¡Carajo, Enri!

  • Elmer Ancona Dorantes
Abanderar el tema de la falta de transparencia ya no es lo de hoy.

Mira, mi querido Enri, para ser honestos tu discurso de apertura no me conmovió; tienes razón al decir que en México, como en todos los países, prevalece la corrupción. Hasta mi dulce abuelita lo sabe.

Abanderar el tema de la falta de transparencia, la ausencia en la rendición de cuentas, el desfalco a las arcas públicas, ya no es lo de hoy; es un tema bastante manoseado, aburrido, prostituido. Al menos para estos escenarios de combate.

Muchos que te precedieron ya lo abanderaron con pésimos resultados ¿Acaso has visto que haya sido juzgado, detenido o encarcelado algún líder huachicolero, un dirigente sindical o un político de altos vuelos? No nos hagamos gansos.

Por supuesto, no por eso vas a dejar de abordar este importante tema para los que se sienten desfalcados, sometidos, injuriados, asaltados a plena luz del día, gracias a la dejadez de la “Lady me importa un bledo”, que no ha movido un solo dedo para frenar tanto saqueo.

Eso sí, estoy totalmente de acuerdo con tu “¡No lo permitamos, carajo!”, porque mientas más pasivos, inactivos e incapaces seamos de levantar la voz, menos disfrutaremos de una sociedad desarrollada o en progreso.

Mira, mi querido Enri, tampoco estoy de acuerdo con eso de que “No debemos aceptar la pobreza en Puebla” ¿Sabes qué? Los pobres siempre han existido en el mundo y no desaparecerán.  Lamentablemente.

Mejor podrías hablar de una vida más digna, por muy difícil que fuere; podrías decir que debemos solidarizarnos con los más vulnerables ante tanta carencia; podrías hablar de la Misericordia que tanta falta hace a los cristianos; de tender la mano, una y otra vez, hasta setenta veces siete. Así sí podríamos creerte y seguirte.

Y bueno, hablar de mejorar la vida de los pobres cuando dices que tienes 25 millones de pesos en tu haber -por bie ganado que haya sido-, pues como que no es muy atinado para un discurso “pro-pobres”. Eso no le gusta escuchar a quienes están más golpeados en sus bolsillos.

Efectivamente, todos estamos obligados a luchar por los más pobres, por los más desprotegidos, por los más olvidados; principalmente aquellos que nos decimos “cristianos” y que nos crucificamos públicamente, principalmente en estos tiempos de Cuaresma, pero no damos ni las buenas noches al indigente que pasa frente a nuestras narices.

Lo que tienes que hacer, mi querido Enri, es sentir verdaderamente el dolor en tu piel, en tu mente, en tu corazón, porque solamente así saldrán palabras y discursos auténticos y conmovedores ¡Cambia tu estrategia, carajo! (la palabra tú la utilizaste).

Mira, lo de la famosa “3 de 3” los ciudadanos ya la tenemos hasta el copete; los políticos –sobretodo tus contrincantes- no tienen que venir a comprobar absolutamente nada de su honestidad porque ya sabemos que son unas auténticas ratas chapulinescas (es una nueva especie).

Han brincado de aquí para allá; han hecho circo, maroma y teatro tratando de ocultar sus pérfidas ambiciones; se han puesto hasta la máscara de el “Santo” tratando de aparentar angelicales rostros, sin conseguir credibilidad social ¿Para qué te esfuerzas en nimiedades? Sólo pierdes el tiempo.

Tampoco le pidas a los “mandamás” actuales que “saquen sus sucias manos” de este juego; ya todos sabemos que les encanta nadar en el apestoso fango; que todo su cuerpo hiede y lo tienen metido, por completo, en estos desgastantes procesos.

Por si no lo sabes, mi querido Enri, en estos lares del poder no hay tanta gente buena, ni honesta ni transparente; pocos son los que tienen corazones ardientes y transparentes.

¿Acaso no has leído la Biblia? ¿Por qué crees que Jesucristo, precisamente por estas fechas, mandó al carajo al Perdedor cuando éste le ofreció todos los reinos del mundo a cambio de que lo reverenciara? Él sí tuvo huérfanos en el hospicio.

Y por cierto, no te inmutes ni te inquietes si los que dijeron apoyarte días atrás no estuvieron en tu espacio inaugural. Es lo de menos. Quizá no sirvan para mucho o para nada. Ya te estarán pidiendo pan y vino cuando llegues (si es que lo logras).

Mira, mi querido Enri, lo que tienes que hacer para avanzar es tener un discurso conmovedor, desgarrador, revolucionario… diferente; has gárgaras de vinagre por las noches (por lo menos).

No necesitas levantar tanto la voz, sino hablar con los tonos del corazón; la inteligencia sí es importante en este tipo de batallas, pero no lo es todo; con toda seguridad estás rodeado de mucha “lumbrera”, de mucho “cerebro”, de mucho “intelecto”.

Sí, de esos arribistas que se dicen “asesores”, “consultores”, “analistas”, “estrategas” o “influencer”; de poco o nada te van a servir si no laten sus corazones al ritmo del corazón de la sociedad. Sólo te están mareando.

¡Carajo, mi querido Enri! ¿Acaso no lees mis Carbones Políticos? ¿Para qué me esfuerzo tanto en escribir si no haces caso al que rompe este teclado? ¿Para qué demonios me desvelo dándote consejos si los desairas? ¿Acaso quieres perder?

(Todo eso es broma, no te la creas); pero en serio, si no tienes un discurso rupturista, al que se la van a romper va a ser a ti, a nadie más; piensa dos veces lo que vas a decir en público antes de abrir la boca.

Te puedo asegurar que “los del otro lado” tienen mucho que perder; no creas que se les prende tanto el foco (creo que es de 75 watts de potencia); tú si saliste de un emporio académico donde la luz alumbra ¡de poca!

En serio, mi querido Enri, si me haces caso estarás del otro lado; yo no abro la boca para decir pensionadas; lo mío, mío, es arrojar dos o tres ideas para que las tome cualquiera, por si les sirve. Nos vemos en la silla, cuando la ocupes.

@elmerando

elmerancona@hotmail.com

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.