Se llevó a cabo el debate hacia la presidencia de los Estados Unidos entre Kamala Harris, candidata demócrata y Donald Trump, candidato republicano. Fue el segundo de esta contienda. En el primero, el mal desempeño de Joe Biden lo condenó a las más duras críticas por parte de los demócratas. Finalmente, Biden renunció.

Kamala Harris se convirtió en la estrella de la política. Su llegada renovó el interés de los votantes por el proceso electoral. Ha logrado reunir más de 300 millones de dólares para su campaña, mostrando el entusiasmo que provocó entre sus simpatizantes.

Según The New York Times, Kamala Harris en las encuestas aparece arriba por dos puntos a nivel nacional y en algunos estados claves. En esas mismas encuestas, Trump aparece con una ventaja similar en Arizona y en Nevada.

Esto significa que hay un empate técnico. Trump cuenta con votantes hombres y la gente mayor de cincuenta años. Los votantes que favorecen a Kamala Harris son fundamentalmente las mujeres y los jóvenes.

Este es el riesgo para la actual vicepresidenta, ya que el electorado juvenil suele ser el que más se abstiene de votar. Si no salen a las urnas, Trump podría ser electo nuevamente.

Es por esta razón que el debate era importante para los demócratas. El voto duro no va a cambiar, pero hay un 10 por ciento del electorado que se considera indeciso, y es a ellos a quienes iba dirigido el debate de ayer.

Donald Trump se mostró, molesto, irascible y ligeramente impaciente. Tocó los temas habituales con los que ataca a Kamala Harris.  Señaló que la inflación está impactando el bolsillo de los norteamericanos. Todos los días las cosas están más caras.

También, el tema migratorio se ha convertido en el peor problema de los demócratas. De manera exagerada e injusta, la población de EE. UU. le echa la culpa a los migrantes de la delincuencia y del desempleo en la Unión Americana. Trump siempre ha dicho que los demócratas abrieron la frontera y dejan entrar a cualquier persona. Esto es falso, pero el público norteamericano se lo cree sin reflexionar al respecto. Por último, la guerra en Ucrania y la invasión de Israel a Gaza también muestran un escenario de conflictos internacionales que no había durante el gobierno de Trump.

Y como ocurre en estos eventos políticos, es el postdebate el que termina por marcar tendencia. Según una encuesta de CNN, el 60 por ciento del público consideró que Kamala Harris lo había ganado. Y en la cadena FOX News varios republicanos se quejaron del mal desempeño de Donald Trump.

Kamala Harris se mostró institucional, moderada, respetuosa pero también directa y contundente. Su mensaje fue de optimismo y recordó que Trump ha cometido varias violaciones a la ley y que ha sido sentenciado por esas razones. Trump argumentó que es inocente y que se trata de una persecución política en su contra.

El debate mostró la polarización que hay en el país. Trump dijo en varias ocasiones que Estados Unidos se encuentra en decadencia, que vive una desgracia absoluta, que es el país más violento del mundo, que los migrantes se roban los trabajos, cometen actos criminales y votan ilegalmente. Advirtió que si gana Kamala, se iniciaría la tercera guerra mundial. Pintó un panorama sombrío, decadente y peligroso.

Eso hacen los conservadores, exagerar los riesgos y los peligros de los cambios para evitar que la gente cambie y, entonces, se mantenga el estatus quo y ellos sigan en el poder.

Por su parte, Kamala Harris habló en un lenguaje más cercano a las preocupaciones e intereses de los jóvenes en su país. Ofreció trabajar para apoyar a los estudiantes universitarios, a los hijos de madres trabajadoras, a la protección del medio ambiente y a la adquisición de casas para personas y familias con créditos accesibles.

Desde su postura progresista y liberal, planteó un escenario amable y agradable hacia el futuro, a diferencia del mundo gris y deprimente que dibujó Trump. El 5 de noviembre sabremos si el mensaje de esperanza de Kamala Harris triunfará o si el mensaje sombrío y deprimente de Trump lo convertirá nuevamente en presidente.