Infraestructura, competitividad y desarrollo regional

  • Nicéforo Rodríguez Gaytán

El estado de Puebla ha sido por su posición geográfica, tamaño de población y tipo de actividades económicas, además de su historia y etnicidad, una entidad con rezago económico significativo aunado a una creciente marginación de su población, situación que la ubica como  menos favorecida en cuanto a los indicadores de bienestar.  De los 217 municipios, el de Puebla es el referente esencial.

Le siguen en importancia San Andrés y San Pedro Cholula, Cuautlalcingo, Amozoc, Tehuacan, Teziutlan especialmente. Sin embargo, los municipios más importantes del estado muestran con mucho carencias y rezagos que históricamente debieran de reducirse y ponerlos en los estándares internacionales de competencia para hacerlos atractivos para detonar su desarrollo económico y social.

Para el Gobierno del Estado de Puebla ha sido estratégico relacionar discursivamente: infraestructura, competitividad y redes de desarrollo regional, pero no ha podido evitar que lo realizado en  infraestructura se asocie a la ineficiencia y corrupción.

Crear infraestructura y promover la competitividad son dos objetivos que no deben aplazarse en el diseño de estrategias de los órdenes de gobierno federal, estatal y municipal pues éstos tienen ante sí, un desafío imponente debido a los limitados recursos financieros, espacios y tiempo que tienen, pero además, porque es escasa o nula la coincidencia y coordinación en las estrategias que  instrumentan.

 

En consideración del espacio y para favorecer en el tiempo, la fortaleza de los municipios y localidades, pueden instrumentarse proyectos de infraestructura que impliquen el concurso de recursos de los municipios beneficiados y el apoyo de los gobiernos estatal y federal, con el propósito de conectar diferentes localidades y regiones en beneficio de municipios poblanos y de los estados vecinos.

 

El tiempo avanza con rapidez irreversible, la segunda década del siglo XXI se escapa inexorable y aun prevalecen regiones, localidades aisladas y ajenas al desarrollo. El mosaico económico del estado de Puebla y los estados colindantes no ha variado sustancialmente en el periodo reciente, por tanto, deben reforzarse los proyectos de acuerdo con las características de cada región y su desarrollo local. No hay opciones. La perspectiva del desarrollo a nivel local debe delimitarse a la búsqueda de condiciones de competitividad, apoyándose en la actividad económica base de las localidades involucradas. Y es que no todas las localidades tienen la expectativa de alcanzar un desarrollo por su propia actividad económica.

 

Determinar el costo de una obra pública que se construirá en un municipio, ciudad o localidad no es sencillo, pero tampoco es un problema que amerite dificultad en el manejo del presupuesto que se destine a esta. La obra pública finalmente se constituye en infraestructura, esto es, en una inversión que madurará en el tiempo por los efectos positivos que tenga en el entorno inmediato en el que fue construida o para el funcionamiento de la ciudad en su conjunto.

 

Generalmente la población tiene la sensación que las autoridades en turno inauguran obras para magnificar su nombre y gestión de gobierno. Obras  faraónicas o de relumbrón como le llaman ciudadanos, reporteros y  columnistas,  o bien son obras simples sin beneficio público, como aquellas en que los presidentes municipales pintan y remodelan las oficinas principales donde despachan frecuentemente en la cabecera municipal, o para embellecer el jardín central de la población. Como en el pasado,  las  autoridades dejan como legado un bonito Kiosco y pintado el panteón.

 

Comprender que la obra pública es más que embellecimiento, obliga a darle un significado esencial cuando se transforma en infraestructura estratégica y no en publicidad para exacerbar el culto a la personalidad con fines políticos futuros.

 

El estado de Puebla y muy particularmente los 217 municipios que lo componen además de sus más de seis mil localidades, están experimentando la carencia de infraestructura, en muchos casos, la necesaria inversión en este rubro que recién esta llevándoles a la integración a los mercados nacionales y locales.

 

Lo deseable es que los recursos financieros disponibles se invirtieran  más en infraestructura, sin olvidar que los servicios públicos son también esenciales y que tienen un costo alto muchas veces, en particular en municipios urbanos. La expectativa que se tiene para los municipios y el estado, es que los recursos que se capten, sean propios o de transferencias, no se gasten en lo superfluo y se canalicen hacia obra pública, sin que el endeudamiento gubernamental embargue más el futuro de los poblanos.

 

El problema que las autoridades  estatales y municipales deben considerar con mayor énfasis, es el necesario impulso a la obra pública, pero siempre con una visión de eficiencia y sin costos adicionales asociados a la corrupción en detrimento para la economía local y su desarrollo.

 

El desafío es impulsar obra pública, generar infraestructura que haga más eficiente y competitiva la economía local y evitar que “problemas” no considerados en el diseño, planeación y ejecución de obras, conduzcan a sospechas de corrupción para engrosar la “maleta” rumbo a la sucesión presidencial, a costa de los recursos públicos que por su naturaleza deben ser ajenos a intereses particulares.

 

Por cierto, ¿cuándo se estimulará la participación de los ciudadanos para que sean tomados en cuenta en la definición de las políticas públicas, la infraestructura prioritaria y distribución del presupuesto?

 

¿Hasta cuándo los ciudadanos podremos establecer controles  reales y efectivos para limitar los caprichos y decisiones unilaterales de nuestros gobernantes? …. Algún día… no perdamos la esperanza.

 

nish76@hotmail.com

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Nicéforo Rodríguez Gaytán

Líder estudiantil. Miembro del PSUM, PMS, PRS y PRD. Estudió de nivel medio, superior y Posgrado en la BUAP. Doctor en Ciencias Políticas UNAM. Profesor investigador, Facultad de Derecho y C.S. BUAP