Estudiar música, un doble privilegio

  • Ximena Constantino
Reflexiones en el tráfico: ser estudiante de música en México, responsabilidad y disfrute

Desde hace unos meses estoy viviendo en la Ciudad de México. El camino resulta ser bastante largo en los trayectos diarios. En ocasiones me pongo a escuchar música, en otras escucho las noticias, pero lo que es cierto es que estos caminos están llenos de recuerdos que nos llevan desde la infancia hasta la licenciatura; mi camino de casa a mi trabajo no es la excepción. Me toca pasar por el Conservatorio Nacional de Música, escuela en la que tuve la fortuna y el privilegio de estudiar durante casi diez años de mi vida. En efecto siempre al alma matter se le guarda un cariño especial.

Justamente, en mi más reciente viaje pude volver a sentir lo que era pertenecer a una comunidad estudiantil. Sucedió en la Universidad Popular de Bellas Artes en Morelia Michoacán, pues gracias a mi actual trabajo (y que nunca imaginé tener) pude visitar, llevar una exhibición de instrumentos, realizar una clase magistral y un recital, en compañía de la empresa Yamaha.  No cabe duda de que cuando uno es estudiante siempre anhela ciertas cosas que en ocasiones cree que jamás llegará a tener. Muchos chicos se acercaron para ver y probar los instrumentos de la exhibición, muy entusiasmados de poder sentir el tocar con instrumentos de alta gama, inclusive otros; así también como cuando estaba impartiéndoles clase, se sorprendían de algunas notas y técnicas que tuve la oportunidad de compartir durante mi recital.

Lo interesante, como mencionaba, es que todo aquello me hizo reflexionar dos cosas: la fortuna de ser estudiante, y de cómo cambian las perspectivas y expectativas de lo que uno anhela en la vida conforme crece.

En ocasiones pienso que la vida nos lleva por caminos extraños; sigo siendo romántica y pensando que todo aquello con lo que sueñas en algún momento se vuelve realidad.  De jóvenes y estudiantes anhelamos cosas que estoy segura de que, si trabajas en ello, en su momento llegarán, quizás de formas y a través de caminos extraños, pero llegarán. En mi caso, nunca me imaginé trabajar en donde actualmente colaboro y al mismo tiempo es como si mi preparación académica y práctica me hubiera llevado en cada paso hasta este momento.  Eso mismo pienso y siento cada vez que tengo la fortuna de tocar en público.

Lo que también es seguro es que la vida cambia cada instante, a veces creemos que con alcanzar tal o cual meta eso será lo equivalente al haber alcanzado la felicidad plena o haber alcanzado la vida que tanto deseábamos. Lamento decirle que últimamente me doy cuenta de que no siempre es así, a veces alcanzamos lo que anhelamos y nos damos cuenta de que ahí a lo mejor no era donde queríamos estar. Eso aplica perfectamente también para la música. Nos empeñamos a veces en tocar un repertorio sumamente difícil y cuando llegamos a tocarlo nos damos cuenta de que realmente ni siquiera nos llena. A mi me pasó muchas veces así, hasta que me di cuenta de que lo que llenaba mi alma era tocar la música nueva mexicana de concierto y compartir eso con las personas.

Respecto a mi segunda reflexión de ser estudiante, apenas fui a la Universidad de Bellas Artes en Morelia y conocí muchos chicos estupendos, con mucho ánimo y con muchas ganas de conocer nuevas formas de tocar y de explorar los instrumentos musicales.

Pensemos en el porcentaje de la población que tiene la posibilidad de estudiar en una universidad pública. Te darás cuenta de qué si lo haces, eres sumamente afortunado. En Latinoamérica aún esta cifra continúa siendo apabullante.  Para empezar, estudiar hoy en día representa por desgracia ya un privilegio, hacerlo a nivel licenciatura es ya un gran logro en México. Sólo el 24 por ciento de las personas llegan a estudios superiores. Si es de ese porcentaje, tenemos una doble responsabilidad moral y social y además por supuesto artística. Si lo pensamos fríamente tu educación está siendo subsidiada no por el gobierno, sino por todos y cada uno de los ciudadanos de este país que trabajan y pagan impuestos, incluyendo tu familia.

Así que no, no tengas miedo de hacer labor social; aún más, como músicos y artistas considero que tenemos esa gran responsabilidad de generar proyectos y difundir valores dentro de la sociedad, no solamente tocando, sino siendo un buen estudiante.

Quisiera cerrar este texto diciéndote que no tengas miedo en explorar nuevas formas de música y que tampoco, aunque suene muy trillado, tengas miedo de disfrutar el ser estudiante, porque son momentos que nunca más regresaran. Es una gran oportunidad el ser estudiante, de hacerlo en una universidad pública, y sobre todo, lo que muy poca gente hace: estudiar música. Solo recuerda que también tenemos la responsabilidad de hacer un buen trabajo y de poner siempre en alto el nombre de la comunidad artista de nuestro país.

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Ximena Constantino

Saxofonista y comunicóloga. Ha ganado premios y estímulos tanto en música clásica como popular. Es gestora de eventos para promover la equidad de género. Su formación musical y su asociación con marcas reconocidas como Yamaha, Veerkamp, BGFrance y Daddario, demuestran su influencia en la escena internacional.