Finalmente después de un largo proceso de aproximadamente 18 meses, Luis Miguel Barbosa logró la meta que se trazó desde hace el mismo tiempo: ser electo Gobernador de Puebla. Le ganó a Enrique Cárdenas,  candidato de la coalición integrada por el PAN, PRD y MC por una diferencia de 11 puntos al obtener el 44.7% de los sufragios. Justo es decir que los resultados obtenidos por el Dr. Cárdenas son meritorios, obtuvo el 33.2 % de los votos y ganó ampliamente los importantes distritos de la ciudad de Puebla y las Cholulas. Estos resultados y el que solamente haya votado el 33% de los votos deben llamar a la reflexión a todos los actores del proceso electoral recién pasado. El propio Luis Miguel en su discurso de la victoria en la noche del 2 de junio expresó que agradecía a los que votaron por él y a los que no lo hicieron, pero que sobre todo  los resultados le indicaban que había que ganar a los que no concurrieron a votar. También expresó que era necesario reflexionar sobre los resultados en la capital y que era necesario desterrar el sectarismo: si no se hubiera dado la coalición con el PT y el Verde Ecologista no se habría ganado.

Tras 18 meses de estar cerca de él en todo este proceso, he podido aprender a valorar la tenacidad y resiliencia de Luis Miguel Barbosa. Es un hombre que ha logrado superar todos los obstáculos que se le han interpuesto. Para empezar, el gravísimo percance de salud que casi lo lleva a perder la vida y a que le amputaran un pie. Para  ganar la gubernatura de Puebla, Barbosa ha tenido que superar muchos escollos. Empezando por los que se le pusieron en su propio partido. De ello puedo dar testimonio personal  en tanto que en un momento formé parte de la militancia de Morena que  pensaba en otras opciones como candidato al gobierno de la entidad. No voté por él en el seno del Consejo Estatal  que eligió a los tres integrantes que se propusieron para la encuesta interna. De hecho Barbosa ni siquiera figuró en la terna para entrar a la referida encuesta. Fue puesto en ella por el Comité Ejecutivo Nacional de Morena. Ya siendo candidato de Morena, rápidamente me percaté que el partido había elegido a la mejor opción para poder enfrentar desde la oposición al reinado despótico de Rafael Moreno Valle. Advertí en Barbosa talento político, habilidosidad, conocimiento de las entrañas del sistema, relaciones políticas y capacidad de generar los recursos necesarios para enfrentar a un poder oscuro.

Además del escollo inicial, ya siendo candidato Barbosa tuvo que enfrentar la maquinaria morenovallista y la propaganda negra que se dirigió sobre sus bienes, su salud y su familia. No se arredró cuando le fue arrebatada la gubernatura gracias al fraude y la violencia; enfrentó el conflicto poselectoral durante cinco meses y cuando el 8 de diciembre el TEPJF falló a favor de Martha Erika Alonso, supo imaginar su futuro político. Lo expresó en la concentración del 10 de diciembre de 2018 cuando se anunció el Frente Poblano por la Cuarta Transformación, mediante el cual se iniciaría lo que  perfilábamos como una larga resistencia de 6 años. En ese evento, Barbosa anunció que no aceptaría ningún cargo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que se dedicaría a recorrer el estado y “a estar con la gente”. La tragedia del 24 de diciembre le dio un vuelco a la historia de la entidad y todo volvió a estar como un año antes. Barbosa volvió a estar en la lucha por la candidatura de Morena que fue más dura que en la ocasión anterior porque esta vez enfrentó al emisario de un naciente y gran poder que tenía influencia decisiva en el TEPJF.

Hoy Luis Miguel Barbosa ha ganado la gubernatura del estado y aspira a encabezar un gobierno enteramente distinto y mejor que los anteriores. Ha decidido que después de la gubernatura de Puebla le quedará solamente la satisfacción del deber cumplido. Que esta gubernatura no será peldaño de una carrera política. Será la puerta para hacer historia.