Creatividad, discernimiento e inteligencia artificial

  • Fátima Coiffier López
En el uso de IA surgen las preguntas: ¿qué ventajas me ofrece o qué pierdo al emplearla?

En la actualidad, el uso cotidiano de la Inteligencia Artificial (IA) en las diferentes esferas de la vida social es innegable. ¿Quién no le ha preguntado a META AI alguna sugerencia sobre algo o ha solicitado a ChatGPT una síntesis respecto a un determinado tema? Ahora existe una gran cantidad de aplicaciones de IA para hacer prácticamente todo lo que imaginemos.

El ámbito universitario no es la excepción. En este contexto, el uso de la IA por parte del profesorado y del estudiantado es una realidad creciente, aunque poco documentada, incluso poco cuestionada.

En un estudio cualitativo y exploratorio realizado en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, Chao-Rebolledo y Rivera-Navarro (2024) encontraron que los profesores usan la IA para diferentes fines: proporcionar ejemplos de su uso en clase (28%), evaluar trabajos de los estudiantes (8%), apoyarse para el diseño de las clases (12%), diseñar materiales didácticos (20%), generar ideas para la clase (16%) y construir conocimientos para las clases (16%). Por su parte, estos mismos autores señalan que los estudiantes utilizan la IA para “no tener que hacer el trabajo ellos mismos” (1.9%), como apoyo para desarrollar sus tareas escolares (17.0%), generar ideas para las actividades escolares (12.6%), buscar información (15.2%), como punto de partida para elaborar las tareas (13.8%), organizar las propias ideas (8.7%), como inspiración a pensar o crear (11.4%), como apoyo para entender contenidos vistos en clase (10.6%) y para jugar o divertirse (8.7%) (Chao-Rebolledo y Rivera-Navarro, 2024).

Tanto en el profesorado como en el estudiantado, la IA aparece como un recurso “detonante de ideas”, es decir, que se consulta para “comenzar” los trabajos, como un punto de partida. Y, en el peor de los casos, como herramienta que suple la elaboración de la tarea, por ejemplo, cuando el profesorado usa la IA para evaluar los trabajos y, en el caso de los estudiantes, para que realice las tareas que deciden no elaborar.

Detrás de estos usos hay dos cuestiones sobre las cuales reflexionar. En primer lugar, la creatividad y, en segundo, el discernimiento. La creatividad es la capacidad de los seres humanos para producir algo nuevo, de la nada (Real Academia Española, 2025a). Desde la educación inicial, las personas preocupadas por la crianza respetuosa y responsable de las infancias se preocupan de sobremanera por impulsar esta capacidad, ahora pareciera que algunos adultos estamos utilizando atajos para generar ideas sin necesariamente ser creativos. En otras palabras, estamos otorgando a la IA, la estafeta de la creación. ¡Qué contradicción! Al respecto, me parece que aún hay interrogantes sobre esta acción, por ejemplo, en términos cognitivos e incluso emocionales. ¿Qué beneficios y contrariedades supone esto?

Ahora bien, supongamos que una profesora o profesor ha solicitado a la IA ideas para su clase o que un estudiante le ha pedido a la herramienta, un listado de opciones creativas para desarrollar un ensayo original sobre un determinado tema. ¿Cómo estás personas determinan que las opciones proporcionadas por la IA son viables, realmente originales o que se ajustan a sus ideas? Es aquí en donde el discernimiento entra en acción.

Discernir supone distinguir algo de una cosa u otra, identificando las diferencias entre ellas (Real Academia Española, 2025b). En la pedagogía ignaciana, el discernimiento personal y comunitario es un ejercicio de la libertad, que supone tomar conciencia de aquello que nos mueve, de manera que invita a la escucha de la experiencia propia y a significar de manera distinta las creencias, los valores (Zarzosa, 2019) y las acciones; es una confrontación con uno mismo.

Sin profundizar en este concepto complejo y adoptando una postura un tanto simplista, para los fines de este texto, solo me gustaría destacar que el discernimiento implica, en concreto, tomar decisiones de forma continua, consciente y responsable.

En el uso de la IA, hay al menos tres decisiones por tomar y sobre las cuales vale la pena reflexionar, discernir. La primera es si utilizamos o no la herramienta en nuestras actividades académicas. En este sentido, surgen varias preguntas: ¿por qué elijo usar IA en acciones relacionadas con la formación académica y no apostar solamente por mi capacidad intelectual?, ¿qué ventajas me ofrece y en qué me beneficia?, ¿qué pierdo al emplearla?

Supongamos que decidimos emplearla. Entonces, un segundo conjunto de decisiones se relaciona con la forma en que la utilizamos. Se puede usar IA en actividades instrumentales, por ejemplo, revisar la redacción de un texto, identificar errores ortográficos, crear una referencia; en actividades relacionadas con la creatividad, inspirar ideas, proponer formas de hacer tal o cual cosa; en actividades de búsqueda de información, en lugar de acudir a los buscadores convencionales; y, en el caso más extremo, para que realice una actividad completa, digamos, una tarea. ¿Será que este empleo de IA suple nuestras áreas de oportunidad? Esa es la cuestión.

Siguiendo con el ejemplo, supongamos ahora, que la IA le ha proporcionado a un estudiante distintas ideas para generar un ensayo sobre los problemas de salud pública actuales. Inevitablemente el estudiante con su capacidad de discernimiento tendría que cuestionarse: ¿realmente son esos los problemas de salud relevantes para su contexto y sociedad?; los datos que se proporcionan ¿son verídicos? En un escenario ideal, el estudiante tendría que cuestionar la información generada por la IA y, a partir, de su capacidad crítica y analítica, utilizar los datos a discreción, no darlos por hecho. Esta es la tercera decisión por tomar, ¿uso o no esto?, ¿si lo uso, puedo hacerme responsable del contenido?

La invitación es dar un paso atrás al momento de emplear la IA y generar ciertas claridades antes de su uso en esta #CiudadDigital y #SociedadDigital en que vivimos. No se trata de desincentivar su utilización, sino de generar conciencia sobre el por qué y el para qué la usamos. Esto es especialmente importante para asegurarnos de que la herramienta no contribuya al detrimento de la creatividad y que su uso se realice con discernimiento.

Referencias:
Chao-Rebolledo, Cimenna y Rivera-Navarro, Miguel Ángel. (2024). Usos percepciones de herramientas de inteligencia artificial en la educación superior en México. Revista Iberoamericana de Educación, 95(1), 57-72. https://rieoei.org/RIE/article/view/6259/4834
Real Academia Española. (2025). Creatividad – Discernir. https://www.rae.es/ 
Zarzosa, A. (2024). Espiritualidad ignaciana y el proceso de humanización. https://ibero.mx/sites/all/themes/ibero/descargables/coordinacion-identidad-mision/formacion-ignaciana-min.pdf

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Fátima Coiffier López

Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, maestra en Investigación Educativa por la Universidad Autónoma de Aguascalientes y doctora en Ciencias en la Especialidad de Investigaciones Educativas (CINVESTAV-IPN). Actualmente es académica del Departamento de Educación de la Ibero Puebla.