compiten con los de la CFE.  También a propósito de las próximas elecciones para gobernador de Puebla, se presenta el mismo problema.  ¿Quién realmente ‘puede con ese paquete, el de la Cuarta Transformación?, Personalidades sólo demagógicas, voluntaristas, sin preparación,  es claro que no sirven a la ciudadanía de Puebla.  Se los dejo de tarea, el encontrar una respuesta a este problema.  Mi correo es tovarinsam@gmail.com. Mi cargo es sólo el de simple ciudadano y escritor.     

Puebla de Z., a 23 de febrero de 2019.

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