El Mictlán, alcanzable

  • Alejandra Fonseca
Tras arribar al Mictlán, el difunto iniciaba un viaje por los nueve niveles del inframundo mexica

Aztecas y mexicas son dos nombres que se usan como sinónimos, pero no lo son; no eran el mismo pueblo: los aztecas eran habitantes de la mítica Aztlán, de la que múltiples documentos prehispánicos dan cuenta, como el códice Mexicanus, y cronistas de la época novohispana, pero a la fecha no se sabe su ubicación.

Los mexicas, que se separaron de los aztecas, le daban gran importancia a la muerte y creían que la vida continuaba aún en el más allá y para celebrar a sus difuntos tenían varios periodos a lo largo del año. Los más importantes se realizaban al terminar las cosechas entre los meses de septiembre y noviembre, y según la forma de morir consideraban la existencia de cuatro ‘destinos’ para los difuntos:

1. El Tonatiuhichan o ‘casa del sol para los guerreros muertos en batalla, los capturados para el sacrificio y las mujeres embarazadas.
2. El Tlalocan, donde llegaban los que morían por el agua (ahogados).
3. El Chichihualcuauhco, para los bebés que morían, y ahí eran amamantados por un enorme árbol nodriza hasta que ‘volvieran a nacer’.
4. El Mictlán, reino de los muertos y destino de las personas que fallecían por causas no relacionadas al agua, la guerra o el parto; para llegar a él eran ayudados por su fiel compañero en vida, el perro Xoloescuintle, a cruzar dos ríos del inframundo.

Para arribar al Mictlán después de muerto, el difunto debía esperar cuatro años, tiempo en el que la diosa de la tierra Tlaltecuhtli, lo devoraba. Después iniciaba un viaje por los nueve niveles del inframundo mexica:

1º. Cruzar el río Apanoayan con ayuda del perro.
2º. Pasar desnudo en el Tepétl Monanamicyan, donde constantemente chocan 2 cerros.
3º. Enfrentar a una culebra que resguarda un camino.
4º. Atravesar el Iztepétl o cerro de navajas.
5º. Recorrer ocho cimas llamadas Cehuecayan, donde constantemente cae nieve.
6º. Transitar otros ocho caminos en Itzehecayan, donde el viento corta como navajas.
7º. Caminar sobre el Apanhuiayo, canal de aguas negras, donde habita una temida lagartija llamada Xochitonal.
8º. Atravesar otro río, el Chiconahuapan, con la ayuda de un perro xoloitzcuintle.
9º. Y finalmente, llegar al Itzmitlanapochcalocan, donde moran los dioses de la muerte, Mictlantecuhtli, dueño y señor del Mictlán, el inframundo q gobernaba junto con su esposa Mictlancíhuatl, donde el difunto debía darle las ofrendas con las que fue enterrado: granos de maíz, frijol, piedras preciosas y otros productos vegetales.

Con la llegada de los españoles, en 1492, a finales del siglo XV y sus procesos de descubrimiento, conquista, primer Virreinato y colonización, el Día de Muertos no desapareció por completo, como otras fiestas religiosas mexicas. Los evangelizadores descubrieron que había una coincidencia de fechas entre la celebración prehispánica de los muertos con el Día de Todos los Santos, que inició en Europa en el siglo XIII, dedicado a la memoria de los santos que murieron en nombre de Cristo. También había una sincronía con la celebración de los Fieles Difuntos, realizada justo un día después de Todos Santos. Fue así como el Día de Muertos se redujo a 2 días, el 1 y 2 de noviembre, aunque en otras regiones como Oaxaca y Puebla se extiende a varios días, pues se cree que aquellos que murieron de causas no naturales llegan días antes al hogar.

Las costumbres prehispánicas de incinerar a los muertos o enterrarlos en el hogar fueron eliminadas y los cadáveres empezaron a depositarse en las iglesias (los ricos adentro y los pobres en el atrio). Se adoptaron costumbres españolas, como el consumir postres con forma de huesos que derivaron en el popular pan de muerto y las calaveritas de azúcar. También comenzó la costumbre de poner un altar con veladoras o cirios, de esta forma los familiares rezaban por el alma del difunto para que llegara al cielo. De igual manera, se hizo tradicional la visita a los cementerios, los cuales fueron creados hasta finales del siglo XVIII, como una forma de prevenir enfermedades al construirlos a las afueras de las ciudades. El pan de muerto proviene de la tradición europea de comer bizcochos y dulces con forma de huesos en Todos Santos.

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes