11 de Septiembre
- Rodrigo Rosales Escalona
“Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se han acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor”. Benito Juárez.
Han pasado 46 años del Golpe de Militar contra el presidente Salvador Allende, auspiciado por el imperialismo norteamericano, mediante la CIA, FBI y otros organismos de inteligencia. Claro que con la colaboración de la clase burguesa y de traidores militares chilenos.
Sin embargo, antes de continuar, retrocedamos en un corto tiempo de la historia, pero en México, donde los movimientos estudiantiles del 68, dieron como resultado, una masacre el 2 de Octubre, como respuesta del autoritarismo de un gobierno que no respondió a las necesidades sociales, y sí cargado de actos represivos contra movimientos sociales de masas, hasta que asesina a lo más preciado de un país, a sus jóvenes.
Similar acción de represión y asesinato lo hizo el entonces presidente Luis Echeverría el 10 de Junio de 1971; también contra estudiantes. Ambos, Gustavo y Luis, aplicaron el mismo método de diálogo: balas y muerte.
A partir del gobierno de Ávila Camacho, las luchas sociales tuvieron como respuesta de justicia del Estado la represión, violando derechos constitucionales a exigir la a misma, pro parte de gobiernos y grupos de derecha, que vieron sus intereses amenazados por parte de un pueblo exigente de sus garantías todas, es decir, usaron y pretextaron que ante el “terrorismos” de “agitadores”, la democracia y estabilidad nacional, estaba en riesgo. Cientos de ciudadanos muertos, miles encarcelados, y muchos más desaparecidos. Algo similar y más cruel desde el salinato a Enrique Peña Nieto, sin olvidar al nefasto de Felipe Botella Calderón Hinojosa, entre ambos, con el afán supuesto de combatir al crimen organizado, suman más de cien mil muertos y 40 mil desaparecidos. Claro que también, recurrieron al Aparato del Estado para reprimir causas sociales justas.
Actualmente, nuevos grupos de derecha, junto con entes empresariales, motivan inestabilidad y choque social, ante su malestar de que ya no tienen la mesa puesta para saquear, fracturar soberanía, privatizar y sangrar a un pueblo con hambre.
Los gritos de desesperación de se encuentran en sus manifestaciones conservadoras y fascistas, en provocar inestabilidad, etcétera.
Claro que en el caso de Puebla, los personeros tienen nombre y apellido, enquistados en un partido mediocre como lo es el PAN, donde yunquistas y custodios, suelan en remembranzas que ya no les permite fuerza. Pretenden reorganizarse para pelear el poder que no tienen, porque carecen de memoria. Hoy actúan como viles ladrones entre ellos mismos, por disputarse dirigencias y puestos políticos, municipal o nacional, teniendo a un Eduardo Rivera, Francisco Fraile, Ana Teresa Aranda, y otros renegados.
Por cierto, el eterno perdedor, Enrique Cárdenas, y su vocero Sergio Mastretta, piensan ¿?, que mediante un esperpento impreso a manera de libro “La Trama Audi”, hacer justicia contra la corrupción del extinto Rafael Moreno Valle. Basta con recordarles que ambos tienen historia, que no se puede borrar. Si Enrique sueña que ser agitador, logrará que un sector social confíe en él para su ambición de ser elegido para algo, tiene pesadillas.
A nivel nacional, el PAN está carcomido, sin dignidad acuestas, con pesadillas de grandeza, porque han sido cómplices de la tragedia nacional desde el salinato criminal. La historia es la cara política del pasado. Agradezcan al morenovallismo de ser un PAN sin migajón.
El triunfo electoral de Allende y la UP el 4 de septiembre de 1970 una conjugación entre el imperialismo norteamericano, la burguesía llamada nacional, los terratenientes, la derecha tradicional y la Iglesia, los cuales se empeñaron en conseguir su objetivo más inmediato, a saber, impedir que Allende y la Unidad Popular (UP) tuvieran acceso a la presidencia. Al final, Allende es electo como presidente de la república.
