Las tres R para una praxis transformadora
- Dafne Reyes Jurado
Este verano cursé en el Programa Universitario Ignaciano el Seminario Praxis Transformadora de Jesuitas en América Latina; en dicho seminario revisamos la vida y obra de al menos seis jesuitas: desde Ignacio Ellacuría, S.J. hasta Francisco (Pacho) de Roux, S.J. así que en las próximas líneas comentaré algunos de mis sentipensares a partir de la reflexión y el compartir que viví durante este valioso seminario. Dicho sea de paso, mi reflexión la divido en tres apartados que son las tres R para una praxis transformadora: recuperar, reconstruir y resignificar.
Recuperar
Leer y conocer la vida de cada jesuita permite entender que cada uno recupera el contexto en el que le toca vivir o en el que nace. El contexto del que parte cada jesuita es dolorosamente violento: la guerra civil en tiempos de Ellacuría, de Martín Baró, de Segundo Montes, entre otros mártires que dieron la vida en ese conflicto armado entre las Fuerzas Armadas de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMNL), que cobró la vida de más de 75 000 personas entre civiles, políticos, activistas sociales y religiosos. Pero además un contexto que no es muy distinto al actual que nos toca vivir a nosotros y a nuestros estudiantes.
Partir del contexto en el que se vive es intentar recuperar la libertad, el territorio, la realidad en la que se está y se vive. Implica también partir del pensamiento, de la reflexión, del análisis, de la acción y la recuperación de la dignidad humana; de la sensibilidad ante la vida, de la solidaridad, de las relaciones empáticas, de las prácticas culturales comunitarias. Recuperar la razón para dejarse afectar por la realidad que inunda nuestros territorios latinoamericanos.
Me gusta pensar el territorio como una metáfora corpórea; es decir, el cuerpo como territorio, como espacio de disputa también, como espacio en el que duelen las muertes, los feminicidios, la violencia, la injusticia. Pero que también es un espacio que se puede recuperar en la lucha, porque el cuerpo, sobre todo el de las mujeres, ha sido también objeto de manejo de poder.
Reconstruir
A partir de la recuperación de lo anteriormente vertido, propongo reconstruir con esperanza un futuro mejor, un futuro digno, humano, solidario y libre. Es decir, una reconstrucción de la sociedad; cada quien, desde nuestra trinchera, pero sabiendo que la universidad es un espacio idóneo por naturaleza para pretender una sociedad distinta, puesto que su incidencia en la sociedad y por tanto en la realidad es innegable y porque claramente la universidad tiene una dimensión política de gran importancia.
Las universidades latinoamericanas, decía Ellacuría, tienen el propósito de favorecer a los más desfavorecidos. Su propuesta es una universidad distinta que responda a su misión histórica, que pruebe la eficacia de lo político en la configuración de una sociedad diversa y multicultural de estos tiempos. Para ello, es necesario que el proceder universitario realice la tarea de liberar, que el horizonte de la actividad universitaria responda y parta de la realidad nacional. El reto es grande porque hoy en México y en la mayoría de los países latinoamericanos hay una gran diversidad cultural y lingüística.
Reconstruir una sociedad que hoy en día se encuentra polarizada no será fácil, pues históricamente conocemos cómo las poblaciones dominantes han impuesto sus intereses frente a las mayorías oprimidas e injustamente tratadas. Claramente el horizonte que aquí propongo a raíz del seminario y sobre todo del texto ¿Es posible una universidad distinta? de Ignacio Ellacuría, S.J., no es exclusivo de las universidades latinoamericanas; toca reflexionar a cada quién desde su trinchera como puede reconstruir una sociedad más justa solidaria y humana.
Resignificar
Para ir cerrando estas ideas, propongo la resignificación, es decir, darle un sentido distinto a lo acontecido, una nueva comprensión a partir de lo leído, de lo reflexionado, de lo sentipensado. Y, ante todo, diría que se trata de resignificar nuestra práctica educativa como Praxis transformadora, fomentando espacios que se sitúen en el contexto; que recuperen la historia y los antecedentes para entender y resignificar que lo que acontece hoy en día no son hechos aislados sino situaciones que responden a una crisis a la que le anteceden otras crisis; juzgarlas como hechos aislados no nos permite entender con toda perspectiva la situación y la realidad que vivimos actualmente. La propuesta última de esta reflexión es resignificar la historia y el contexto para entonces poder revalorar prioridades, tener una comprensión más amplia sobre la realidad y, finalmente, poder incidir en ella.
(La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla).
Opinion para Interiores:
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Maestra en Educación Media Superior por la UDLAP, especialista en Orientación Educativa con enfoque sociopsicopedagógico (BUAP) y licenciada en Psicología por la Ibero Puebla, donde se desempeña como responsable del Programa Intercultural de Vida Universitaria Pedro Arrupe, SJ. y como académica.