“Así que, si queremos que la limpieza, la capacidad y la verdad imperen en este país que amamos, hemos de decidirnos a ocupar espacios, a crear tejido social, a encabezar acciones políticas, a hacer nuestras las demandas de los mexicanos, especialmente de aquellos que durante más tiempo han sufrido los efectos de esa corrupción, de esa ineptitud y de esas mentiras.”
Luis H. Álvarez

La ciudadanía está despertando de un golpe populista que dio el partido en el poder en 2018. Los sectores que dieron su voto a un sueño –que no fue un proyecto- insistente en conquistar el poder, les pareció en ese momento la alternativa viable y decidieron darle el voto a quién se le calificó como el peligro para México.

Y aunque es satisfactorio decir “se los dije” no lo es ante el grado de descomposición que muestra el poder en turno de nuestro querido país. Un gobierno, que cada vez más nos vamos dando cuenta, que está más cerca del crimen organizado que de los ciudadanos. Así lo demuestra la investigación profesional del Tim Golden, pero así lo vemos las y los ciudadanos, la política de abrazos a la delincuencia simplemente ha disparado los homicidios dolosos en el país. Y no debiéramos entrar al debate frío y deshumanizado de las cifras sobre cuántas y cuándo han ocurrido las lamentables pérdidas de vidas humanas para explicar la eficacia de la política pública, si las y los ciudadanos constatamos la violencia tan solo al abrir la puerta.

¿Acaso alguien no ha visto la pleitesía del presidente ante los narcos? ¿Acaso no lo hemos visto ante la población desprotegida que exige ayuda, disculparlos aludiendo a que “también son ciudadanos”? ¿Y grupos armados desfilando frente a los cuarteles de la Guardia Nacional con narcomensajes en video mantas, cárteles, asesinatos, de los cuales solo se intenta explicar desde el poder que son problemas entre ellos?

Todo esto, las y los ciudadanos lo vemos más cerca, cada vez más cerca y lo vemos aterrorizados ante la pasividad del gobierno federal –que no es único responsable, pero sí el único con los recursos para combatirlo-. Entonces recordé cuando la visita del otrora Secretario de Gobernación cuando pretendió convertir el recinto del Honorable Congreso del estado de Puebla en templete de su campaña perdedora. Cuando mis compañeras y compañeros protestamos frente a él, “no al narco-estado” se lee en la pancarta que sostuve frente al exsecretario en una legítima y urgente protesta ante la evidente, peligrosa y lastimosa cercanía del Estado y el narco en el país.

Por eso Tim Golden no nos dijo nada nuevo a las y los mexicanos, no porque no supiéramos de esa cercanía, sino porque la padecemos más frecuente y más cerca, y eso ha sido sin duda un despertar abrupto del “sueño de manuelandia”. Poco a poco, sin prisas, pero sin pausas, la alternancia en el poder se acerca, la oposición crece sigilosamente y las reacciones del gobernante en turno, lejos de abonar al sueño obradorista, muestra su desesperación.

Tim Golden puso en la palestra internacional la gravedad del narco-estado en México que pretenden instaurar en nuestro país la élite gobernante. A nosotros los mexicanos, no nos dijo nada nuevo, solo nos lo dijo con datos e investigación periodística.

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