La música, un instrumento liberador de emociones

  • Ximena Constantino
Escuchar música detrás de la depresión y ansiedad puede ayudarnos a mejorar nuestra condición

Hay una frase chicle que dice que tocar algún instrumento te hace estar menos tenso, te hace liberar toxinas y hasta mejora tu salud mental.

Escuchar un coral de cuerdas, una tocatta de órgano o hasta una sinfonía tal vez le haga tener una sensación bastante placentera al oyente; sin embargo, la vida de esas líneas melódicas puede que no siempre hayan sido definidas así, y que incluso si escuchamos más a fondo, si cerramos los ojos y tratamos de escuchar con el corazón,  puede que sientas que realmente esa “música de elevador o para sentirse tranquilo” sea mucha más profunda, tan llena de tristeza, tan llena de amargura, tan llena de soledad, ansiedad o depresión.

Sé que suena un poco dramático y pesimista, pero la realidad es que todos los artistas, en este caso los músicos, tenemos algo de ello, que es justo, lo que nos hace tener la necesidad de sacar nuestra voz por medio de melodías, por medio de solos de jazz, o por medio de la interpretación de algún concierto importante. Damos nuestros recuerdos, nuestra tristeza en un solo pincelazo, en un montón de notas. Regalamos con añoranza las mejores memorias de un buen momento que no regresará. Escuchar un bebé llorar por primera vez,  el sabor de un primer beso enamorado. El llanto de una noche de desvelo que se vivió por alguien que ya no está. Las ilusiones en un crescendo orquestal de la vida que vendrá y el gusto por sí solo de tocar un instrumento musical.

Damos todo cuando tocamos; una parte de nosotros se va en ese instante fugaz. Es tan poco lo que se pide a veces a cambio que quizás te reirías de la banalidad, solo, a veces, pedimos ser escuchados.

 Algunos de los más grandes compositores de la historia han sido víctimas de estos mismos momentos que hoy en día en sus composiciones más atrevidas podemos percatarnos de una sensación que iba mucho más allá del placer de escribir o del compromiso de terminar alguna obra importante.

Ejemplo de ello es el Concierto No. 2 de Rachmaninoff, concierto para orquesta y piano escrito en el otoño de abril de 1900. Esta obra fue estrenada por el mismo compositor. Se sabe que el pianista sufrió años de problemas graves de depresión, ello debido al supuesto fracaso luego de estrenar su primera sinfonía en San Petersburgo, en 1897, poco aceptada por la crítica y el público, lo que supone que el compositor trabajó en ella por varios años y que después tanto esfuerzo, no obtuvo el éxito esperado en el estreno. Ello lo llevaría a dejar de componer por mucho tiempo y tomar incluso un tratamiento hipnótico.

Cuando Sergei pudo salir de su cuadro depresivo, este, le dedicaría su bello concierto a su doctor  Nikolái Dah.  El piano y la orquesta fueron el medio por el que el gran compositor logró entonces liberar su alma, tras, seguramente años de ansiedad, no poder dormir, tener tan solo la misma melodía e idea dando vueltas por su mente como en un callejón sin salida. Entonces la música lo salvó, lo liberó.

Es entonces una labor tan noble la que los músicos ejercen, tan importante dentro de nuestra sociedad, que hasta cuesta pensar en lo desvalorizada que es y las terribles condiciones económicas y de oportunidades laborales que algunos músicos tienen. No, tampoco somos dioses que poseen grandes poderes, pero lo que sí es un hecho es que en los momentos más íntimos, un gran recuerdo puede deberse a una gran obra, o que una depresión tan profunda en tu corazón también pueda mejorar tocando, cantando y escuchando.

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Ximena Constantino

Saxofonista y comunicóloga. Ha ganado premios y estímulos tanto en música clásica como popular. Es gestora de eventos para promover la equidad de género. Su formación musical y su asociación con marcas reconocidas como Yamaha, Veerkamp, BGFrance y Daddario, demuestran su influencia en la escena internacional.