La educación en tiempos de Covid

  • Mercedes Núñez Cuétara
Son urgentes mecanismos que reduzcan la brecha digital y faciliten la educación de niñas y niños

Del día 14 al 25 de junio del 2021 desde el Voluntariado IBERO se llevó a cabo la campaña denominada Dispositivos electrónicos por la educación. El objetivo fue recaudar donaciones de aparatos electrónicos de segunda mano, en buen estado y con acceso a internet para que niñas y niños de las periferias urbanas de la ciudad de Puebla pudieran continuar estudiando con la modalidad virtual que impuso la pandemia prácticamente de un día para otro.

Es importante recalcar que esta campaña fue una pequeña contribución más no la solución completa al problema. Somos conscientes que no basta con contar con un dispositivo electrónico ya que el acceso a internet en las periferias urbanas de la ciudad, es limitado e implica un aumento del gasto familiar. La opción que tomaron la mayoría de las familias fue recurrir al pago de datos móviles para conectarse a internet, una solución que repercute directamente en su economía.

A decir de los profesores de una colonia ubicada al sur de la ciudad de Puebla, es un paso básico que las familias puedan contar con un dispositivo funcional a través del cual reciban y estén al tanto de las actividades enviadas por la escuela desde estos medios. La llegada de la virtualidad a la educación, que ha permeado en todos los niveles escolares incluyendo jardín de niños, ha llegado para quedarse e incrementa las grandes desigualdades existentes entre los sistemas educativos públicos y privados, donde tener acceso a la educación es un privilegio al que acceden quienes puedan costearlo.

No son pocas las escuelas, cuyos estudiantes se enfrentan a todas estas dificultades de acceso a lo virtual, que se decantan por el uso de las llamadas redes sociales, como WhatsApp o Facebook, para mantener la comunicación entre docentes y estudiantes. El uso de plataformas de videoconferencias o de e-learning, diseñadas específicamente para la educación virtual, quedan fuera de estas realidades. Esto se debe al costo económico que dichas herramientas tienen para las escuelas, pero principalmente para las familias, ya que exigen mayor tiempo de conectividad, tiempo que en la virtualidad se traduce en dinero.

El 8 de junio del presente año se anunciaba el regreso a las aulas, escalonado y desdensificado en la Ciudad de México. Si bien, un regreso bajo esas circunstancias no eliminaba del todo la existencia de la virtualidad, trajo consigo esperanza para el resto del país que celebraba el retorno a la presencialidad para el ciclo escolar 2021-2022 que está ya en puertas. Todo parecía a indicar el regreso presencial en todos los niveles, desde preescolar hasta universidad. Sin embargo, a dos semanas de la apertura de las escuelas en Ciudad de México se anunció un nuevo cierre por la presencia de casos de Covid-19 en diversos centros educativos.

Cuando iniciamos la campaña de Dispositivos electrónicos por la educación, nos preguntábamos si tenía sentido iniciarla “a estas alturas de la pandemia”, si “ya estaba por terminar el confinamiento de los estudiantes” y “si la presencialidad iba a volver muy pronto”. El regreso frustrado de las escuelas en la Ciudad de México ha demostrado que: no hay tal cosa como una postpandemia, que la vuelta la presencialidad (cuando sea que pueda darse) no va a ser como la conocíamos y que estamos muy lejos de volver a ver aulas con 40 o 50 estudiantes en ellas.

Aunado a esto, expertos aseguran que el periodo de confinamiento mundial que hemos vivido a causa de la pandemia por Covid-19, ha acelerado seis años el proceso de digitalización en el mundo incluyendo la adopción de esta en el ámbito escolar. Tales motivos muestran que la virtualidad no es una herramienta temporal a la que nos aferramos para poder continuar con las clases durante el confinamiento, sino que es ya una realidad que en mayor o menor medida irá asentándose en los diversos espacios educativos.

Con la presencia de la virtualidad en los espacios educativos es cada vez más urgente pensar en mecanismos que reduzcan la brecha digital y faciliten la educación de todas las niñas y niños, independientemente del estrato socioeconómico de sus familias. Soy consciente que esta propuesta es más propia de una utopía que de una realidad cercana. En las crisis, en la novedad, en lo diferente se abren caminos a nuevas formas posibles, trabajemos y vigilemos para que las nuevas formas que se han puesto en marcha sean una oportunidad de construir espacios escolares más dignos y pertinentes a las realidades que los subyacen.

Sus comentarios son bienvenidos. 

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Mercedes Núñez Cuétara

Maestra de Intervención Social por la Universidad Pública de Navarra. Licenciada en Psicología por la Ibero Puebla. Se desempeña como investigadora y docente en la misma institución, además de ser coordinadora de Desarrollo Comunitario.