¿Amores que inspiraron música, o música al amor?

  • Ximena Constantino
La música ha sido esa relación pasional de amor y odio; de entrega y placer en muchas culturas

El roce de la boca, el recuerdo y marca que a veces deja el pasar por horas en su compañía; sentir en ocasiones el cuerpo helado y vibrante de aquel con el que se comparten grandes momentos, en donde las noches se hacen cortas y las horas pasan de largo; a veces da la sensación de tener una conexión de diferente forma con aquel, que inerte me mira, a veces celoso por no pasar tanto tiempo juntos, y en otras ocasiones, juguetón y sencillo, cuando ya las horas han transcurrido y parece al fin conocer su alma, que por medio de mis labios se expresa en una melodía vibrante y efímera.

La relación con el saxofón, con la música, puede ser muy semejante a la de una relación de pareja, conforme pasa el tiempo más se les conoce y al mismo tiempo se puede volver llamativo, misterioso, tentador.

Celosa de que se ocupe el tiempo en otras actividades, pero a su vez recíproca de saberse amada y valorada, la música ha sido por siglos esa relación pasional de amor y odio; de entrega y placer que en muchas culturas ha perdurado y que inclusive en algunas se ha catalogado como un espacio relacionado con espíritus y deidades.

Los músicos somos personas con un carácter peculiar. Disfrutamos el placer de estar con la compañía de la música y de olvidar que existen millones de personas en el planeta; pasamos horas aparentemente solos, pero que, si se observa con detenimiento, esa soledad aparente no es más que un compromiso que se forja con una de las cosas más sagradas que tenemos y que incluso nos definen como humanidad: la música. En ocasiones se materializa en instrumentos musicales, en la voz, la dirección orquestal o en papel y tinta por medio de la composición. 

Hoy compartiré una mirada cómo los compositores, a pesar de verlos en ocasiones como deidades, no se salvaron de historias mundanas, de amores tóxicos, pasionales y hasta imposibles; uno de mis favoritos Tchaikovsky, compositor ruso nacido en San Petersburgo, nunca pudo tener una relación abierta con la persona amada, quien era un hombre relacionado con la milicia. Dados aquellos años y con la situación que prevalecía con donde la homosexualidad era sumamente castigada Piotr tuvo que vivir su vida bajo la sombra de un amor imposible, aunque se dice, era correspondido. Para hacer más tóxica aún la situación decidió casarse con Antonia Miliukova, quien solo duraría un par de meses intentando “encajar” con lo que dictamina la sociedad para ocultar su orientación.

No será casualidad escuchar sus grandes ballets como “El Lago de los cisnes”, “El cascanueces” o “La Bella Durmiente”, llenos de armonías que nos remontan a mundos mágicos y de cuentos en donde el amor, en varias de sus formas, se vuelve el motor de cada obra. Incluso se dice que su Sinfonía n.º 6 en si menor, Op. 74 también conocida como “Patética” o “Apasionada” fue escrita en un momento de crisis frente a esta relación imposible. Una de las citas que se han encontrado en cartas del compositor:

“Dios mío, qué criatura angelical, y cómo echo de menos ser su esclavo, su juguete, su propiedad": Tchaikovsky

Otro compositor de los que tenemos algunas historias es Ludwig van Beethoven, creador de la mundialmente conocida “Novena sinfonía” y “Para Elisa”, obra a la cual se le atribuye que fue compuesta para Therese Malfatti, que aunque muchos historiadores no han identificado evidencia alguna de ello, sí han encontrado del compositor alemán algunas cartas sin remitente en donde se puede ver el amor y hasta devoción por alguien. Fragmento de una de las cartas inmortales:

“Hoy todavía no puedo
transmitirte los pensamientos
que tuve durante estos
pocos días acerca de mi
vida – si estuvieran
nuestros corazones siempre juntos y
unidos, yo por supuesto, no tendría nada que decir,
mi corazón está lleno de tanto
para decirte...

Oh, hay todavía momentos cuando encuentro
que la palabra no es nada en absoluto - alégrate -
permanece mi fiel y único tesoro, mi todo, como yo para ti.”

Beethoven, quien fuera quedando sordo con el paso de los años y quien se dice gozaba de tener un carácter bastante difícil, le ha regalado a la humanidad un catálogo extenso de música para diversos tipos de instrumentación. ¿Será que el amor por ese remitente fuera el causante de tan magníficas sinfonías?  

Por último, uno de los más grandes genios que ha tenido la humanidad, el padre de la polifonía, el señor J. Sebastian y no, no me refiero al autor de “Tatuajes” o “Secreto de amor”, sino a Johann Sebastian Bach, compositor alemán quien además de tener una gran obra de música sacra, también tuvo veinte hijos, en dos matrimonios. El primero de ellos registrado en el año de 1707 con Maria Barbara Bach, quien era su prima segunda y un matrimonio posterior con Anna Magdalena Wilcke, a quien le realizó varios métodos para la enseñanza del clavecín, con la finalidad de que ella pudiera aprender a tocarlo. Cabe recalcar que hoy en día esos libros siguen vendiéndose como pan caliente, lo que nos da idea de la vigencia del método que aún tiene para los estudiantes de piano.

Les invito a escuchar obras de cada uno de estos compositores, en compañía tal vez de un amor platónico o por qué no, pasar una noche con una copa de vino con la mejor y más fiel compañera: la música.

 

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Ximena Constantino

Saxofonista y comunicóloga. Ha ganado premios y estímulos tanto en música clásica como popular. Es gestora de eventos para promover la equidad de género. Su formación musical y su asociación con marcas reconocidas como Yamaha, Veerkamp, BGFrance y Daddario, demuestran su influencia en la escena internacional.