El golpe de Estado en Chile (1973) fue un pronunciamiento militar que tenía como objetivo derribar al gobierno democrático encabezado por la Unidad Popular, una coalición de diversos partidos de la izquierda chilena. El golpe tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973 y estuvo liderado por el comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet.
Las elecciones de 1970 supusieron la llegada al poder de Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular. Su programa contenía muchas medidas socialistas, como una reforma agraria o la nacionalización de algunos sectores económicos clave para el país.
Desde incluso antes de la proclamación de Allende como presidente, la oposición a su gobierno había sido muy dura. En el interior, la clase alta, la extrema derecha y las Fuerzas Armadas pronto comenzaron a realizar acciones en su contra. En el exterior, en el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos apoyó y financió las maniobras para derrocarlo.
Tras un intento de golpe de Estado previo, conocido como el Tanquetazo, las Fuerzas Armadas se conjuraron para levantarse el 11 de septiembre. Ese día, el Palacio de La Moneda fue tomado por los militares. Salvador Allende prefirió suicidarse antes de ser capturado. El resultado del golpe fue una dictadura militar que duró hasta 1990.
El imperialismo norteamericano, no conforme con apoyar y auspiciar el golpe en Chile, recurre a su Doctrina Monroe para extender sus alas de muerte sobre nuestras naciones Latinoamericanas, por lo que diseña el Operativo Cóndor o Plan Cóndor.
La Operación Cóndor o el Plan Cóndor fue un plan de inteligencia diseñado y coordinado por los servicios de seguridad de las dictaduras militares de Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay, en colaboración con la CIA de Estados Unidos, para aniquilar a la izquierda opositora durante la década de los 70 --en plena Guerra Fría--.
El plan permitió la colaboración de los dictadores Augusto Pinochet (Chile), Hugo Bánzer (Bolivia), Alfredo Stroensser (Paraguay), Joao Figueredo (Brasil), Jorge Rafael Videla (Argentina) y al gobierno derechista de Juan María Bodaberry en Uruguay.
Según los 'archivos del terror' descubiertos en Paraguay, la Operación Cóndor dejó un terrible saldo de 50.000 muertos, 30.000 desaparecidos, y unos 400.000 presos.
En días recientes, se reveló que el presidente gringo, Donald Trump, despidió a su asesor de Seguridad Nacional John Bolton el pasado martes, por el frontal desacuerdo entre él y Trump ante la reunión que el presidente quería realizar en la residencia presidencial de Camp David, Maryland, con líderes del Talibán de Afganistán. Con el motivo de que en Afganistán se retiren pronto de ese país.
Considerando que un retiro estadounidense de Afganistán con un Talibán aún con fuerza podría atizar y escalar la guerra interna en ese país y ampliar los espacios para la operación de grupos terroristas. El Talibán, cabe señalar, albergó a Al Qaeda y Osama Bin Laden cuando gobernaba Afganistán y fue la destrucción de ese grupo terrorista y la demolición del régimen afgano tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 los objetivos en los que se basó la invasión estadounidense de Afganistán.
Aseguran los talibanes, que la credibilidad del poder gringo, se verá lastrada, porque sus pérdidas humanas y financieras aumentarán. Todo porque Trump rompió negociaciones con el Talibán.
Ante la imposibilidad de vencer a los talibanes, mediante una victoria militar contra los fundamentalistas, estableciendo que desde 1996 y 2001, establecieron un emirato islámico en Afganistán, con George W. Bush, cómplice de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Recordemos que el imperialismo gringo, apoyó en todo al entonces muyahidines fundamentalistas, para combatir la intervención de la extinta Unión Soviética, entre 1978 y 1992, siendo que el imperialiamo norteamericano, emprendió la OPERACIÓN Ciclón, enviando equipo militar y dinero para vencer a Oso ruso.
Lo mismo que le ocurrió a los gringos en Viet Nam, en Afganistán, son derrotados. Si en Latinoamérica ejercen presión contra gobiernos democráticos, Afganistán, es su tragedia.
“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
Analista político y de prospectiva social
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Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.