Linchamientos

  • Elmer Ancona Dorantes
Refleja los niveles de hartazgo de una sociedad cansada de esperar.

Una pésima señal de que una ciudad es mal gobernada, al menos en materia de seguridad pública, es la cantidad de linchamientos –justicia por mano propia- que los ciudadanos aplican a los delincuentes.

Cuando hay ausencia de derecho, los habitantes de una ciudad piensan que pueden hacer lo que se les pegue en gana, por muy injusto, inmoral, irregular o espantoso que parezca. Es el caso de los linchamientos.

Matar a golpes a una persona o dejarla tan herida que con dificultad pueda sobrevivir, no es un asunto menor; por el contrario, refleja los niveles de hartazgo de una sociedad cansada de esperar algo bueno de sus autoridades.

En el estado de Puebla, en tan sólo cinco meses (de enero a mayo de 2019) se dieron 121 linchamientos, cinco de ellos con muerte; los demás delincuentes pudieron salvarse gracias a la intervención oportuna de los agentes policiacos que, por supuesto, también arriesgan la vida.

La ciudad de Puebla, gobernada por una pésima alcaldesa, es la que lidera los casos de linchamiento, al sumar 41. En la lista le siguen los municipios de Tehuacán, con 11 casos; San Martín Texmelucan, con ocho casos y Amozoc, con cinco casos.

Lo risible de esto, por no decir tenebroso, es que todos esos alcaldes son políticos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ¿Alguna duda? No saben absolutamente nada en materia de seguridad pública.

La lectura que se le da al informe ofrecido por el gobernador interino Guillermo Pacheco Pulido, es que el tema de protección a la ciudadanía importa un carajo a estos alcaldes que se dicen “progresistas” y “socialistas” pero que no trabajan para frenar la ola de delincuencia que daña a sus comunidades.

A los ciudadanos no les queda más que preguntar qué intereses tienen estos presidentes municipales con los grupos delincuenciales para dejarlos trabajar libremente.

A una sociedad cansada de tanto robo, asesinatos, violaciones, entre otros casos, no le queda más que unir fuerzas y hacerse justicia por mano propia; malo porque no son policías, ni jueces ni magistrados para asumir las decisiones sobre justicia.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en un informe difundido en mayo pasado, prendió los “focos rojos” para Puebla al ubicarlo como el estado del país con más linchamientos en 2018, al sumar 48.

La gente puede dedicarse a la delincuencia por diversas razones, quizá porque la maldad la llevan en las venas (cosa que yo no creo); tal vez por los malos consejos de quienes se dicen sus “amigos”.

Lo cierto es que también el desempleo que generan los malos gobiernos, insensibles ante la necesidad de la gente que tiene que sostener a su familia, es una de las causas por las que muchos se dedican al crimen.

Pero las administraciones de “izquierda” no entienden de razones, siguen despidiendo trabajadores sin medir las consecuencias sociales que, con toda seguridad, impactarán en la paz social.

Lo primero que se debe hacer para poner freno a tanto linchamiento, es tener una política pública de Estado en materia de seguridad, porque si la hay no se le ve ni se le siente.

En segunda instancia se tendrían que hacer las reformas posibles para mejorar las corporaciones policiales, capacitar a quienes se dedican al combate de la delincuencia con el fin de combatirla con prontitud y profesionalismo.

Después sería poner los candados necesarios para que los buenos policías o agentes ministeriales no se vean envueltos en escandalosos casos de contubernio con los criminales.

En lo personal agregaría –asumiendo la parte política- pedir la destitución inmediata de aquellos presidentes municipales o alcaldesas que se la pasan dormidos en sus laureles, que se hacen “de la vista gorda” ante tanto crimen, que provocan indirectamente los linchamientos.

El ciudadano saca de su bolsa los recursos para pagar el salario de esos funcionarios públicos, por lo tanto, también debe salir a las calles y protestar, pedir la salida inmediata de quienes no quieran trabajar en bien de la ciudadanía.

No más linchamientos, no más justicia por mano propia, no más sed de venganza ciudadana.

Pongamos límites, tomemos acciones prontas para dar solución a los grandes problemas de inseguridad que aquejan a miles de poblanos. Por eso, quien no quiera trabajar, que no gobierne.

@elmerando

elmerancona@hotmail.com

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.