Mayo cayó en julio

  • Eduardo García Anguiano
La justicia si bien llega tarde, se logra por la cultura de la legalidad

La detención de un líder del narcotráfico originó diversos comentarios como el de la trascendencia del suceso o el impacto en el mundo criminal; también generó dudas sobre la captura o entrega y la desconfianza entre gobiernos por el suceso. Veamos algunos aspectos que dan marco a los acontecimientos.

Convención de Viena de 1998: Suscrita al amparo de la ONU, de la cual somos país signante sin haberla denunciado aún, en su artículo 3, fracción primera, inciso a) i) pide a los países tipifiquen como delitos en su derecho interno diversas conductas relacionadas con los estupefacientes y psicotrópicos, con una peculiaridad: no pide tipificar como delito el consumo de estos.

Este tópico es importante porque cuando se esgrime el discurso de que los Estados Unidos de América son un país consumidor de drogas, lo que deviene es que sean impactados por una serie de conductas criminales de quienes cometen delitos al llevar sustancias ilícitas a sus diversos consumidores.

Por lo anterior, la “geomoral” de país víctima y país victimario poco ayuda a la relación entre México y los Estados Unidos, pues ellos adoptan una posición defensiva de su territorio ante delincuentes que atentan contra su población; tengamos presente que la defensa es legítima ante la opinión pública.

Soberanía y relación bilateral: Mantener la soberanía en el siglo XXI pide olvidar las ideas de principios del siglo XX, aunque verdad de Perogrullo es necesario recordarla porque aún vemos decisiones autárquicas en un mundo global multipolar que redefinió las fronteras y las relaciones internacionales; hoy defender la soberanía pasa por la cooperación internacional contra fenómenos trasnacionales.

En efecto, policías de otros países apoyan la seguridad en los Juegos Olímpicos de París sin que se diga que violan la soberanía francesa: España envió 360 efectivos, Reino Unido 245, Alemania 161 y Catar apoya con 105, porque el terrorismo es un fenómeno trasnacional al igual que diversos tipos de la delincuencia organizada.

El Estado: México se proyecta como un Estado débil ante la delincuencia organizada debido a instituciones de seguridad frágiles, promoción de la subcultura del mundo criminal y un pueblo que sostiene económicamente a la delincuencia al adquirir sus productos o servicios, entre otros factores. Antaño se hablaba de la “colombianización”, hoy se dice “mexicanización”, incluso el Papa así lo expresó.

Axiomas: La existencia de la delincuencia organizada trasnacional presenta tres axiomas, el de la perdurabilidad que implica vínculos al amparo de la autoridad política; el crecimiento donde a más poder mayor dimensión de operaciones y control territorial porque tiene más protección, sin embargo, cuando el Estado pierde el control territorial ya no requiere de la protección y; el interés fundamental que es obtener una ganancia económica ilícita.

A las primeras dudas sobre el caso que nos ocupa agrego: ¿el gobierno mexicano es capaz de enjuiciar y mantener en prisión a delincuentes internacionales para que no operen o se escapen una vez recluidos?, ¿detener a un presunto delincuente trasnacional y llevarlo ante la justicia ayuda a nuestro país en dónde andaba libre?, ¿la perdurabilidad, el crecimiento y el interés fundamental de la delincuencia organizada están presentes en tierras nacionales? ¿Es tiempo o una necesidad la cooperación internacional operativa contra la delincuencia organizada?

Víctor Hugo expresó: “Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo”.

 

 

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Eduardo García Anguiano

Sociólogo y Maestro en Administración Pública. Ha laborado en el gobierno federal y gobiernos locales en áreas de seguridad, gobierno y salud. Ha sido profesor en: UDLAP, IMIDECIP, Instituto Técnico de Formación Policial de la CDMX y en el INAP.