De la pérdida de valores… a la guerra

  • Alberto Hidalgo Vigueras
Cuando permitimos que nos dividan, nos acercamos cada vez más a un final devastador

El día de hoy me gustaría platicar con ustedes estimados ciberlectores acerca de la pérdida de valores y de cómo puede terminar en una guerra fratricida.

Recientemente, fui invitado a la ciudad de Apizaco, Tlaxcala, a participar como ponente al “II Encuentro Internacional de Proximidad Policial” por parte del director de Policía y Tránsito, el comisario Raymundo Fregoso Muñoz y donde participamos gustosos ante un aforo aproximado de 200 personas entre maestros, estudiantes, empresarios, ciudadanos civiles, interesado de la comunidad, y por supuesto, nuestros hermanos policías, eje central del tema.

Entre otras personalidades y ponentes, estuvieron algunos como el secretario General de Gobierno, Arq. Manuel González Báez, en representación del Presidente Municipal, el exembajador Luis Ortiz Monasterio y directores de otras corporaciones policiales del vecino Estado de Tlaxcala.

En fin, desde mi punto de vista, fue un éxito el evento y una de las ponencias que llamó poderosamente mi atención, fue la del joven licenciado Rinas Alahmad, refugiado sirio de la guerra en su país natal y que actualmente ha tenido que terminar sus estudios en México, gracias a un programa internacional de la ONU y la Universidad Iberoamericana Campus México, quien habló acerca de la importancia de la paz y el dolor de la guerra.

Como les comentaba, el hecho de que el tema haya robado totalmente mi atención, fue por el excelente desarrollo del tema en donde Alahmad nos contaba de su ciudad natal Aleppo en Siria, de cómo vivió su niñez y cómo casi sin darse cuenta, se vio en inmerso en una guerra que seguramente sus compatriotas sirios jamás hubieran querido.

Nos mostró fotografías, donde mezquitas, museos, escuelas, cuarteles de policía y otros edificios más, se podían ver antes de la guerra, y posteriormente de la misma y en donde mostraba una ciudad totalmente arrasada hasta los cimientos de cada casa, cada edificio cada lugar, que por cierto era patrimonio de la humanidad por sus muchos edificios de las de 1,500 años de antigüedad.

Una ciudad con ciudadanos, sin posibilidad de salir a la calle de lo que quedaba de sus casas, por miedo a los soldados, a los tanques de guerra a los rebeldes y otras milicias; una ciudad totalmente acabada por una lucha fratricida, pues se mataban entre ellos, se dividían por bando padres, hijos, hermanos y amigos por decir lo menos.

Una ciudad de la cual además ya no podías contar con nada ni comida, ni agua, ni nada, donde había un baño; quedaba solo destrucción, donde había escuelas, solo espacios devastados hasta el mínimo reducto, donde hubo amigos y familiares, enemigos encarnizados enfrentados unos con otros, hasta la misma muerte por razones que en muchos casos desconocían o no entendían.

No obedecían a nada y a nadie, había que conseguir comida y refugio para la familia de los afectados a como dé lugar. La policía desapareció, el respeto a las autoridades también totalmente y de ahí al drama de escapar de su propia tierra a países vecinos que les dieran cobijo, huyendo a pie pues los aeropuertos ya eran bases militares sin posibilidad de usarlos para salir. Los carros, camiones y otros transportes ahí estaban, pero no había gasolina para hacerlos funcionar, así que era ir caminando o quedarse a esperar tal vez la muerte.

Todo un drama que hacía que a uno se le hiciera un nudo en la garganta.

En fin, que después de que Rinas expuso hasta el final la problemática de él y sus compatriotas, se llegó al esperado espacio de preguntas y respuestas y dentro de las variadas cuestiones que se le presentaron al expositor, hubo una por demás interesante llevada a cabo por un estudiante de secundaria y por sencilla, se antojaba compleja y la respuesta fue brutal, al menos para mí, al imaginarme un poco de nuestro futuro.

La pregunta de este adolescente de tercer grado de secundaria fue: “Sr. Rinas, ¿cómo empezó esa guerra?” Silencio… y un comentario por el ponente: ¡muy buena pregunta!, contestó presto.

Y como dije, desde mi punto de vista, la respuesta para mi fue brutal y devastadora. “Joven -le dijo el ponente- todo empezó porque algunos líderes, nos dividieron, por la pérdida total de valores y por la ambición desmedida de algunos de ellos. Se perdió el respeto a la policía y a las autoridades establecidas y apareció de manera inevitable el caos, un caos que ya nadie pudo controlar, que causó la desaparición de mi ciudad y miles de muertes de manera innecesaria, pero entre nosotros mismos.”

La respuesta me hizo estremecer hasta lo más recóndito de mi ser, y me pregunté: ¿No es acaso lo que está pasando en nuestro amado México? ¿No es acaso una gran realidad la pérdida de valores que están provocando en nuestra población desde nuestros hijos, en gran parte de las escuelas? ¿No les suena a ustedes una coincidencia entre Aleppo en Siria y nuestro país esa pérdida de respeto a nuestros policías y nuestros militares y marinos? Mientras, ¿cómo allá los líderes viven como verdaderos reyes, y también por supuesto la desobediencia y pérdida de respeto a las autoridades establecidas?

¿Qué tan lejos estamos de esto? No lo sé, no quiero ni pensarlo; pero les pregunto a ustedes: ¿Acaso no es hora de pensar y de corregir el rumbo por el bien de nuestros hijos, de nuestro México y de nosotros mismos?

Cuando permitimos que nos dividan y nos enfrenten unos contra otros, nos acercamos cada vez más a un final de este tipo devastador y fatal. Raro país el nuestro, que le damos cobijo a las víctimas de este tipo de desgracias y luchas fratricidas, pero que no somos capaces de darnos cuenta, que estamos a punto de caer en lo mismo si no corregimos el rumbo…

¿O no?

Juzgue Usted

albertohidalgo@hotmail.com

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Alberto Hidalgo Vigueras

Doctor en Derecho. Ha sido Jefe del Estado Mayor de la Policía Fiscal Federal, Director de Profesionalización PGJ Puebla, Jefe de Instrucción del Grupo Táctico de la PFP y Secretario de Seguridad Pública en Puebla capital. Es rector del Instituto Mexicano de Investigación y Desarrollo en Ciencias Policiales A.C