Expulsar a los demonios: lección de ciudadanía

  • Juan Martín López Calva
Vayamos a las urnas convencidos de que estamos educando en ciudadanía a nuestros hijos y estudiantes

Y qué decir de (ésta) nuestra (Patria),/ este país de todos los demonios/ en donde el mal gobierno, la pobreza/ no son, sin más, pobreza y mal gobierno/ sino un estado místico del hombre,/ la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia/ sin duda la más triste es la de (esta Patria), porque termina mal. Como si el hombre,/ harto ya de luchar con sus demonios, decidiese encargarles el gobierno/ y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza,/ cuyo origen se pierde en las historias que dicen que no es culpa del gobierno/ sino terrible maldición de (nuestra Patria), triste precio pagado a los demonios/ con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,/ a menudo he pensado en la pobreza de este país de todos los demonios./ Y a menudo he pensado en otra historia distinta y menos simple, en otra (Patria)/ en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno/ es un vulgar negocio de los hombres y no una metafísica, que (esta Patria)/ debe y puede salir de la pobreza, que es tiempo aún para cambiar su historia/ antes que se la lleven los demonios.

Porque quiero creer que no hay demonios./ Son hombres los que pagan al gobierno, los empresarios de la falsa historia,/ son hombres quienes han vendido al hombre, los que le han convertido a la pobreza/ y secuestrado la salud de (nuestra Patria).

Pido que (la Patria) expulse a esos demonios./ Que la pobreza suba hasta el gobierno. Que sea el hombre el dueño de su historia.
Jaime Gil de Biedma. De todas las historias de la Historia. (1)

¿Y qué decir de México, esta Patria nuestra que se encuentra a unos días de las elecciones políticas más grandes de su historia? ¿Qué decir de este país que ha vivido un proceso electoral ensuciado por la violencia, ensangrentado por los asesinatos de entre 30 y 40 candidatos, por la renuncia ante el temor de correr con la misma suerte de otros 515 candidatos y candidatas a distintos puestos de elección popular a lo largo y ancho del territorio nacional.

¿Y cómo entender la historia de esta Patria, que como en el caso de la España de la que habla el poeta, tiene la historia más triste de la Historia porque termina mal, como si nuestros conciudadanos, cansados o hartos o frustrados de luchar contra nuestros demonios hubiésemos decidido entregarles el gobierno y la administración de nuestra pobreza centenaria?

¿Y de qué manera explicar esta “famosa inmemorial pobreza cuyo origen se pierde” en el tiempo y que dicen, no es culpa del gobierno, sino una especie de terrible maldición nacional que nos condena, como la serpiente que se muerde la cola, a pagar ese tributo a los demonios con el hambre y el trabajo de nuestros hombres, mujeres, niños, niñas y ancianos?

¿Y quién nos puede explicar esa especie de resignación ante esa pobreza que no sólo es material sino también educativa, de condiciones de salud, de aspiraciones, de corrupción, impunidad y muerte, de desapariciones forzadas, feminicidios y asesinatos de niños a plena luz del día sin que pase nada, absolutamente nada que nos haga creer que hay salida?

¿Y de qué formas misteriosas se reproduce esa especie de gen que históricamente nos ha hecho dóciles súbditos de poderosos tlatoanis que dictan absolutamente todo lo que pasa, incluyendo qué hora es y cómo debemos pensar, hablar y actuar para no ser tachados de traidores a la Patria?

Una parte de esta terrible maldición nacional que lleva siglos oprimiendo a nuestra gente, reprimiendo nuestras aspiraciones y matando nuestros sueños, desapareciendo muchos cuerpos y adormeciendo muchas almas podría empezar a romperse el próximo domingo si nos decidimos, los adultos y los jóvenes a brindar una lección de formación ciudadana a las generaciones futuras de este país.

Nada hay más poderoso para enseñar valores éticos y cívicos que participar con decisión y convicción en los ejercicios de votación en los que se decide, en los que todos decidimos quienes serán nuestros representantes, los miembros de ese gobierno que sí es en gran porcentaje responsable de esta pobreza que se recicla sin cesar, puesto que no se trata de una maldición o de un destino manifiesto.

Porque si hay algo que puede contribuir a que los niños y adolescentes de esta Patria rota, adolorida, sangrante y expoliada generación tras generación por generaciones de las mismas familias que sólo cambian de traje, de color y de discurso, es que todos los ciudadanos, de forma masiva y organizada aunque no homogénea, empecemos a pensar en otra historia distinta y menos simple, en otra Patria en donde sí importe un mal gobierno, en donde no se permita la impunidad de los malos gobiernos.

Si una cosa puede iniciar el cambio de nuestra historia, antes de que nos lleven los demonios que andan sueltos desde hace mucho tiempo, es empezar a creer con firmeza que nuestros malos gobiernos sucesivos son vulgares negocios de los hombres “y no una metafísica” y que esta Patria puede y debe salir de la pobreza, de la violencia, de la corrupción, de la impunidad, de la polarización generada por la existencia de minorías opulentas y mayorías explotadas y alentada desde el poder como una estrategia para conservar o para acceder al poder.

Porque si algo puede formar a la nueva ciudadanía democrática y comprometida que necesita esta Patria es la creencia colectiva de que no hay demonios sino hombres que pagan al gobierno, empresarios de la falsa historia, humanos que venden a humanos cotidianamente y que le mantienen en la pobreza y secuestran la salud de nuestra Patria.         

De ahí el imperativo de salir este domingo a votar por quienes cada quién decida, pero sabiendo claramente por qué votamos por cada opción. Salir a votar a pesar del desánimo que provoca la falta de opciones, de alternativas reales de cambio, de liderazgos fuertes y convincentes. Ir a votar convencidos de que no sólo es nuestro deber y nuestro derecho, sino que es nuestro compromiso y nuestra forma de ponerle manos y pies a nuestro sueño de una Patria mejor, a pesar de la clase política decadente que se distribuye en todos los partidos políticos, viejos y nuevos, de cualquier color, pero tratando de distinguir que aunque sean lo mismo, no son igual, no da igual quien quede a cargo de un municipio, un estado, una curul o los destinos de todo el país.

Salgamos a votar con las vísceras, pero no que las que nos llevan a odiarnos entre nosotros sino con las que nos hacen odiar el odio, repudiar el repudio, excluir la exclusión, rechazar la violencia, conmovernos hasta lo más profundo con el dolor ajeno.

Vayamos a votar con la inteligencia de quienes han analizado cuál es la opción del mal menor, ya que no hay, al menos desde mi punto de vista un bien verdadero. Votemos con la visión crítica de quien sabe diferenciar y distinguir y no otorga cheques en blanco a nadie y no concede el poder absoluto porque como hemos visto, corrompe absolutamente.

Votemos con la convicción ética de que hay distintos valores en juego y que cada color y cada nombre o apellido representa ciertos valores que intentará imponernos a todos. Vayamos a las urnas con el compromiso ético de quienes buscan expulsar o al menos contener a nuestros demonios, de quienes intentan que los pobres se empoderen y digan su palabra y sean escuchados.  Vayamos a las urnas con el convencimiento de que estamos educando en ciudadanía a nuestros hijos y a nuestros estudiantes. Votemos con la convicción de que queremos que sean las personas quienes se vuelvan dueñas de su historia.     

(1) En el poema he modificado lo que está entre paréntesis, para sustituir la palabra España, por Patria o nuestra Patria, dado que uso este poema para hablar de México, hoy.

 

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).