El #G20 y la cena de los locos

  • Moroni Pineda
Desencuentros entre Peña y Trump. La diplomacia mexicana, dubitaciones y falta de claridad

El dictador norcoreano de la rara cabellera lo volvió a hacer. El treintañero más buscado de Asia sabe jugar sus cartas y logró ponerle una alfombra de espinos al presidente americano. A días de celebrarse la reunión del G20 movió el tablero mundial con solo apretar un botón lanzando dos misiles a la vez; uno de mediano alcance con cabeza para ojiva nuclear y otro de efectos vibrantes en la geopolítica mundial.

Trump e Ivanka vivieron una auténtica cena de locos en su paso por Hamburgo, en donde Estados Unidos empezó a ser visto más como un paria que como el líder del mundo libre. Sobre la amenaza norcoreana  no se supo ni se dijo nada. Así de pobres fueron los acuerdos alcanzados. China y Rusia mantuvieron sus posiciones sin ceder un solo ápice, dejando la situación asiática en un vilo político que poco ayudará en el equilibrio de las súper-potencias.

Mientras eso sucedía, el presidente Peña fue víctima una vez más de los juegos maquiavélicos de Mr Trump. En política no hay coincidencias y solo un ingenuo creería que la pregunta lanzada por un reportero al final de la reunión Trump-Peña fue espontánea. La respuesta, casi en susurro, tuvo el cálculo claro de nuevamente establecer la supremacía americana en cualquier negociación y relación con los vecinos mexicanos. Patético que el canciller Videgaray ofreciera una excusa infantil al decir que no escuchó la firme y clara respuesta del presidente Trump al decir “obviamente”, al ser cuestionado de si aún Estados Unidos insistiría en el pago del muro por parte de los mexicanos.

Esta primera reunión tuvo el carácter claro de una humillación nacional. En los meses que ha estado en la Casa Blanca don Trump ha recibido en su casa o viajado a visitar a distintos cabezas de estado de países tan prescindibles como Polonia, para una economía y sociedad americana con la que poco tienen que ver. Pero al Presidente de México ni en casa ni de visita, sino todo lo contrario. La primera reunión tuvo que realizarse en casa ajena. La actitud sumisa que presenta el gobierno de la república mexicana en la relación y negociaciones con nuestros hermanos americanos es por demás peligrosa y cándida. Se sigue en la lógica de que basta con ser vecinos cómodos para obtener rendimientos políticos. El G20 fue la mejor oportunidad para un encuentro con el presidente chino y mexicanos, y no solo eso, de hacerlo antes que con el presidente Trump, para enviar la señal de que México puede tender puentes con países que ansían tener influencia lo más cerca al territorio de Estados Unidos. Con todo esto esperemos que la renegociación del TLC no salga como la del azúcar.

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social