Esperanza, amor y paz

  • María Teresa Galicia Cordero
Navidad es amor y paz cada día, justicia y agradecimiento todos los días con acciones positivas

La esperanza, el amor y la paz son palabras que están presentes en esta época del año, sin embargo, estas deberían impregnarse en la mente y el corazón de todos, porque a final de cuentas es lo que nos mueve como personas, lo que mueve los sentimientos más hondos en la humanidad; sin embargo, a veces nos perdemos en la retórica y dejamos de lado aquello que cada uno de nosotros, en nuestros pequeños o grandes espacios podemos hacer a favor de ellas.

 Las lecciones que nos brinda la historia, nos dicen que las grandes transformaciones surgen de la confianza en nosotros mismos y parten de una fe en la humanidad, en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar. Es difícil, pero como escribe Freire, no es imposible: Cuando las tramas de la vida terminaron por traerme al exilio al que llego con el cuerpo mojado de historia, de marcas culturales, de recuerdos, de sentimientos, de dudas, de sueños rotos, pero no deshechos, de nostalgias de mi mundo, de mi cielo, de las aguas tibias del Atlántico, de la “lengua errada del pueblo, lengua acertada del pueblo”. Llegué al exilio y a la memoria de tantas tramas que traía en el cuerpo y añadí la marca de nuevos hechos, nuevos saberes que se constituían entonces en nuevas tramas” (Freire, 1993, p.10).

Esas tramas vienen a nuestra memoria como vientos que refrescan nuestras almas, porque los nuevos hechos y los nuevos saberes surgen de nuestras experiencias y del camino que vamos recorriendo, con o sin otros, pero caminando. Cuando viajas, ya sea cerca, lejos o más lejos, encuentras un caudal de voces, reflexiones y encuentros, que permiten a cada uno de nosotros, acercar mundos, lenguas, regiones, vivencias, visiones e historias que hacen posible que la historia cumpla con su cometido de engarzar la memoria con la mirada puesta en lo posible.

Mis experiencias en la vida, en encuentros dialógicos y problematizadores con el otro, me permiten aprender y construir algo nuevo o diferente con uno o varios horizontes de posibilidad, especialmente cuando la palabra vinculada con la práctica, la cultura, la vivencia, el diálogo, el acontecimiento, el territorio y el conocimiento encuentra su razón de ser, que abre la posibilidad de nombrar, visibilizar y hacerlo consciente.

Los saberes, afortunadamente, se han colocado como parte del discurso educativo, pero su mayor importancia radica en problematizar y  pensar  las articulaciones posibles y deseables entre experiencia, vida cotidiana y saber, es decir, entre los conceptos creados en el mundo de la experiencia sensorial y aquéllos que se construyen en el ir y venir de la investigación, lo que implica que todos los sujetos participantes en un determinado entramado pedagógico, dialógico, crítico y problematizador, se arriesguen, se aventuren a lo posible, a lo desconocido. En palabras de Rossato (2015): “Hay un vínculo estrecho entre pensar -decir la palabra- y la acción” (p. 408).

Siempre que leo a Freire, encuentro tanta relación entre lo que se aspira en educación y lo que también necesitamos en nuestra vida cotidiana, él  configuró como base de su ideario como educador, ubicar el papel que adquieren ciertas cuestiones en la cotidianeidad como la problematización, la formulación de preguntas, la crítica, las decodificaciones, los sentimientos, las creencias, las vivencias, los valores, lo sensible y lo que el deseo anima a nombrar a sabiendas de la imposibilidad de su realización, pero estas cuestiones  influyen en las relaciones con quienes interaccionamos y los saberes que se aprehenden, resignifican, crean y recrean en espacios y momentos concretos, mediados por la acción-reflexión ( Freire, 1980) .

Siempre me pregunto si en algún momento, será posible que todos leyéramos a Freire, e hiciéramos suyos sus planteamientos que desde mi punto de vista están más vigentes que nunca.  La Pedagogía de la esperanza (1993) es un libro escrito con rabia y con amor, sin lo cual no hay esperanza. Las últimas palabras con las que Freire cierra su Pedagogía del oprimido expresan la posibilidad de ese reencuentro crítico y problematizador con toda una experiencia de vida y de compromiso ético, político y pedagógico con el que este pensador acompañó su ideario de vida, de acción y reflexión crítica.

Esta es mi última colaboración del año y me quedo con la fe en la humanidad, en la construcción de un mundo donde siga existiendo la posibilidad de amar, donde la gratitud permanente sea una constante y en donde, cada uno de nosotros, construyamos esperanza a través de  la generación de prácticas y saberes que permitan el análisis crítico y problematizador de la realidad social, la acción colectiva y el desarrollo de  valores comprendiendo al  mundo desde los intereses y necesidades concretos de quienes están cerca de nosotros.

Además y esto me parece de suma importancia, es urgente concretar las prácticas educativas desde nuevas perspectivas pedagógicas humanizadoras, porque como fundamenta Morin (1999), hoy más que nunca, es necesario aproximarse a la comprensión humana intersubjetiva, que va más allá de la comprensión intelectiva enraizada con la explicación. Una comprensión intersubjetiva que implica que nos abramos a la comprensión desde la empatía, nos identifiquemos y nos proyectemos en el otro, para lograr un auténtico acto de amor para la humanización y la paz.

Navidad por tanto es amor y paz cada día, justicia y agradecimiento todos los días, comprensión, respeto y empatía todos los días, acciones positivas y amor a uno mismo cada día, amor a la vida y a nuestros seres queridos todos los días… y a partir de esas reflexiones y acciones construiremos  esperanza con amor y  paz

Referencias
Freire, Paulo (1980), “La concepción ‘bancaria’ de la educación y la deshumanización. La concepción problematizadora de la educación y la humanización”, Carlos Alberto Torres (comp.), Paulo Freire. Educación y concientización, Salamanca (España), Sígueme, pp. 51-59.
Freire Paulo (1993), Pedagogía de la esperanza , México, Siglo XXI .
Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. (The seven skills needed for the education of the future)
Rossato, Ricardo (2015), “Praxis”, en Danilo Streck, Euclides Redin y Jaime José Zitkoski (orgs.), Diccionario Paulo Freire , Lima, CEAAL , pp. 407-409.

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.