Ocurrió lo que decenas de periodistas y analistas presagiaban. Ayer domingo, poco después del medio día del centro de México, Joe Biden anunció que renunciaba a sus aspiraciones para ser candidato a la reelección y buscar un segundo mandato presidencial.

Este anuncio en un pilar más dentro un proceso electoral histórico y sin precedentes en esa nación. Hasta hace unas horas, el tema central de la vida política estadounidense era el atentado contra Trump y su candidatura a la presidencia por el Partido Republicano, que aceptó el jueves pasado en Milwaukee.

Ahora, el interés mediático está en saber quién sustituirá a Biden en la nominación demócrata.

Biden apoya la candidatura de Kamala Harris. La actual vicepresidenta fue una exitosa fiscal de California, de origen afrocaribeño y asiático. Sus padres se conocieron en la Universidad de Berkeley, en California.

Harris es mujer e hija de migrantes. Justo lo que la nación MAGA de Trump tanto odia, desprecian y discriminan.

Sería una candidata demasiado liberal para los hombres y las mujeres blancas y cristianas de EE. UU. Pero nada está dicho todavía. Kamala Harris tiene muchas probabilidades de ser la candidata, sin embargo, falta la Convención Demócrata del próximo 19 de agosto.

Por lo pronto, el interés de las elecciones ha cambiado. Los demócratas respiran con alivio ante la renuncia de Biden a la candidatura. Los donantes para la campaña demócrata se han vuelto a entusiasmar. Los medios no dejan de hablar del tema. Trump ha desaparecido, por lo pronto, de la escena mediática.

Y hay otro elemento que podría favorecer a los demócratas más allá de la sorpresa por la renuncia de Biden. En decenas de encuestas ha salido a relucir que el electorado está cansado de Biden y de Trump. Que los ven como malos candidatos y como un regreso a fórmulas del pasado.

¿Será posible que el nuevo o la nueva candidata demócrata provoque un cambio de aire a la elección y abra las posibilidades de que los electores estadounidenses sientan una renovación en el proceso?

Muchas encuestas detectaron que los electores buscaban propuestas diferentes, un cambio generacional, un perfil más joven y entusiasta. No sólo Biden ha declinado física y mentalmente, Trump también ha pasado por episodios así en sus mítines.

Se avecinan tiempos muy interesantes para la vida política de Estados Unidos.

Será una campaña de contrastes: republicanos con discursos racistas, vengativos y discriminatorios como los de Trump. Demócratas con proyectos incluyentes, progresistas y plurales como los de sus bases sociales. Ayer comenzó realmente la contienda por la Casa Blanca.